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El miedo al virus convierte los campos de trabajo del Mundial 2022 de Qatar en 'prisiones' masificadas

Pinturas viejas y materiales de desecho, que se almacenaban en los lugares de alojamiento de trabajadores en Qatar © Shaival Dalal

Pete Pattisson / Roshan Sedhai

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En Qatar, miles de hombres que trabajaban en las obras de construcción de infraestructuras para la Copa del Mundo de 2022 están atrapados en los campamentos que salpican las zonas industriales. Cercados por la policía, no se permiten entradas ni salidas. Las condiciones de su encierro, en campos minúsculos y superpoblados, son un caldo de cultivo para la extensión del coronavirus.

Los trabajadores en cuarentena con los que The Guardian ha podido contactar describen un ambiente de miedo e incertidumbre. Denuncian que se han quedado sin trabajo y no cobran. Que sólo tienen cubiertas la comida y la cama.

Uno de ellos, un bangladesí, explica que la situación “empeora cada día. Los trabajadores de los campos 1 al 32 están confinados. Mis amigos allí dicen que han entrado en pánico”. Un trabajador nepalí que vive en la zona confinada dice que no les permiten salir. “No podemos caminar en grupos ni comer en lugares públicos. Sólo podemos comprar comida y llevarla a la casa. Me preocupa mi familia. Si me pasa algo a mí, no tienen a nadie”, relata. Otro describe la situación como “muy tensa”.

El gobierno anunció el confinamiento tras identificar 238 casos entre los “trabajadores extranjeros” el pasado 11 de marzo. Los cinco días siguientes sumaron 113 casos más. Pocos dudan de que hay un brote donde viven los trabajadores. Pero aunque Qatar haya decidido que casi todo los espacios y servicios públicos cierren debido a la pandemia, hay trabajadores que denuncian que los están obligando a trabajar con alguna toma de temperatura antes del comienzo de cada turno como única medida de precaución.

El número de personas contagiadas en el Golfo Pérsico crece rápidamente. Se registran ya más de 1.200 casos en Qatar, Bahréin, Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos Árabes.

La zona industrial de Doha es una inmensa planicie repleta de naves, almacenes, fábricas y alojamientos para trabajadores a media hora de la ciudad. En ella viven cientos de miles de personas en condiciones de hacinamiento. En un lugar donde a veces comparten habitación hasta diez hombres es muy difícil plantear el combate contra la infección. Las cocinas y baños compartidos en pésimas condiciones sanitarias no ayudan.

“¿Cómo pueden protegerse los trabajadores si la mayor parte de los campos no tiene agua corriente ni gel para las manos. Cómo puedes mantener la distancia de seguridad en un lugar donde hay miles de personas hacinadas? Ninguna de las recomendaciones es aplicable aquí”, se pregunta Vani Saraswathi, editora de migrant-rights.org, que lleva 17 años en el país.

Dos millones de trabajadores extranjeros en el país

Algunos de los trabajadores han tomado cartas en el asunto. “Hacemos lo que podemos por nuestra cuenta. El campo estaba algo sucio y lo hemos limpiado, hemos cambiado las sábanas y hemos usado sprays para terminar con los gérmenes” explica uno de ellos.

En Qatar hay unos dos millones de trabajadores extranjeros. La mayor parte vienen de Asia y el cuerno de África, orígenes que suman el 95% de la población migrante. Desde que el país comenzó a prepararse para el mundial 2022, el número de migrantes aumentó a toda velocidad. La situación se repite por todo el Golfo Pérsico. Sus economías no funcionarían sin los migrantes. En Bahréin, hay unos 800 trabajadores en cuarentena.

La situación en Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos es más difícil de conocer, las autoridades no ofrecen mucha información sobre los migrantes. Lo que gobiernos como el qatarí han anunciado son planes de reactivación económica e incentivos a las empresas de miles de millones de dólares.

Pero pese a las medidas, Saraswathi advierte de que los trabajadores migrantes podrían ser los principales afectados por la crisis que está desatando el virus en países que se caracterizan por bajos salarios y retrasos en su pago.

La editora explica que “el gobierno nunca debió mantener trabajadores en esas condiciones. Ahora lo mínimo que pueden garantizar es que reciban sus salarios a tiempo y vigilar que no haya retrasos ni descuentos. Si no pueden enviar dinero a sus casas, sus familias van a enfrentarse a tiempos muy duros justo en el momento en que son más vulnerables”.

Algunos trabajadores elogian lo que ha hecho el gobierno. Un trabajador nepalí dijo que lo habían llevado inmediatamente al hospital una vez que alertó de que tenía síntomas similares a los de la fiebre. Sólo cuando la prueba de coronavirus dio negativo le dieron de alta.

Para él, “Qatar está haciendo todo lo que está a su alcance para detener la extensión del virus. Los trabajadores también están haciendo todo lo que pueden para apoyar al gobierno en la contención del virus. Obedecen las reglas porque van en beneficio de todos”.

Otros trabajadores no se atreven a hablar con The Guardian. Temen que puedan deportarlos si hablan con la prensa. Todos los países del Golfo han prohibido la entrada a todos los extranjeros. Miles de personas que tenían que incorporarse a sus empleos en la región están en sus países de origen.

Migrantes atrapados en el Golfo por el coronavirus

Los migrantes suelen pedir grandes sumas de dinero prestado a tipos de interés muy altos para garantizar puestos de trabajo a través de ciertas agencias de colocación. Ahora temen no poder pagar esas deudas. Quienes estaban en casa y ahora no pueden regresar a sus puestos de trabajo, no saben si los han perdido. Si cuando regresen, después de todo esto, seguirán teniendo trabajo.

El gobierno de Nepal ha tomado una decisión sin precedentes y ha prohibido que sus ciudadanos regresen a casa desde el Golfo y otros países golpeados por el virus. Millones de nepalíes están atrapados por el mundo.

Ganesh Gurung, experto en migraciones, nepalí también, ha criticado la medida. “Me sorprende. ¿Qué puede hacer un nepalí que no tenga dinero o visado? Es un desastre absoluto. Los migrantes son los héroes económicos de Nepal pero cuando llega un momento de vulnerabilidad, se les prohíbe regresar a casa. Están vulnerando sus derechos humanos”.

El gobierno de Qatar ha confirmado que la mayor parte de los casos detectados, están en la zona industrial del país.La portavocía del gobierno ha emitido un comunicado en el que se lee: “Estamos haciendo todo lo posible para evitar la extensión de la enfermedad en Qatar y proteger a toda la población sin excepciones”. Por ello, explican que se han acordonado algunas zonas del país “para contener el virus”.

“Donde se han decretado cuarentenas, las autoridades competentes trabajan estrechamente con los empresarios para garantizar el bienestar y las necesidades médicas, reza el escrito. Además detallan que están distribuyendo ”con regularidad“ comida, agua, mascarillas y gel de manos, y están coordinados con las empresas para ”garantizar que se cubren las necesidades diarias de los trabajadores y que se pagan sus salarios en la fecha que corresponde“.

Traducido por Alberto Arce

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