Nunca estuve en París

Ni falta que me ha hecho. Me he montado la película en pleno Madrid.

Un asiático se me acerca para ofrecerme unas rosas. Siempre he creído en la providencia y si ese chino estaba ahí tengo que aprovecharlo. Compro dos rosas una roja y otra blanca. ¿Cómo fallar?

Subiendo desde el bulevar de Castellana tomo la calle Almirante. En esta época está maravillosa con los árboles en flor. La luz tamizada por los propios edificios y el aroma a mañana. Hace una temperatura ideal para pasear, pero si lloviera estaría disfrutando igual. Me encanta.

Voy subiendo y lo veo. En la esquina, Café Olivier al más puro estilo parisién. En azul con grandes ventanales. Me encanta!!!  Cuando entro me empiezo a poner nerviosa, mi corazón late a prisa. Aprieto los dientes, trago saliva, miro el reloj, la 1 de la tarde… el olor a café lo invade todo. Miro y allí está… ufff!!! tranquilidad.  Saco la flor y se la doy… primero la blanca, después la roja… no se lo esperaba. La mesa ya está servida. Bollos calientes. Tomaré zumo de melón, no puedo con el de naranja. Mis sentidos van creciendo. Mientras llegan los huevos benedictinos juego con las miradas sin dejar de untar mantequilla en el pan de centeno. Brindamos con Champagne.

El día va creciendo, he acertado plenamente con los huevos…. Que manjar…. De segundo un clásico. Tortitas con sirope de arce… ¿has pedido ensalada?... ¿cuidarte la línea?...pero si no estás tan mal al contrario estás muuuuuy bieennnn.

Estoy disfrutando del té, trago a trago, sorbo a sorbo….  Sentados junto al gran ventanal. Hoy está abierto. Sí, no tomo café….

El tiempo pasa en conversación, estoy en el sitio perfecto. Un momento afortunado… todos mis sentidos a flor de piel….Ufff!! ¿Ha rozado mi mano…?

Decidimos salir a dar un paseo por las estrechas calles de la zona, pero antes nos despedimos de Frederic.

El día, el sitio, la comida… y claro la compañía. Un tímido beso en la mejilla, y un “gracias”.  Nos cogemos de la mano entrelazando los dedos….