Cesada una feminista del consejo digital por denunciar el racismo del poder en Francia
Una fuerte polémica se ha desatado en Francia sobre la dificultad para debatir sobre racismo después de que una reconocida feminista y activista antiracismo haya sido obligada a abandonar un organismo consultor gubernamental.
La periodista Rokhaya Diallo ha denuncia en muchas ocasiones lo que ella denomina el racismo institucional en Francia, en especial las prácticas policiales de detención y registro contra jóvenes no blancos.
La semana pasada, Diallo, de 39 años, fue una de las 30 personas nombradas para el consejo digital nacional de Francia, el CNNum, una comisión independiente de expertos digitales. El panel de voluntarios iba a asesorar al gobierno de Emmanuel Macron sobre una nueva e inclusiva política digital.
Los nombramientos fueron aprobados por el ministro de Economía Digital, Mounir Mahjoubi, –una de las nuevas caras de la diversidad en el gobierno– así como el primer ministro. Sin embargo, el gobierno cedió después a las quejas por la presencia de Diallo.
Comentaristas de extrema derecha atacaron a Diallo en las redes sociales. Más tarde, el partido conservador Les Républicains escribió una carta abierta al gobierno para quejarse de que Diallo había hablado abiertamente del “racismo institucional” en Francia y había apoyado a movimientos feministas en los que mujeres negras asisten a reuniones a puerta cerrada para hablar sobre racismo y sexismo.
El partido también criticó el nombramiento del rapero Axiom a causa de las letras de sus canciones. En el Partido Socialista –así como el ex primer ministro socialista Manuel Valls que ahora forma parte del grupo parlamentario de La República en Marcha, la formación política de Macron– hubo declaraciones a favor de echar a Diallo.
El gobierno expulsó a Diallo rápidamente, prometiendo una reorganización para que el organismo trabaje con más “calma”.
La organización francesa Liga de Derechos Humanos criticó la “preocupante” decisión del gobierno: “En una democracia, el Estado debe respetar el pluralismo de opiniones para dar argumentos a la acción pública y enriquecerla”.
Dimisiones dentro del órgano consultivo
Marie Ekeland, una empresaria de start-ups y directora del órgano consultivo, dimitió el martes, y después lo hicieron otros miembros del consejo. Ekeland dijo que la polémica demuestra que “en Francia no queremos escuchar voces disonantes. Muestra hasta qué punto no sabemos debatir de manera tranquila sobre distintos puntos de vista”.
“Creo que demuestra que hay mucha tensión. Marie Ekeland, que seleccionó el comité, es una adelantada a su tiempo y es muy optimista sobre la capacidad de los franceses para dialogar y hablar entre ellos. Lo que podemos ver ahora es que hay temas que son muy difíciles de discutir en Francia, como por ejemplo temas raciales”, dice Diallo a the Guardian, cuyo trabajo incluye el documental reciente De París a Ferguson sobre una nueva generación de activistas antiracismo.
“Ha tenido lugar una ola de apoyo hacia mí por parte de gente, incluida la Liga Francesa de Derechos Humanos, que entienden que para que haya un debate democrático sano, hay que escuchar todas las voces. Muestra que se desea democracia. Ahora hay generaciones que entienden que Francia está compuesta por gente como yo, que soy parte de Francia, y que, me quieras escuchar o no, es algo que debes tener en cuenta. Es doloroso para alguna gente pero crucial para el futuro”.
“En el extranjero se entiende qué está en juego en Francia, pero en Francia la gente está metiendo la cabeza bajo tierra”, dijo Diallo, que acaba de intervenir en un foro de Naciones Unidas en El Cairo sobre la difusión del odio en internet.
Problemas dentro del gobierno
La polémica llega en un momento en el que el gobierno de Macron está preocupado precisamente por el debate sobre sobre cualquier tipo de racismo institucional. El ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, anunció en el Parlamento la semana pasada que demandará a un sindicato de maestros de Seine-Saint-Denis, una zona del norte de París con gran diversidad cultural, por utilizar el término “racismo institucional” en talleres sobre el sistema educativo.
Diallo dice que seguirá hablando de racismo institucional en Francia, citando al defensor de los derechos de los ciudadanos que ha advertido sobre el uso de perfiles raciales por la policía, cuando dice que gente con apariencia árabe o negra tiene 20 veces más probabilidades de ser parada para pedirle la documentación. El mes pasado invitó al ministro de Educación a demandarle por ello si lo veía oportuno.
“Cuando hablé de racismo institucional en Francia, me lo reprocharon mucho”, dice Diallo. “La cosa es que Jean-Michel Blanquer, en lugar de preocuparse por el racismo producido por el Estado, prefiere tomar medidas legales contra una opinión” , añade la activista.
“Lo que tendríamos que estar haciendo es asegurarnos de que el sistema educativo no reproduzca mecanismos racistas y garantizar que todos los alumnos y maestros no tengan acceso al racismo”.
El pilar fundacional de la República Francesa es que todos los ciudadanos tienen que ser iguales y libres de distinciones de clase, raza o religión. Es ilegal clasificar a la gente por etnia o recopilar datos o hacer preguntas en el censo sobre raza u orígenes. Pero los activistas dicen que esto enmascara los problemas de racismo y discriminación en la sociedad.
Traducido por Marina Leiva