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El Bistró del Teatro, sencillez y buenos alimentos

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Malasaña a Mordiscos

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El Bistró del Teatro se llama así porque es un pequeño restaurante donde ofrecen, según lo que ellos dicen, cocina canalla y de mercado, y se encuentra enfrente del Teatro Victoria; es decir, puede ser perfectamente su bistró.

Para acompañar esta crónica os dejo una canción de uno de mis cantantes favoritos en mis años mozos, Terence Trent D’arby (ahora Sananda Maitreya por crisis mística y personal; id pensando en un nuevo nombre para mí, que estoy pensando en reiniciarme, juis). Tiene una letra bien guapa, que conste en acta.

https://www.youtube.com/watch?v=HPnSGVm67tM

Este establecimiento presenta una estética muy curiosa, al entrar se encuentra una zona de recibimiento con barra donde picotear estilo tasca típica y, tras un pasillo angosto, llegas a una salita con un aire de lo más teatral, con su telón de fondo rojo abierto a una pizarra con información sobre las ofertas del local.

Y, ante ese fondo, nos encontramos a los Carpetanos a los cuales, en primera instancia, no habíamos visto gracias a nuestro despiste habitual. Allí estaban preparando nuevas rutas teatralizadas, y no, dentro de su excepcional propuesta para conocer Madrid de una forma diferente. Fue un gusto verlos, hacía tiempo que no nos cruzábamos por estos mundos.

Como de costumbre, pedimos jarra de agua, que nos sirven amablemente. Es más, muy amablemente, las chicas que atienden en este sitio son de una amabilidad cautivadora, da gusto, realmente encantadoras. Y una botella de vino tinto, Las Hermanas (11,90 €), D.O. Jumilla, de Bodegas Luzón. Nuestra hermana tenía un 70% de monastrell y un 30% de syrah y, a la vista, matices entre granate y violeta. En nariz encontré aromas a frutos del bosque, a arándanos, y en boca me resultó sabroso, equilibrado, aunque destacaba en cierta medida la uva syrah con su intensidad. Convincente y de maridaje fácil. La etiqueta bien guapa.

Para empezar elegimos delicias de pollo con salsa de mostaza y miel (8,70 €). Delicias muy deliciosas, válgame la redundancia, de pollo empanado con especias y salsa de mostaza ligera con miel. Plato sabroso y abundante.

Después le toca el turno al mollete peninsular con solomillo de cerdo a la sidra (7,90 €). Me encantó la denominación “peninsular”, para decirnos que no se refiere al mollete (pan de miga blanda) que se hace en Hispanoamérica, sino al que se hace aquí, en España. En nuestro país se come principalmente en el Sur y su elaboración parece derivar de la receta del pan ácimo, aunque muchos le ponen un poquito (1 g x 600 g de masa) de levadura. Resulta un pan suave, ligero y elástico. Y en este caso iba relleno de solomillo de cerdo a la sidra, con un marcado aroma a manzana, condimentado con rúcula y salsa de mostaza y acompañado todo ello con patatas gajo con especias. Un bocatín sabroso a la par que delicado; las patatas correctas.

Seguimos con carne roja, ahora que la OMS ha dicho que no debemos darnos a este tipo de alimento. Al final la OMS es de las pocas autoridades a las que se les puede llevar la contraria y no te meten un multazo, lo cual se agradece. Aunque realmente, para cubrirse las espaldas, resultan un poquito alarmistas, pero bueno, también es comprensible. Ellos están ahí para estudiar los alimentos, ver las pandemias y esas cositas y es normal que prefieran asustar a que la gente se les desmande y acaben todos comiendo carne roja sin sentido y convirtiéndose en zombis (ups, creo que estoy viendo demasiadas series)… whatever. Bueno, vamos al grano, elegimos un hamburguesa Bistró 100% carne de ternera (10,90 €). Hamburguesa de buen grosor, jugosa, al punto y acompañada de crujiente bacón, cremoso queso, lechuga, tomate, cebolla a la plancha y pepinillo (que lo ponen en un cuenquito para que cada uno se lo sirva si quiere). Yo creo que el pepinillo le da a la hamburguesa un toque agridulce que le va estupendamente así que se lo pongo. El pan es de tipo artesano y el conjunto resulta rico y rotundo.

Seguimos con unas bravas auténticas no mansas (6,10 €). Patatas bravas torneadas a mano y confitadas en aceite de oliva. El confitado se nota especialmente, resultan cremosas por dentro y mínimamente firmes en su exterior, como patatas hechas a la antigua usanza. La salsa de las bravas no es tan brava como dicen o, tal vez, es que yo estoy acostumbrada a niveles de picante importantes. Es sabrosona, picantilla, tabasquera con toquecito de orégano y no va acompañada de mahonesa. Y allí me los encuentro. “¡Hombre, Humberts, qué sorpresa!”, les digo sonriendo a las dos pécoras que están encima de las patatas. “Buenas noches”, me dice Humbert I, mientras Humbert II levanta una pata y me hace el signo de la victoria. Deben estar contentos, pienso. “Humbert II me estaba diciendo que necesita un poco de espacio, de soledad, dice que no le gusta ir siempre conmigo a todas partes”, comenta Humbert I. “Le entiendo”, digo yo. “¿Por qué le entiendes? ¿Te resulto pesado, o quizás aburrido o invasivo?” responde Humbert I ya algo mosqueado. “No, en realidad no es eso. Le entiendo porque creo que la soledad es importante, muy importante y muy necesaria, independientemente de la compañía que puedas tener”, le digo sin acritud. “Yo creo que la compañía es más enriquecedora que la soledad”, sentencia Humbert I. “Depende de la compañía y de la soledad; si la soledad es elegida es muy útil para conocerse, aceptarse y así estar mejor en compañía”, le digo con suavidad mientras veo que Humbert II se escapa corriendo, con una sonrisa de medio lado, y sigue haciendo con su pezuña el signo de la V. “Creo que Humbert II no necesita soledad, sino que está huyendo de ti”, le comento a Humbert I, el cual permanece impasible. Humbert I, tras unos minutos de reflexión, se va diciendo “Me las pagará”. Yo me quedo pensando si Humbert II estaba haciendo el signo de la victoria o se había convertido en uno de los V y en breve se pondría a comer ratas sin sentido. ¡Qué cosas más raras pasan!

El Bistró del Teatro es un buen lugar para compartir, picotear y disfrutar platos sabrosos a un precio adecuado. La gente que atiende es realmente encantadora y el local resulta agradable. ¡Bien bien!

P.S. Siento que las fotos hayan salido tan horribles, la luz no ayudaba y mi mano tampoco.

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