Utopías 16: Aquí cabemos todos
Una amiga y lectora de estas UTOPÍAS me preguntó tras leer la que se refería al exterminio de Netanyahu en Gaza: “Has acabado con las utopías? Ahora vas con la realidad más miserable”. Mi amiga lleva razón. No hay nada más miserable que las guerras, ni nada más carroñero que los hombres que alimentan y fomentan las matanzas.
Otro lector a quién tengo mucho en cuenta me escribió: “Tu ardor en la denuncia de las injusticias me conmueve. Pero no deja de sorprenderme la inocencia/ingenuidad de tus aseveraciones… Ser hooligan merece la pena. Hacer hincapié en qué fuerzas políticas y sus ideologías, están haciendo lo que hacen sería más instructivo. O articular un estado de opinión para superar esta impotencia que nos desborda… Bueno será mantener la serenidad y estar alerta con lo que está por venir”.
A los dos les estoy muy agradecida.
Esta columna me está costando mucho tiempo y he decidido que de hoy no pasa. Hoy escribiré desde esa inocencia/ingenuidad que me caracterizan.
¿Saben que la dermatología y la cirugía plástica son las dos especialidades médicas, más solicitadas por quienes mejores calificaciones obtienen en los exámenes MIR?. Lo dice el informe del Ministerio de Sanidad que detalladamente explica las plazas ofertadas para cada rama médica.
Dicen que la dermatología y la estética son las que más salidas profesionales tienen en las clínicas privadas. Les deseo suerte a esos futuros profesionales que por un buen puñado de euros nos convertirán en hombres y mujeres más guapos y guapas. A los otros profesionales de la medicina, quienes han decidido formarse para ser nuestros futuros médicos y médicas de familia y nuestros geriatras, a ellos les doy las gracias. Gracias por pensar en los enfermos que viven en barrios normales de las ciudades y acuden a domicilios de gente sencilla para atenderles, y sobre todo para animarles y sonreírles, cuando alejados de la juventud se sienten débiles y dependientes. En la última convocatoria MIR 2025 se ofertaron 2.508 plazas de Medicina familiar y comunitaria y quedaron desiertas 246. Personalmente conozco a seis médicas jóvenes que se están preparando para trabajar en centros de salud.
En geriatría, una especialidad cada vez más demanda porque somos muchos, y muchas los que nos hemos hecho mayores, el Ministerio ha sacado 120 plazas para toda España, para La Rioja ninguna. Por lo tanto gracias a esos geriatras del Hospital de La Rioja que ven aumentar cada día su número de pacientes y que ningún responsable médico o político ha pensado en la necesidad de aumentar la plantilla.
Como me gusta ser inocente, e ingenua, o sea, utópica pienso que tanto los geriatras, como los médicos de familia, son en la mayoría de los casos vocacionales, al menos cuando empiezan. Cuando están terminando su etapa laboral es posible que estén “quemados”. Es lo que provoca la decepción, el desapego, la desilusión y también el desengaño… Pero quienes pueden remediarlo, lo saben y lo han sabido antes que nosotros porque el INE (Instituto Nacional de Estadística), viene advirtiendo del envejecimiento poblacional desde hace más de dos décadas. Viven de las estadísticas y saben con antelación y con tiempo suficiente para remediarlo que faltan: albañiles, fontaneros, pintores, camareros, médicos, enfermeros, maestros, profesores… Saben perfectamente que hay menores hacinados o medio hacinados en Canarias y que los peninsulares no queremos saber nada de ellos, porque no tenemos presupuesto. (Eso nos cuentan aunque yo no me lo creo). Nadie me ha preguntado, a mí por lo menos, que opino de esa decisión inhumana y que voy a hacer cuando se abran las urnas y me pidan el voto.
Esos menores podrían ser nuestros futuros profesionales de la rama que sea de la judicatura, de la medicina o de la fontanería. Todos son necesarios en un país que se dice desarrollado y próspero. En un país que crece, pero no solo en términos macroeconómicos, sino en términos de economía pequeña, de PYMES, (pequeñas y medianas empresas con escaso número de trabajadores en nómina), de economía familiar que va al supermercado, hace la compra, necesita zapatos, pantalones, camisas, jabón, pasta de dientes… Esa economía doméstica que proporciona estabilidad a los niños, adultos y mayores. Niños que no necesitan un móvil a los diez años, porque a esa edad lo más necesario es jugar, correr, esconderse, subirse a un árbol… Eso fortalece los músculos y los huesos quema calorías y favorece las amistades y los desencuentros desde edades tempranas. Los juegos y el “no parar” de los menores es un factor de salud, que entre otras cosas, frena la obesidad infantil, si bien es verdad que la OMS, (Organización Mundial de la Salud) asegura en un estudio publicado en la revista “The lancet” que: “la comercialización de alimentos en todo el mundo, ha hecho que los alimentos saludables y nutritivos sean demasiado caros para las familias y las comunidades desfavorecidas… Es preciso encontrar soluciones para que tanto en los hogares, como en las escuelas, las familias y las comunidades desfavorecidas puedan acceder a alimentos saludables y nutritivos. Además, los países también deben establecer normas e impuestos para proteger a los niños de los alimentos malsanos”. Esto último enlaza con algo que muchas veces he pensado y es que en nuestro País, provincias, ciudades, pueblos, comunidades autónomas se legisla, pero no se hace seguimiento del cumplimiento de esas leyes y de nada sirve una “Ley de la cadena alimentaria”, por decir algo, si los productores, léase agricultores, insisten en que no se cumple; de nada sirve referirse a la necesidad de la alimentación saludable en todas las etapas, pero sobre todo en la infancia y en la vejez, si en los comedores escolares, las empresas encargadas de elaborar los menús, cocinan unas deliciosas “legumbres con gorgojos” y no se puede mandar a tomar viento fresco a esa empresa, porque tienen contratos firmados por tres, cuatro, cinco años… Qué curioso a las empresas, las administraciones les contratan por esos períodos de tiempo. Las empresas a los empleados les contratan por días, meses, como mucho un año… y así suma y sigue…..
Bueno, pues por mí con toda mi ingenuidad, inocencia y atrevimiento muchas gracias a quienes denuncian las desigualdades y desde sus espacios luchan por combatirlas. Y a los que prometen y no cumplen, engañan y creen que salvo ellos, los demás somos tontos, manejan presupuestos públicos y destinan cantidades mayores a la contratación de asesores, léase palmeros, al despilfarro ostentoso y a todas esas cosas que van en pro de la desigualdad, a todos ellos y ellas si se dedican a la política les diré que no cuenten con mi voto y que no cuenten con que yo compre nada de lo que ellos fabrican, si son empresarios, a costa de los demás. Que sepan que aquí, como cantaba Víctor Manuel, “cabemos todos o no cabe ni Dios”.
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