El cine de un Actual “enmascarado”
Las mascarillas, el respeto y las ganas de cine fueron las claves fundamentales de este Actual 2021. La sala del Bretón volvió a llenarse, a medio aforo, con los amantes del séptimo arte ávidos de disfrutar del cine en su forma primigenia, la de la gran pantalla, la sala a oscuras y la procesión de unas almas que relajan sus sentidos para sucumbir ante el poder de los fotogramas que conforman una historia en imágenes.
Porque digámoslo claro, ni el calor del hogar ni la comodidad de un buen sofá hacen sombra a la gran liturgia que supone compartir una película en compañía de otros desde la complicidad de una gran sala.
La amalgama de propuestas en 2021 ha sido variada y también desigual. Un menú con piezas maestras y otras obras de menor calado que también fueron celebradas por unos u otros. Sobre gustos no hay nada escrito y la libertad de expresar lo que nos conmueve o nos deja indiferentes es una de las expresiones del arte.
Comenzaron las proyecciones con cine chileno, ese que desde hace tiempo conquista a crítica y público, por el nivel de valentía, calidad y realismo social de sus producciones. El detective topo de Maite Alberdi inauguró las tardes del Bretón y lo hizo con un falso documental que nos acerca a la realidad de nuestros mayores en el entorno de una residencia. Una pieza sutil que nos habla de la soledad y el abandono al que se ven sometidos nuestros mayores dentro de la sociedad avanzada y salvajemente tecnológica en la que habitamos.
Con la bielorrusa El profesor de persa de Vadim Perelman viajamos a la brutalidad y deshumanización de un campo de concentración alemán para sumergirnos en la curiosa historia de un judío que debe conseguir hacer verosímil una mentira que, en primera instancia, le salva de morir fusilado, pero que convertirá su existencia en un viacrucis permanente. Pieza potente respaldada por una brillante producción y la también brillante interpretación del siempre solvente Nahuel Pérez Biscayart que nos conquistó en el pasado con 120 pulsaciones por minuto y una nómina actoral en la que destacan el muy inquietante Lars Eidinger y el prometedor actor alemán Jonas Nay.
El momento álgido de Actual llegó de la mano de Thomas Vinterberg y esa virguería etítica traducida al español como “Otra ronda” que desde mi punto de vista es, sin duda, una de las películas del 2020. El aburrimiento de la clase media danesa y por ende del resto de las sociedades ¿avanzadas? ante la crisis de la mediana edad y sus sinsabores llevan a cuatro amigos, docentes de un muy nórdico instituto, a escudarse en la loca teoría de un insigne científico noruego que defiende que el ser humano saca lo mejor de sí mismo manteniendo una tasa de alcohol en sangre de 0,5 gramos por litro. Convencidos y dispuestos, deciden pasar a la acción y llevar el experimento adelante, ¿imaginan las consecuencias? Pues, si no formaron parte del público de Actual no dejen que nadie les destripe la película y acudan a verla en su estreno en salas, no lo lamentarán.
Tras la juerga dominguera de nuestros amigos daneses nos embarcamos en otra juerga, esta vez a la francesa, la de un trío de desesperados y descerebrados ex “chalecos amarillos” (primos hermanos de los rednecks estadounidenses). En Effaccer l’historique (Borrar el historial) de Benoît Delépine y Gustave Kervern, los acompañamos en sus delirantes andanzas y sus fallidos planes en pro de recuperar el espejismo que asumimos las clases obreras de creernos merecedores, por derecho propio, de formar parte de la clase media y su estado de bienestar. Ingenuos hasta el dolor, desorientados y malheridos estos tres personajes quijotescos, encarnados por los extraordinarios Blanche Gardin, Corinne Masiero y Denis Podalydès, completan un catálogo de gags que me hicieron adorar llevar puesta una mascarilla que me ayudaron a silenciar las carcajadas. Divertida, caustica y autocrítica, esta singular comedia muestra mucha más realidad social que cualquier otro drama al uso valiéndose de las licencias de apertura en la libertad de expresión que siempre concede el humor.
Las expectativas eran amplias con Gagarine, ópera prima de Fanny Liatard y Jérémy Trouilh que viene de cosechar excelentes críticas en su paso por distintos festivales. Una historia que navega entre los sueños espaciales de Youri, un muchacho de color que sobrevive a duras penas en un bloque de viviendas de los suburbios de París. Gagarine es una historia amable de superación y resistencia que, desde mi punto de vista, se atasca en su catálogo de buenas intenciones y excesiva poética. A pesar de la brillante interpretación del soberbio debutante Alseni Bathily y de varias escenas de bello potencial estético no he conseguido que la historia haga mella en mí. Una pena.
Y terminamos las proyecciones con una coproducción entre Italia, Reino unido y Rumanía que nos dejó a todos cuerpo de lunes por la mañana a primera hora. Nowhere Special es un drama del cineasta italiano Uberto Pasolini, que explota los terrenos del melodrama paternofilial en una historia demoledora no demasiado apta para espíritus sensibles. Bella a la par que dolorosa, asistimos a la desoladora experiencia de un padre que comparte la vida con su hijo de 4 años al que su madre abandonó al nacer. A falta de penurias, la enfermedad llama a la puerta del esforzado progenitor que tendrá que afanarse, sin apenas tiempo, en encontrar un hogar que permita dotar de un futuro estable para su hijo cuando él falte.
Y esto es todo lo que dio de sí un Actual enmascarado y valiente. Rezaremos a los dioses de la cinematografía, la cultura y las artes para que el año que viene podamos repetir, y de paso que la COVID quede en 2022 al otro lado de la pantalla como argumento de una distopía o de un mal sueño.
Solo queda añadir nuestra gratitud al equipo del Teatro Bretón y a la organización del festival Actual por su apuesta y su asunción de medidas para garantizar la #culturasegura.
GRACIAS POR VUESTRA DEDICACIÓN Y ESFUERZO POR MANTENER VIVA LA CULTURA EN TIEMPOS EXTRAÑOS
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