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Madrid deja escapar en masa a sus médicos de familia mientras planea cerrar centros de salud

Médicos y personal sanitario en la puerta del Centro de Salud de Lavapiés.

Fátima Caballero

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“No tengo muy claro qué futuro tenemos los médicos de familia en Madrid”, reflexiona Silvia al otro lado del teléfono. Esta joven de 30 años atiende a elDiario.es desde un ferry camino de Lanzarote. Terminó el martes su especialidad en Medicina Familiar después de una residencia de cinco años en un centro de salud de la Comunidad de Madrid.

Es madrileña. Pero las condiciones laborales que ofrece el Gobierno regional presidido por Isabel Díaz Ayuso la han llevado a hacer las maletas y poner rumbo a la isla canaria. “Somos una generación comprometida con la medicina familiar pero no nos retienen”, lamenta, aunque reconoce que en su caso, o al menos es su deseo, no es para siempre. “Soy de Madrid y en mi caso esto no es una ida definitiva, me voy con la idea de volver en unos meses, pero ya veré qué pasa después, a ver si las cosas mejoran”, explica cuando se encuentra a escasos kilómetros de su nuevo destino. 

A pesar del déficit estructural de médicos de Atención Primaria que arrastra la sanidad madrileña, y que se ha agravado con la pandemia, Silvia es una de las decenas de médicos residentes que abandona la región después de terminar la especialidad. Mientras eso ocurre, la Consejería de Sanidad está elaborando planes “de contingencia” que como último escenario contemplan el cierre de ambulatorios durante el verano por esa falta de sanitarios que se agravará con la llegada de las vacaciones. Solo en la dirección asistencial de Centro, una de las siete en las que se divide el área sanitaria de la región, se prevé el cierre de 41 de los 49 centros de salud que abarca en varios distritos de la capital, como adelantó este martes El País.

A Silvia le han prometido en Lanzarote un salario mucho más alto: 600 euros más al mes de lo que cobra en Madrid. Pero no es esa la razón que la ha impulsado a tomar la decisión de probar suerte en otro lugar. Según explica, se va porque podrá desempeñar “una atención de calidad”. “Solo 35 pacientes al día, que siguen siendo muchos, pero que son muchos menos de lo que hemos vivido en Madrid estos meses”. 

La calidad del trabajo, cronómetro en la mano, se mide así. “Son 15 minutos por paciente para hacer un trabajo medianamente de calidad”, explica. “Cinco minutos por persona todo el mundo sabe que es insuficiente y es lo que ofrecen ahora en Madrid”. La madrileña se marcha sin ni siquiera haber cobrado lo que se le debe desde la Comunidad de Madrid que preside Isabel Díaz Ayuso. “La Consejería de Hacienda nos dejó de abonar las pagas extra, con la huelga en septiembre se nos prometió que se nos abonaría de forma íntegra, pero no ha sido así”, lamenta. Una más entre la larga lista de motivos para abandonar su ciudad.

La de Lanzarote no es la única oferta que ha recibido Silvia. Al igual que Luis, que también ha decidido marcharse, las llamadas por parte de otras regiones son constantes: “Nos llegan mensajes de otras comunidades que te ofrecen dos años de contrato. El déficit de médicos de familia es global en todo el país, pero Madrid está entre las que peor se trabaja”, afirma.

Al igual que Silvia o Luis, 224 médicos residentes de Medicina familiar terminaron esta semana su especialidad en la región. De todos ellos, solo 17 seguirán con un contrato con la sanidad pública madrileña en alguno de los centros de salud de la comunidad, unos contratos que la mayoría de veces no cumplen con las expectativas de estos jóvenes. En el mejor de los casos, firmarán contratos de un año; en el peor, les ofrecerán encadenar temporales que les obligarán a cambiar de ambulatorio cada poco tiempo. “Así es imposible hacer una medicina familiar de calidad”, lamenta Laura, otra joven que ha logrado firmar uno de seis meses de duración y que se siente “una afortunada”.

El porcentaje de médicos que acaban de finalizar su especialidad este año en Atención Primaria y se quedan en la Comunidad Madrid, por tanto, no alcanza ni el 10% de los residentes (7,5%). Según explica María Justicia, portavoz de Atención Primaria de Amyts, el sindicato mayoritario de médicos, la Consejería de Sanidad ha sacado estos días a bolsa 89 plazas, menos de la mitad de los médicos que han terminado la especialidad. Finalmente solo se han cubierto 17, que tras el verano, descenderán a 11. 

Lo mismo ocurre en la especialidad de Pediatría: apenas 5 nuevos pediatras de 76 eligieron plaza en un centro de salud de Madrid para iniciar su andadura como adjuntos. “Y ya hay algunos que han avisado de que tras el verano, se irán a otras regiones porque les ofrecen mejores condiciones”, explica María Justicia. 

Es el caso de Héctor, uno de esos 17 médicos que se quedan en Madrid y uno de los seis que en septiembre hará las maletas. De momento, este joven aún no ha firmado el contrato y para seguir trabajando el resto de la semana tendrá que tirar con uno temporal de tres días. “Aún no he podido firmar el contrato para este verano porque ha habido problemas. El que yo quería, que era un refuerzo en el área donde he hecho la residencia, no lo han ofertado hoy [cuando se realiza esta entrevista es miércoles] en el llamamiento que han hecho, a pesar de que en un principio me dijeron que sí”, lamenta. También explica que tras conocer ofertas de otras regiones se queda porque se “comprometió” con la directora de su centro. “Así que sí, en principio me marcho en septiembre, si no antes como las cosas sigan igual”, afirma. 

La Comunidad de Madrid logra retener, por tanto, a tan solo 11 residentes –el 5% de los que han hecho la especialidad en Madrid– para una región que arrastra un déficit estructural de 750 médicos de Familia y 750 pediatras, a lo que hay que sumarle las plazas diarias de 748 especialistas de Medicina Familiar y Pediatría. La situación amenaza con agravarse los próximos cinco años, cuando la previsión es que 1.250 facultativos de los centros de salud de Madrid se jubilen.

Ayuso dice que “no hay médicos”

“No hay médicos en España, no nos podemos engañar”, argumentó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el pasado mes de septiembre para justificar el déficit estructural de sanitarios en la región. La realidad ahora la desmiente en parte, ya que la administración regional que preside no es capaz de retener a los residentes que terminan la especialidad por las condiciones que ofrece.

Ayuso se enfrentaba a una huelga indefinida de la Atención Primaria en septiembre con las quejas de siempre: consultas cada vez más llenas y salarios más bajos que en otras autonomías. Y la situación se ha agravado con la pandemia. Durante la primera ola, la mayoría de los centros de salud cerraron para que los médicos de familia atendieran a los pacientes del hospital de campaña de Ifema.

En la segunda y la tercera, han tenido que hacer frente a una avalancha de pacientes que llamaban a la puerta de los centros de salud con síntomas de coronavirus. En la mayoría de los casos, sobre todo en los meses de agosto y septiembre, añadieron a sus labores las de rastreo porque el Gobierno regional no contrató a los rastreadores que había prometido. El refuerzo de la Atención Primaria también estaba entre sus obligaciones con la vuelta a la llamada “nueva normalidad”. Tampoco hizo los deberes.

Ayuso sorteó la huelga indefinida de los médicos de familia en septiembre prometiendo unas mejoras en la Atención Primaria que todavía no ha cumplido: la contratación de más de 300 profesionales y la equiparación salarial con los médicos de los hospitales, entre otras. Tras las elecciones esos planes han cambiado. La semana pasada, la Consejería de Sanidad presentaba el nuevo plan a los sindicatos que ya han manifestado su disconformidad presentando una batería de alegaciones en contra del mismo.

Comisiones Obreras calculó que el plan acabará con 2.000 plazas de médicos de familia en los próximos años. “Entre los que se dejan de contratar y las plazas que no se van a cubrir las jubilaciones”, explica Marisol González, portavoz del área sanitaria de CCOO. Amyts añade que en el nuevo plan, con respecto al de septiembre, “desaparecen” los incentivos económicos para retener a los médicos de Familia y pediatras de cerca de 500 euros mensuales por facultativo. “Ahora, en el mejor de los casos, al no ser equitativo para todos los médicos, es de 58 euros para los especialistas de Medicina Familiar y 62 euros para cada pediatra”, lamenta el sindicato. 

La inversión más baja

La inversión de la Comunidad de Madrid en Atención Primaria es la más baja de España por habitante. Está en unos 140 euros por cada madrileño. El gasto público en este servicio ronda los 960 millones de euros anuales, según la Estadística de Gasto Sanitario del Ministerio de Sanidad, pero debe sostener la atención de más de 6,7 millones de personas. La media en España se sitúa en 183 euros por persona. 

Actualmente, un madrileño que quiere una cita con su médico de cabecera, tiene una lista de espera de al menos diez días para ser atendido telefónicamente. Dos semanas si la consulta es presencial. Y la situación amenaza con agravarse durante el verano. Mientras, los servicios de urgencias de Atención Primaria en Madrid permanecen cerrados desde marzo de 2020. Es decir, si una persona tiene una urgencia sanitaria, está abocada a acudir a un hospital.

“Todo indica que debería haber trabajo pero luego no lo vemos”, lamenta Silvia desde el barco que la lleva a Lanzarote. “Si se jubila en los próximos años el 25% de los sanitarios de la Atención Primaria en Madrid, pero no sacan oposiciones y las plazas que no cubren, ¿cuál es su plan a medio plazo entonces? Porque se van a jubilar más de los que terminamos pero no nos ofrecen opciones”, se pregunta. 

La sanitaria pone en valor la nueva hornada de médicos y pide la ayuda de la ciudadanía: “Viene una generación de médicos de familia reforzando la especialidad, que se creen la atención comunitaria, que van a esforzarse. Espero que los madrileños no se conformen con un servicio mediocre y que reclamen”, insiste. “El talento está, falta que alguien quiera resucitar esto”, concluye mientras observa ya el que será su nuevo destino (al menos) los próximos meses.

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