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“Nosotros no sufrimos el Holocausto, pero somos las víctimas de las víctimas del Holocausto”

Jamal Khader, párroco de la Iglesia Católica de la Sagrada Familia en Ramala (Palestina).

Javier Biosca Azcoiti

Jamal Khader nació en 1964 en Zababdeh, un pequeño pueblo palestino de mayoría cristiana. Con tan solo 24 años fue ordenado cura y actualmente ejerce como sacerdote en la iglesia de la Sagrada Familia de Ramala. Tiene un doctorado en Teología Dogmática por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma y es decano de la Facultad de Humanidades en la Universidad de Belén, donde también dirige el Departamento de Estudios Religiosos.

Con motivo del 70º aniversario de la Nakba (catástrofe), que conmemora el exilio de 700.000 palestinos tras la creación del Estado de Israel en 1948, Khader, un hombre tranquilo y reflexivo, visitó España la semana pasada para dar una conferencia en Casa Árabe. 

¿Qué papel ha jugado la religión en el conflicto árabe israelí?

Hasta ahora, un papel muy negativo. Porque cuando hablamos de religión hablamos de fundamentalismo religioso, reivindicaciones religiosas y justificaciones religiosas tanto de la parte judía, musulmana y cristiana. Empezando por la propiedad de la tierra, aquí llegan las reivindicaciones religiosas: “Dios nos la entregó a nosotros”.

Ese el aspecto negativo, pero el reto es cómo puede la religión jugar un papel positivo en el conflicto. Muchas personas religiosas, hablo principalmente de cristianos, pero también de musulmanes, se preocupan por el papel de la religión en el conflicto y quieren que esta sirva de inspiración para encontrar soluciones, como por ejemplo vivir y aceptar al otro, no rechazarlo.

¿Ha fomentado o apoyado Israel el fundamentalismo religioso?

El fundamentalismo judío, sí. Hablo sobre su apoyo a los colonos, al movimiento de los asentamientos y a sus reivindicaciones. Estos grupos cada vez reciben más apoyo y a menudo escuchamos esas reivindicaciones religiosas en boca de políticos [israelíes].

Algunos de esos grupos son violentos, como determinados colonos que atacan a palestinos y que tienen todo el apoyo del Gobierno y del Ejército israelí. Y lo he visto con mis propios ojos: jóvenes colonos religiosos atacando vehículos palestinos, incluido el mío, con policías y soldados israelíes a dos metros de distancia que no hacen nada porque están allí para protegerles a ellos y no a mí. La razón principal de este apoyo institucional no es religiosa, sino electoral. Este Gobierno representa a la extrema derecha y quiere ganar más votos.

¿Cómo fueron esos ataques físicos?

He sido atacado dos veces, ambas en Ramala. Una de ellas estaba en mi coche con mi familia y un colono me esperó y me golpeó con su coche. Logré huir, pero me golpeó. La otra me lanzaron una piedra grande contra el coche. Eso son solo dos pequeños ejemplos de los ataques de los colonos.

¿Ha empeorado la situación recientemente?

Siempre ha habido tensiones, pero ahora hay más. Hay algo nuevo, y es que el Gobierno israelí y sus ministros son más agresivos y osados a la hora de negar un Estado palestino. “Ni soñéis con un Estado, olvidaos”, afirman. También están lanzando declaraciones racistas, como el caso de la ministra de Justicia diciendo que no solo deberían matar a los jóvenes de Gaza, sino también a las madres que dan a luz a esas serpientes.

La segunda parte es la actividad de los asentamientos, que también está apoyada por el Gobierno de Israel. Actos políticos como mover la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén apoyan la reivindicación israelí de que Jerusalén solo pertenece a una de las partes. Todo esto ha aumentado las tensiones y manda un mensaje a los palestinos: no habrá solución para vosotros, excepto seguir viviendo bajo la ocupación.

¿Por qué ha sido tan fácil a lo largo de la historia utilizar la religión para agitar conflictos?

Hablaré de la historia más reciente. Hay mucha decepción y desilusión en gente que no ha encontrado respuesta a sus preguntas en movimientos nacionalistas. Los palestinos, por ejemplo, creían en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), pero esta no ha podido cumplir sus promesas. También, muchos regímenes árabes han tratado muy mal a sus ciudadanos. Cuando la gente no está satisfecha, incluso con su relación con Occidente –que según ellos se está convirtiendo en antimusulmán–, entonces llega el fundamentalismo religioso.

Los fundamentalistas dicen a la gente que ellos tienen las respuestas. En las elecciones de Palestina en 2006, por ejemplo, el eslogan de Hamás era 'El islam es la respuesta'. Esto es muy peligroso y, al fin y al cabo, no significa nada. Pero decirle a la gente que tienes todas las respuestas y prometer no solo el cielo, sino también resultados sobre el terreno, es una gran tentación para aquellos que están decepcionados.

Mi pregunta como educador es cómo proteger a los jóvenes de esas falsas promesas. La religión nunca fue una elección fácil. Elegir el camino de la religión significa que no esperas encontrar todas las respuestas, sino todas las buenas preguntas. ¿Cómo podemos incentivar a los jóvenes para que no voten a Hamás? Porque yo no veo una alternativa real.

Pero Israel también está utilizando la religión y siempre ha conseguido lo que ha querido.

Sí, pero ¿cuál es el futuro? ¿Están más seguros? ¿Están preparando un buen futuro para las nuevas generaciones? ¿Quieren vivir en estado de guerra con los palestinos para siempre? Hasta ahora, con la religión y la fuerza han logrado lo que han querido, pero ¿qué pasa con el futuro? Quieren los padres criar a sus hijos en un ambiente de odio y desconfianza? Esa es mi pregunta a los israelíes.

¿Qué es más fuerte, la religión o el nacionalismo?

Eso es Dios y el césar (ríe). Creo que no podemos mezclar ambos. No podemos permitir a líderes religiosos convertirse en líderes políticos. En Europa tenéis la experiencia del pasado y no funcionó. Creo que la religión debería mantener su posición como una fuente de inspiración de valores y mantener la separación. Compartimos muchos valores con los musulmanes. No se trata de cuál es más fuerte, sino de encontrar una combinación de religión y política en la vida pública, pero no mezclarlos.

Israel acaba de cumplir 70 años. ¿Qué hemos aprendido en estas décadas?

Hemos aprendido que la historia nos enseña y nos ilumina para el futuro. Aunque han pasado 70 años de la Nakba, nosotros no olvidamos lo que pasó e incluso nuevas generaciones se siguen acordando de lo que ocurrió. No nos mueve ningún tipo de sentimiento vengativo de lo que ocurrió, pero somos más insistentes sobre nuestros derechos.

No puedes construir paz a expensas de otra población. Eso es lo que hemos aprendido. Los judíos necesitaban vivir en paz tras décadas o siglos de sufrimiento en Europa, pero lo hicieron a costa de los palestinos. Después del Holocausto los europeos ayudaron a los judíos, ya sabemos por qué, pero les ayudaron a construir su Estado a expensas de otra población.

Queremos la independencia, queremos vivir en paz, pero no queremos hacerlo a costa de nadie ni creando otra injusticia. Citando a Martin Luther King, si la justicia sufre en cualquier parte del mundo, la justicia sufre en todo el mundo. Nosotros no sufrimos el Holocausto, pero somos las víctimas de las víctimas del Holocausto.

Y la memoria también es muy importante para los palestinos. Es muy importante enseñar a la gente cómo lidiar con la memoria. Por dar un ejemplo, el Holocausto sigue muy vivo en la memoria de los judíos. Del mismo modo, la Nakba es una herida para nosotros, pero seguimos sufriendo sus consecuencias. No hay que dejar la memoria como una herida abierta de la que sufrir constantemente, sino aprender de ella y seguir avanzando.

Han pasado casi dos meses desde el comienzo de las Marchas del Retorno y unas 100 muertes. ¿Cambiará algo?

Fui a Gaza el mes pasado tras casi 18 años con un permiso de 24 horas. El mundo ha olvidado el sufrimiento de la gente de Gaza porque no lo vemos. Incluso nosotros, los palestinos de Cisjordania. Las condiciones son terribles y ellos tienen esta sensación de que el mundo les ha olvidado. Este ha sido un grito a toda la comunidad internacional, no solo a Israel, de que existen, de que siguen viviendo en campos de refugiados desde hace 70 años y de que sufren un asedio militar y económico desde hace 10 o 11 años. Han dicho que ya es suficiente y que no se van a quedar callados. Además eligieron la protesta pacífica.

Quizá no han logrado objetivos políticos, pero la comunidad internacional les ha escuchado. Es una vergüenza que la comunidad internacional acepte que este asedio continúe en Gaza. La gente está sufriendo y nadie está haciendo nada. Los actos simbólicos son importantes para nosotros. Sabemos que no conseguiremos grandes logros políticos, pero es la forma de mantener este deseo vivo en las nuevas generaciones.

¿Dos pueblos, dos Estados; o dos pueblos, un Estado?

¿La realidad o el sueño?

Ambos.

En realidad vivimos en un Estado. Israel lo controla todo. Pero no es un Estado democrático, es un Estado claramente apartheid, tanto por cómo se trata a los palestinos como por las leyes. En los territorios palestinos tenemos dos sistemas legales, uno para los judíos y otro para los palestinos. Tenemos también dos sistemas de carreteras: dentro de los territorios palestinos hay carreteras solo para judíos. Tenemos el sistema de los permisos adoptado del régimen del apartheid en Sudáfrica. Es el mismo sistema, el cual decide de qué hora a qué hora puedo ir y dónde puedo y no puedo ir. La realidad es que esto es una solución de un Estado. Un Estado apartheid.

El sueño es tener dos Estados, pero con fronteras abiertas. Necesitamos vivir libremente en nuestro propio país y ser independientes. Pero es un país pequeño y hay muchas cosas que nos unen [con Israel]: economía, lugares religiosos, vínculos familiares, agua, medio ambiente... ese es nuestro sueño, y no es imposible. Tenemos que colaborar. Creo que cuando los palestinos tengamos nuestra independencia, al día siguiente empezaremos a negociar con Israel sobre nuestra relación mutua.

¿Quiere Israel llegar a esa solución o, por el contrario, imponer su solución?

¿Por qué iban a aceptar esta idea [de dos Estados] si están ganando? Por eso sugerimos un camino para forzar a Israel a aceptar la solución, y esto se llama presión, económica y diplomática. Por dar un ejemplo, Israel está ganando millones de dólares de la economía de los asentamientos y todos los bienes producidos en los asentamientos se venden en mercados europeos. ¿Cómo puede decir la UE que está a favor de un Estado palestino y apoyar económicamente los asentamientos comprando sus productos? Es un apoyo directo a la ocupación. Hay que acabar con esta hipocresía política.

Cuando Israel sepa que está perdiendo económica y diplomáticamente, además de que con la ocupación no pueden sentirse seguros nunca, empezarán a pensar seriamente en reconocer a los palestinos como un pueblo. No estoy pidiendo la luna, estoy pidiendo que se aplique el Derecho internacional. ¿Por qué está Israel por encima del Derecho internacional? Seguiremos nuestra lucha no violenta y nunca aceptaremos seguir viviendo bajo la ocupación porque es humillante.

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