Crónica de una Visita Real
Solamente algunos turistas despistados, cuya cara de indignación revelaba la sorpresa de que el gran despliegue de seguridad no les permitiera entrar al monasterio de Yuso, parecían no saber quién visitaría San Millán para inaugurar el seminario internacional 'Los periodistas como maestros del español'.
Todos los demás sectores profesionales, disgregados en sus correspondientes subgrupos, se dispersaban alrededor del lugar que vio nacer el castellano a la espera de que dieran las doce del mediodía. Los servicios de seguridad, ya trabajando, numerosos e imponentes, nos indican dónde podemos aparcar el coche en el que viajamos a cubrir la visita. Donde podemos es lo más lejos posible, justo al lado de una impresionante flota de coches antiguos, negros y brillantes, que no sabemos si están ahí fruto de la casualidad o a consecuencia de.
Caminamos por la extensa explanada bajo la atenta mirada de -cada vez parecen más- militares y guardias civiles, vigilantes de que todo esté en su sitio. Llegamos a la puerta del Monasterio, ésta la bloquean lo que parecen encargados de la Casa Real, todavía es pronto, nos dicen, podéis ir a tomaros un café. Cruzamos la valla de contención que dividirá el escenario entre saludadores y saludados. Desde el cielo resuena el rumor mecánico de las hélices de un par de helicópteros. La valla de contención está decorada con los colores de las banderas española y riojana. En la terraza del bar el camarero atiende a las mesas repletas. De la monarquía podrán decir lo que quieran, menos que no genera empleo.
Ya en el bar pedimos un cortado y, poco a poco, la sala se va llenando de periodistas y trabajadores del Monasterio, de servicios de seguridad y ciudadanos de a pie. Alguien dice que la Princesa de Asturias está llegando en helicóptero desde Madrid, -ésa es la mejor forma de viajar- dice algún asistente muy viajado.
Hacemos tiempo cortado en mano y salimos del bar, tras la valla de contención, frente a la puerta del Monasterio, ya hay un buen grupo de gente. La mayoría son señores mayores que, muy amablemente, nos hacen un hueco para pasar, instándonos a que tomemos buena nota de lo que suceda “porque luego lo vamos a ver”. Ya en la entrada de Yuso nos hacen esperar y sacar el DNI. para comprobar que nuestra presencia está justificada, anotada y validada. Todos los bultos, sospechosos o no, han de depositarse en el suelo, apoyados en la pared si se desea, para una inspección canina.
Reporteros del corazón, redactores, cámaras, fotógrafos, algunos de etiqueta y otros de Zara, hay un buen elenco de periodistas, tanto nacionales como de la Comunidad. Después de comprobar que el nombre del documento de identidad está en la lista de los agraciados nos dan una pegatina verde, redonda, con el escudo de la Casa Real impreso sobre el eslogan 'Servicio de Seguridad'. La pegatina nos la ponemos en la solapa y esperamos a que todo el mundo se decore la suya. Una perra fibrosa y oscura olisquea las mochilas y no advierte peligro. Podemos ir bajando la escalinata que da al patio del Monasterio de Yuso.
Un señor lo organiza todo con energía y entusiasmo. Los fotógrafos, aquí; los cámaras, allá; y los redactores seguidme. Le seguimos, claro. Entramos al edificio y nos manda al tercer piso, a una sala de prensa. Entendemos que el contacto con Doña Letizia no va a ser lo que se dice directo. La sala de prensa está abarrotada. Ordenadores personales, editores de imagen portátiles, grabadoras y micrófonos, salidas de audio y vídeo, cables de todo tipo, inundan las hileras de mesas donde periodistas se concentran en hacer su trabajo. Hay tres ventanas en la sala, al menos dan al patio, y una televisión donde se va a retransmitir la inauguración en riguroso directo.
Una de las cámaras, situada en una de las ventanas, enfoca al patio y transmite en tiempo real lo que en él sucede a la televisión que tenemos enfrente. Dentro del patio también hay vallas de contención. Tras ellas grupos de personas con minusvalía de alguna asociación y niños de algún colegio -pasándolo en grande parece- se adivinan contentos de estar un martes donde están esperando a quien esperan. Hay algo de alboroto inocente. Queda poco para las doce.
Dan las doce del mediodía y, con una puntualidad asombrosa, todas las cabezas de los reunidos en el patio giran hacia la puerta de entrada. Los fotógrafos se apresuran, formando casi una unidad, a correr hacia el mismo sitio. Los periodistas en la sala de prensa se agolpan buscando un hueco libre de la ventana por el que mirar.
Un punto de luz femenina resalta sobre los oscuros y serios uniformes de trabajo de Pedro Sanz, presidente del Gobierno regional, José Antonio Ulecia, delegado del Gobierno, y Víctor García de la Concha, director de la Real Academia de la Lengua. La Princesa de Asturias, Doña Letizia Ortiz, destaca en el conjunto de mandatarios y escoltas que la acompañan con su sobrio conjunto de chaqueta blanca y pantalón azul marino, adornado por un fular topeado, con colores a juego con las dos prendas. Y algo que sorprende son la ausencia de sus altos y comentados tacones. Letizia lleva hoy unas bailarinas con un poco de tacón.
La Princesa se acerca a las vallas a saludar y cuando llega a la altura de los niños las traspasa, no sabemos si para descalabro de algún escolta, para estar más cerca de los pequeños. Bromea con ellos, se la ve alegre con los chavales, espontánea, algunos escolares hacen fotos del momento con sus móviles y sonríen, no todos los días se tiene delante a una princesa.
Después de los saludos y las admiraciones llega el turno de posar para la foto de rigor. Los participantes de la inauguración, todo hombres excepto Doña Letizia y otra asistente, sonríen bajo la iluminación feroz que ofrece un sol de justicia. Va demasiado abrigada, va a pasar mucho calor, se oye dentro de la sala de prensa. Después entran al salón donde se va a llevar a cabo el acto y los periodistas levantamos la mirada a la pantalla, porque va a ser la única manera de poder ver un primer plano de Su Alteza Real.
Víctor García de la Concha, director de la Real Academia de la Lengua y presidente de la Fundéu BBVA- fundación que, junto a la de San Millán de la Cogolla organiza el seminario-, ha sido el encargado de abrir la inauguración. Su discurso ha girado en torno al “vulgarismo lingüístico rampante” que asola a la población y que refleja “un embotamiento de la sensibilidad social y un empobrecimiento de los valores”. Además ha presentado las tres mesas que van a dar forma al Seminario, la primera titulada “Los periodistas como maestros del español”, la segunda “¿Es el periodismo del corazón un vulgarizador del lenguaje?” y “Los medios como guías para el buen uso del español y escaparate de las nuevas palabras”, la tercera.
Álex Grijelmo, presidente de la Agencia EFE, ha querido expresar cómo da la sensación de que el periodismo no tiene la obligación de representar con la mayor pulcritud posible el lenguaje, mientras que otras acciones como la defensa de los débiles, el combate contra la corrupción o la investigación honrada, resultan casi intrínsecos en la percepción del mismo. Grijelmo ha finalizado apuntando que “la obligación del periodista es buscar y transmitir la verdad prescindiendo de que ésta hiera”, al contrario de los que persiguen “herir prescindiendo de si transmiten o no la verdad”. Un claro guiño crítico a la prensa sensacionalista ha sobrevolado su discurso.
Ángel Cano, consejero delegado del BBVA, ha iniciado su comparecencia con valores cuantitativos que reflejan la importancia del castellano. “El español”, ha asegurado, “es la segunda lengua más hablada del mundo”. Cano ha informado de que solamente el 10% de los 360 millones de personas que hablan nuestra lengua viven en España, y ha adelantado como, según se prevé, habrá 550 millones de hispanohablantes en 2050. Con estos datos, Cano ha calificado de muy importante la labor del periodismo como difusor y protector del idioma ya que, por una parte, su función es informativa pero, por otra, también pedagógica. Así pues los periodistas ejercen un “papel fundamental” en la protección del español.
Por su parte, el Presidente de La Rioja, Pedro Sanz, ha aprovechado su discurso para preguntarse si “son los medios de comunicación los que influyen sobre los hablantes, acostumbrándoles a usos comunes, o son los hablantes los que generan la necesidad de medios de comunicación con una lengua que sirva para todos”. Sanz ha confiado la respuesta a las conclusiones que se den en el seminario, considerando que “del trabajo de estos días saldrán datos y conclusiones realmente valiosas y que deberán tenerse en cuenta”.
Y por último, y para concluir la inauguración del seminario 'Los periodistas como maestros del español', la Princesa de Asturias ha pronunciado las palabras que quizá más expectación han causado en los presentes. Como antes de dedicarse a las labores de la Corona se dedicó a las del periodismo, es fácil adivinar que su discurso no es una mera sucesión de palabras, sino que en su discurso se halla el rigor del que conoce de lo que habla.
Doña Letizia Ortiz ha invitado a los periodistas a reflexionar sobre cómo “usáis el lenguaje” con el fin de que “lleguéis a conclusiones acerca del papel que tenéis en el desarrollo y cuidado del idioma, porque es una tarea de un alcance inmenso que os compete a todos”. Y, ya que el periodista ha de ser cuidadoso con la forma, la Princesa de Asturias ha instado a los profesionales de la información a ser también prudentes con el fondo que eso conlleva, “no es difícil suponer que el periodista que cuida las palabras, será también cuidadoso con la información. Siempre se ha dicho que el buen periodista está seguro de que lo que cuenta es, por supuesto, cierto, está contextualizado y bien explicado, y lo cuenta además de forma interesante y correcta”.
La Princesa de Asturias ha dejado claro que la información rigurosa y responsable “es uno de los elementos que definen a las sociedades democráticas”. También ha querido añadir cómo en sus frecuentes viajes con el Príncipe fuera de España siempre ha encontrado halagos para el idioma español, el cual “no sólo valoran como lengua de comunicación internacional, sino que también les parece precioso”.
Para concluir, Doña Letizia ha leído el titular que la Agencia Efe lanzaba para notificar el Seminario, “El nivel lingüístico de los periodistas, a examen en San Millán de la Cogolla”. “Os dejo por tanto que empecéis a examinaros”, ha terminado, “y que luego nos contéis a todos cómo ha ido”.
Tras los aplausos, todos los asistentes a la inauguración han abandonado la sala. La comitiva ha cruzado el patio al ritmo de los obturadores de las cámaras de los fotógrafos abriéndose y cerrándose y ha entrado por una puerta a otra de las estancias del Monasterio de Yuso. Ya no había más que hacer.
Hemos dado un paseo hasta el coche. Un par de Rolls Royce clásicos – por casualidad o a consecuencia de- nos han acompañado un trecho del camino. Sorteamos uniformados y entrenados servicios de seguridad que se han perdido el discurso y dejamos atrás un Seminario sobre periodismo que tendrá lugar en la cuna del castellano, 'Los periodistas como maestros del español', la mayoría de los periodistas también se van. Todavía se oye el sonido de los helicópteros cuando perdemos de vista la figura pétrea de Yuso.
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