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El 10N agita las coaliciones de PP y Ciudadanos en Madrid

Isabel Díaz Ayuso (PP), Rocío Monasterio (Vox) y Ignacio Aguado (Ciudadanos).

Sofía Pérez Mendoza / Fátima Caballero

Las elecciones generales han dado una patada al tablero político madrileño. El crecimiento de la extrema derecha y la dimisión del líder de Ciudadanos por el hundimiento del partido no cambiará los gobiernos del Ayuntamiento ni de la Comunidad de Madrid, que dejaron fuera a Vox, pero agita la relación de fuerzas entre las tres derechas.

Vox ya no es una fuerza residual en España, ni en Madrid: ha sido el tercer partido más votado en la región (con 647.924 votos traducidos en siete escaños), por detrás de PSOE y PP, y eso le otorga una nueva posición para condicionar las decisiones de las instituciones gobernadas en coalición por los populares y Ciudadanos. Estos últimos han sufrido un hundimiento histórico que ha descabezado al partido tras la dimisión de su líder Albert Rivera después de unir su destino en los gobiernos de Madrid a la extrema derecha. Ambas instituciones se pusieron en marcha gracias al apoyo de Vox; en el caso de la Comunidad con un acuerdo firmado con el PP que también Ciudadanos se comprometió a cumplir.

Los presupuestos municipales, que se presentarán esta misma semana y que solo pueden salir adelante con el apoyo de los cuatro concejales de Vox, pondrán a prueba las estrategias de los partidos en el post 10N. En la capital, el apoyo a la formación de Abascal también ha crecido un 16% y el partido de extrema derecha está dispuesto a vender caro cada uno de sus votos. El Gobierno municipal ya cuenta con que los de Santiago Abascal darán la batalla ideológica con las cuentas municipales reforzados por el balance de las generales, aunque la dirección nacional niega que vaya a “aprovechar el gran resultado para subir el precio de los apoyos o poner en riesgo la gobernabilidad”.

Por otra parte está Ciudadanos. La formación tratará de compensar el batacazo con lo único que le queda: el poder institucional en Madrid y en las otras tres comunidades autónomas –Andalucía, Castilla y León y Murcia– donde cogobierna con el PP.

Solo en la Comunidad de Madrid, el partido ha perdido cinco de los ocho escaños que obtuvo el 28A y 472.893 votos se han ido por el sumidero en apenas seis meses, alrededor del 60%. Ciudadanos entonces llegó a quedar por delante del PP en las generales.

Ese reparto de fuerzas ya es historia: los conservadores han igualado prácticamente en votos al PSOE el 10N y tienen el mismo número de escaños por Madrid en el Congreso que los de Pedro Sánchez (10). En la ciudad vuelven a ser primera fuerza con 89.000 votos más frente al batacazo de Ciudadanos, que queda como quinto partido con un 58% menos de apoyos. “Las políticas de Ayuso y de Almeida han dado sus frutos”, valoraba este lunes la secretaria general del PP de Madrid, Ana Camins.

Ciudadanos salió del 26 de mayo siendo la bisagra que PP necesitaba para mantener el poder en la Comunidad y recuperar el Ayuntamiento de Madrid: los de Rivera se decantaron por los populares siguiendo su estrategia de cordón sanitario contra Pedro Sánchez. Y en las negociaciones, el partido no pudo colocar a ninguno de sus dirigentes al frente de estos gobiernos aunque amagó con hacerlo en la alcaldía de Madrid cuando propuso que Begoña Villacís fuera investida alcaldesa, un órdago que duró apenas unas horas. Ciudadanos ni siquiera logró hacerse con la cartera con la que más política hace el PP: Hacienda, que en ambas instituciones recayó en manos de los populares.

Ahora, este revolcón en el reparto de poder da a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y al alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, una oportunidad para relanzar su liderazgo, torpedeado –más en el primer caso que en el segundo– por sus propios socios de Gobierno.

La estrategia que empleará Ciudadanos en las instituciones a partir de ahora es una incógnita. También para el PP, que no se fía del todo de su socio ni siquiera ahora que la posición es de debilidad. “Esperamos que Ciudadanos continúe trabajando con lealtad a las 155 medidas de Gobierno”, advertía Camins en declaraciones a la prensa.

“No creo que tenga que afectar a la relación con Villacís; tenemos buena relación, un acuerdo de investidura”, ha defendido Almeida este lunes en una entrevista en la Cadena Ser, aunque lo cierto es que la relación con Ciudadanos sufrió los primeros roces en plena campaña electoral a cuenta de la crisis de las basuras de Valdemingómez y el plan anticontaminación del equipo del alcalde.

En la Cámara madrileña, la primera prueba de esa lealtad se ha producido este mismo lunes. La Mesa de la Asamblea de Madrid con los votos a favor de PP y Ciudadanos y la abstención de Vox ha tumbado la comparecencia de Ayuso en la comisión de investigación de Avalmadrid. También evitan que lo hagan los expresidentes autonómicos Esperanza Aguirre, Ignacio González, Cristina Cifuentes, Ángel Garrido y Pedro Rollán. Con este movimiento que los socialistas, el otro miembro de la Mesa, califica de “cacicada”, logran que la mesa de la comisión con mayoría progresista no pueda llamar a la presidenta regional.

La comisión generó la primera grieta entre PP y Ciudadanos recién estrenado el Gobierno autonómico y en medio del escándalo de las ayudas de la entidad semipública a la familia de la presidenta. El apoyo de los de Ignacio Aguado permitió que saliera adelante la investigación parlamentaria que a los populares molesta porque debilita el liderazgo de Ayuso. Y las relaciones volvieron a resquebrajarse en plena precampaña cuando, a juicio del PP, Ciudadanos (y también Vox) permitieron la mayoría progresista en la mesa.

Ciudadanos tiende la mano así a su socio de gobierno después del descalabro electoral y aunque defendió que irían adelante con la comisión “caiga quien caiga” este lunes decidieron cerrar filas con Ayuso. Fuentes del PP esgrimen que a Ciudadanos le conviene “agarrarse a su peso institucional” como último recurso y “cuidar que el Gobierno funcione”.

Los populares han sorteado así el primer gran escollo en el Gobierno regional. El PP se enfrenta ahora a mantener una relativa convivencia con su socio –con quien tiene encontronazos constantes en el Gobierno regional y también algunos roces en el Ayuntamiento– mientras convive con una extrema derecha fuerte dispuesta a influir en todas las políticas. El arrastre de los de Abascal ya se evidenció en el último pleno de la Asamblea de Madrid, donde PP y Ciudadanos votaron a favor de una proposición para instar al Gobierno de España a “ilegalizar los partidos políticos que atenten” contra la unidad del país. Cuatro días después, Vox despuntó en las urnas.

Está por ver también qué papel jugarán Ignacio Aguado, vicepresidente regional, y Begoña Villacís, vicealcaldesa de la capital, en la crisis interna que se abre en Ciudadanos tras la dimisión de Albert Rivera. Ambos dirigentes son perfiles fuertes de la formación y las instituciones que gobiernan podrían actuar como trampolín de cara a unas futuras primarias para suceder a Rivera. Una baza que el PP ve como positiva porque mantendrá a Ciudadanos ocupado en la “interna”.

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