J. Marino Pascual asegura que, lejos de ahorrar con el cierre del CCR, se está perdiendo dinero
Ya antes de la inauguración en junio de 2011, el equipo de gobierno anunciaba que el Centro de la Cultura del Rioja no abriría sus puertas. Paradojas de la vida. O de la política. Aun así, el edificio se inauguró. Una inversión de doce millones de euros llamada a convertirse en el elemento dinamizador del centro histórico de Logroño, que se desinfló al mismo ritmo con el que había ido cogiendo peso durante la legislatura anterior.
Las dificultades económicas para su puesta en marcha y mantenimiento, han hecho que durante todo este tiempo, la obra estrella del bipartito (PSOE-PR) haya permanecido cerrada. Solo en contadas ocasiones ha abierto sus puertas. El pasado mes de septiembre, el consistorio anunció la convocatoria de un concurso de ideas para dotar de contenido al CCR.
A lo largo de este primer trimestre de 2014 se dará a conocer la idea ganadora para proceder, después, a adjudicar la gestión del Centro, según señalaba la concejal de Cultura, Pilar Montes, sobre la base de la colaboración público-privada. El arquitecto responsable del proyecto, Jesús Marino Pascual, considera, sin embargo, que se trata de un concurso equivocado.
“Es un concurso que nunca he comprendido”, apunta Marino Pascual, “un concurso de ideas sobre algo que ya está”. Además, considera que no tiene ningún sentido que las empresas aporten sus ideas por un lado y luego se adjudique la gestión por otro porque la empresa que vaya a llevarla a cabo puede tener otra visión del proyecto.
“Con todos los respetos”, continúa el arquitecto, “si se pretende privatizar la gestión, no ha de perder los objetivos de publicitar la ciudad y la cultura relacionada con el vino, a no ser que se le cambie el nombre”. Cree que el Ayuntamiento busca en realidad que la gestión caiga por completo en manos de la empresa privada, sin que el consistorio tenga que aportar absolutamente nada.
Para Marino Pascual, el cierre por motivos económicos es solamente una excusa. “Nadie tiene ninguna duda de que en este momento hay necesidades más urgentes, pero es que el CCR tiene capacidad en sí mismo para generar recursos, tiene elementos rentables por sí mismos como el vinobar o la enotienda, además de las salas de cata”, apunta. “Con esas actividades podría funcionar y, paso a paso, ir equipando el resto a medida que sea posible. Está preparado para que se pueda ir gestionando paulatinamente sin necesidad de una gran inversión”. Él mismo diseñó el proyecto: “se podría abrir incluso la parte de abajo, utilizar la terraza climatizada y la proyección que ya existe, seguro que estaría siempre lleno”. Las opciones son muchas y variadas, y así se lo ha hecho saber al consistorio.
Es claro y tajante: “lejos de ahorrar con no abrirlo, se está perdiendo porque es algo que ya está, una gran inversión, es cuestión de saber manejarlo y gestionarlo bien”. En su opinión, la rentabilidad del edificio está asegurada con el proyecto ya existente. Además cree que es algo necesario. “El Museo Vivanco ha sido la gran aportación ligada al turismo del vino, es el gran atractivo, pero hace una descripción global. La especificidad del CCR, ligado a La Rioja, no está cubierta”, señala, “sorprende mucho que no haya un lugar donde se cuenten todas las manifestaciones culturales que el vino ha generado a lo largo de la historia. De hecho, he oído a muchos visitantes que no se acaban de centrar”.
Del concurso de ideas, de momento, poco se sabe. Los plazos se están dilatando al máximo y el consistorio no facilita ninguna información al respecto, solo que no se sabrá nada antes de la Semana Santa, que el ganador obtendrá 20.000 euros y que se podrán conceder cinco accésit de 5.000 euros. Tampoco Jesús Marino Pascual ha obtenido más información al respecto. “Me he puesto a disposición permanente del Ayuntamiento en este asunto, pero no conozco nada, no he tenido demasiado contacto”, afirma.
Se muestra confiado en la resistencia del edificio. “Está claro que nunca es bueno que un edificio así permanezca cerrado pero es sólido y aguantará bien el paso del tiempo”, explica, “en eso confiamos para que este periodo en el que está ahí, no sé si viviendo o no, no sea especialmente nocivo”.
En cualquier caso, tiene claro que el CCR es una gran oportunidad para Logroño y que el hecho de mantenerlo cerrado por un criterio de ahorro económico ha sido un error de la actual corporación.
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