Megyn Kelly, la periodista que pisoteó el ego de Donald Trump
La presentadora de Fox News, Megyn Kelly, no es la primera en provocar la ira de Donald Trump. Pero sí es la única periodista que ha logrado someter al candidato a la presidencia. No cabe duda de que ha sido la primera presentadora de televisión en dedicarle un programa completo en directo “de parte de alguien que te quiere”, según describió irónica el martes.
Kelly informó así de la espantada de Trump en el último debate televisado antes de los caucus de Iowa porque, básicamente, no le gusta la idea de ser entrevistado por ella. “No ha conseguido controlar los medios de comunicación”, decía a los espectadores en su programa nocturno, The Kelly File, horas después de que el magnate inmobiliario anunciase en un comunicado que se retiraba del debate.
“Mientras dejaba clara su postura sobre mí tras ese primer debate, Roger Ailes la dejó también”, dijo en referencia al presidente de la cadena Fox News, que se ha mantenido en su bando. También añadió que Trump ha sacado el tema de su presencia como moderadora en el próximo debate “una y otra y otra vez”.
Al anunciar su intención de no participar en el debate, Trump dijo simplemente que creía que su némesis es “un peso ligero”. A la mañana siguiente, Trump fue más lejos con un mensaje en Twitter: “Me niego a llamar a Megyn Kelly una cara bonita, porque eso no sería políticamente correcto. Sólo digo que es una periodista de poco nivel”.
Nunca antes se ha visto que un favorito a presidente abandone un debate televisado en la víspera de las votaciones en Iowa. Esta decisión es especialmente relevante en el caso de Trump, que se ha labrado una imagen de candidato descarado, sin miedo a nadie, amante de la confrontación y autoproclamado siempre como “ganador”.
El debate de Fox News, que se celebrará en Des Moines el próximo jueves, es un evento crucial para que los candidatos presenten sus programas a los votantes de Iowa antes del primer caucus del país, que tendrá lugar la semana siguiente. Boicotear el encuentro es una apuesta arriesgada por parte de Trump, que está casi empatado en las encuestas con el senador de Texas Ted Cruz.
Es incluso más destacado por el hecho de que el millonario rara vez se ha visto afectado por un rifirrafe con un periodista -profesión que desprecia por completo- y con una que, ni más ni menos, trabaja en la muy derechista Fox News. Kelly, de 45 años, ha formado a menudo parte del equipo de partidarios de Trump. Esto quizá explica por qué el candidato la encuentra especialmente irritante.
Su atrevido, implacable y mordaz enfoque de las entrevistas políticas, por el que ha conseguido su propio programa de noche -The Kelly File- y ha afianzado su papel de copresentadora en los debates presidenciales de la cadena, la han convertido en una rival formidable para los políticos de cualquier color. Sus preguntas para Trump en el primer debate republicano televisado el pasado agosto en Cleveland, Ohio, llegaron en un momento en el que el establishment republicano empezaba a aceptar que la carrera a la Casa Blanca estaba siendo dominada por el antiguo presentador del reality show, The Apprentice.
“Señor Trump, una de las cosas que al público le gusta de usted es que dice lo que piensa y no se deja condicionar por la situación política”, apuntó Kelly en el debate. “Sin embargo, esto tiene su lado negativo cuando se refiere a las mujeres. Ha definido a las mujeres que no le gustan como cerdas, perras, guarras y animales repugnantes”.
Este fue el primero de varios forcejeos entre los dos y supuso un impacto directo para Trump, acostumbrado a preguntas fáciles por parte de los reporteros de televisión, ya sean de Fox News o de otras cadenas. Estos periodistas han ofrecido un acceso ilimitado al empresario en sus programas con la seguridad de que las audiencias aumentarían de forma inmediata.
El intento de Kelly de provocar a Trump por su conocida misoginia fue el mayor desafío al que se ha enfrentado el contendiente republicano desde que se presentase como candidato presidencial hace dos meses. Y una clara muestra de que, en efecto, tiene un problema contra las mujeres, Trump se dejó llevar por la rabia después del debate, declarando en la CNN que a Kelly “le salía sangre de los ojos, le salía sangre de todas partes”. El comentario fue ampliamente percibido como una referencia a la menstruación, a pesar de que Trump, impasible, negase que esta fuese la lectura correcta.
Desde entonces, Trump ha tenido varios encontronazos con otros periodistas, incluyendo el corresponsal de Univisión, Jorge Ramos, al que expulsó de una rueda de prensa y al redactor del New York Times, Serge Kovaleski, de quien pareció burlarse en un mitin por su discapacidad.
Pero ningún otro periodista ha conseguido que Trump pierda los nervios. “Conmigo, están tratando con alguien ligeramente diferente. No pueden jugar conmigo como lo hacen con el resto”, dijo el martes al anunciar que se retiraba del debate. “Dejadles que celebren el debate y veremos qué audiencias tienen”.
Traducción de: Mónica Zas