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The Guardian en español

La rebeldía de la cultura en el asedio de Sarajevo: “El punk era mi arma”

Un militar ante los carteles de promoción del concierto de U2 de 1997 en Sarajevo.

Kate Connolly

Berlín —

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Durante el sitio de Sarajevo, el asedio más prolongado a una ciudad en la historia de la guerra moderna, el operador de radio Boris Siber recurrió a la música para hacer estallar las ondas enemigas y destruir sus comunicaciones: “Ponía The Clash, Jimi Hendrix y los Sex Pistols, lo más alto posible en las frecuencias que utilizaban... cambiaban de frecuencia, entonces los volvía a encontrar. Ése era mi cometido”. Siber, integrante de un exitoso grupo de cómicos yugoslavos antes de que la guerra forzase su disolución, también intentaba animar a civiles y militares como cómico radiofónico: “La música y el micrófono eran mis armas”.

Enes Zlatar Bure trabajaba de día como bombero, ayudando a apagar los incendios provocados por la explosión de munición, un puesto al que se presentó voluntario como alternativa para no ir al frente. Por la noche, en la ciudad asediada, era el líder de la banda de punk rock Sikter: “Nuestro punk rock era un arma para decirles: que os jodan... no podéis hacernos nada. Sí podéis, podéis seguir disparándonos, matándonos... pero pase lo que pase os diremos: que os jodan”.

Los dos forman parte de una comunidad clandestina de ciudadanos de la capital bosnia que recuerdan en un nuevo documental los casi 47 meses que pasaron atrapados en su ciudad entre 1992 y 1996 bajo el constante fuego enemigo de los nacionalistas serbios, y cómo la cultura se convirtió en su clave de resistencia y supervivencia.

Dirigido por Nenad Cicin-Sain, el documental Kiss the Future (besad el futuro) se ha estrenado en la Berlinale, el festival de cine de Berlín, y reúne a músicos, artistas y periodistas que utilizaron la música y el arte para rebelarse contra el asedio y reivindicar su derecho a una identidad multicultural en medio de los intentos nacionalistas serbios de destruirlos a ellos y a su patrimonio cultural. El título hace referencia a las palabras que lanzó Bono desde el escenario durante el concierto que ofreció U2 en la ciudad en 1997: “Que se joda el pasado, besad el futuro”.

El arte para rebelarse y sobrevivir

Cicin-Sain, nacido en Eslovenia de madre serbia y padre croata, explica que el auge del nacionalismo en todo el mundo le hizo reflexionar sobre esta historia, y consideró oportuno acercarla a un nuevo público. “Nuestra intención era humanizar lo que supuso pasar por una experiencia tan horrible, pero en esa oscuridad encontrar los signos más bellos de humanidad”, ha indicado en declaraciones a The Guardian. “Incluso en los tiempos más oscuros, la gente recurre a la música y al arte para rebelarse, sobrevivir y ayudar a los demás. Querían encontrar un propósito, sentirse humanos, sentirse normales”, cuenta.

Los protagonistas relatan sus esfuerzos diarios por esquivar los disparos de francotiradores, y su día a día sin agua, electricidad, gas ni calefacción, en un contexto de escasez de alimentos, combustible y medicinas. Por la noche se refugiaban y buscaban compañía en clubes y bares clandestinos, arriesgando sus vidas mientras atravesaban zonas con francotiradores para poder llegar a los establecimientos.

Zlatar Bure recuerda cómo Sikter, su banda, tocaba en un club llamado Obala, que adquirió un estatus legendario. “Íbamos al local y tocábamos. La gente venía, escuchaba y se divertía. Era como teletransportarse a otro lugar, como Ámsterdam o Berlín, Londres o Nueva York”, explicó hace unos días en un encuentro con la prensa en el festival de cine. “Cuando estábamos en el club, ninguno de nosotros pensaba en lo que estaba pasando fuera. Era como una cápsula y eso nos mantenía cuerdos”. Recordó que cuando los propietarios de Obale conseguían combustible para su generador, llamaban a los músicos para que actuaran.

Sarajevo estaba sitiada por completo por tanques y francotiradores, y los muertos y heridos eran una realidad cotidiana. “Nuestro bajista vino un día y me dijo: 'Oh, nuestro batería perdió la mano en el frente'. ¿Y qué hizo? Se pegó la baqueta al muñón para poder tocar; ahora sigue tocando así”.

Gino Jevđević, músico de punk rock, compositor y dramaturgo balcánico que puso en escena una adaptación del musical Hair que se representaba casi a diario durante la guerra, explicó: “El público arriesgaba literalmente su vida, corriendo desde los distintos puentes hasta el teatro. Nuestro técnico de sonido murió antes de una de esas representaciones”.

Vesna Andree Zaimović, periodista de Radio Sarajevo que ha trabajado como documentalista de Kiss the future, dijo que rodarla había sido un proceso de sanación, pero también una experiencia dolorosa, sobre todo cuando se produjo la invasión rusa de Ucrania cuando estaba a punto de empezar el rodaje, lo que reavivó el trastorno de estrés postraumático en varios miembros del equipo bosnio. En su opinión, la lucha por la libertad de los ucranianos dio aún más sentido al proyecto. “Nuestras vivencias forman parte de un momento de la historia”, dijo. “Pero también se trata de un tema relevante y esencial para la situación política mundial actual. Todo lo que ocurrió hace 30 años está profundamente relacionado con los sucesos que están ocurriendo cerca de aquí hoy”.

Se calcula que el asedio más largo de la historia moderna costó la vida a casi 14.000 personas, entre ellas más de 1.600 niños. El acuerdo de paz de Dayton puso fin a casi cuatro años de guerra entre serbios, croatas y bosnios.

El mensaje de Zaimović a quienes sufren en Ucrania y otros lugares es que recuerden que “están en el lado correcto de la civilización”. Su entonces novio, y ahora marido, Senad Zaimović, intentaba protegerla de los disparos de francotiradores en su camino diario al trabajo en un canal de televisión. Él era redactor jefe de War Art, un programa diario que cubría todos los aspectos de la cultura, desde desfiles de moda hasta comedia, y que emitía desde la ciudad vía satélite como un acto deliberado de resistencia cultural. “Yo era joven y estaba enamorada. Era un choque entre los sentimientos más elevados que puede tener una mujer y el horror más brutal del asedio de la destrucción, y así es como nos sentíamos la mayoría en Sarajevo”, explicó Zaimović durante el encuentro con la prensa.

Cicin-Sain reconoció que había temido que el proyecto tuviera que cancelarse por motivos de seguridad ante la preocupación de que el nacionalismo ruso desencadenara una respuesta agresiva de los aliados del Kremlin en Serbia debido al conflicto en Ucrania.

El actor estadounidense Matt Damon, uno de los productores de la película debido a su amistad con U2, explicó que para él ha sido un honor participar en el proyecto. “Ha sido una experiencia increíblemente conmovedora ver las entrevistas sin cortes”, afirmó.

El recuerdo del concierto de U2

La película culmina con el concierto de U2 de 1997. Bill Carter, un cooperante estadounidense afiliado a una inconformista ONG de circo humanitario, había conseguido hablar con Bono durante la guerra. Gran parte del documental se basa en su libro Fools Rush In. El concierto, al que asistieron unas 45.000 personas de la antigua Yugoslavia, sólo fue posible gracias a los esfuerzos de miles de trabajadores del acero, la construcción y el transporte, que hicieron lo imposible, desde volver a levantar puentes hasta reconstruir el estadio olímpico, para que la banda pudiera llegar a la ciudad devastada por la guerra y para que ésta acogiera el concierto. En todo el país, la gente salió a las calles para dar la bienvenida a la banda y a su séquito en su viaje a Sarajevo.

Durante su encuentro con Carter, el cantante del grupo irlandés, Bono, que había visitado la ciudad en secreto durante la guerra a finales de 1995, expresó su admiración por los habitantes de Sarajevo. Afirmó que ellos mejor que nadie definían la expresión “gracia bajo presión ” (Grace Under Pressure es el título del décimo álbum de la banda canadiense de rock progresivo Rush).

Durante el mítico concierto de U2 en la capital bosnia, Bono pronunció un discurso ante la multitud extasiada en el concierto, y con la voz entrecortada por la emoción les dijo: “A la mierda el pasado, besad el futuro”.

Sikter, el grupo de Zlatar Bure, fue elegido telonero y abrió el concierto con una versión punk rock del himno nacional bosnio. “Si me lo preguntan, ese fue el momento más emotivo”, señala Zlatar Bure.

Traducción de Emma Reverter

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