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The Smiths, el desmadre de La Polla Records o el mayor concierto Heavy: cuando Madrid programaba unas fiestas de San Isidro a lo grande

Cartel de San Isidro 1985

Luis de la Cruz

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Ya están aquí, un año más, las fiestas patronales de San Isidro. Pero, no, no son las fiestas de un año cualquiera sino las del reencuentro tras la ausencia festiva en la pandemia. Tampoco serán aun fiestas a lo grande (sucederán en un formato reducido y con mucho control de aforo, como es normal) pero ofrecen 26 actuaciones al aire libre. Unas fiestas muy lejos de los eventos más multitudinarios de tiempos pasados, algunos de los cuales, a mediados de los años ochenta, recordaremos hoy.

La del año 1985 fue, probablemente, la madre de todas las fiestas de San Isidro. El pregón de aquel año lo había leído en la Plaza Mayor la actriz Lina Morgan, que sugirió a los asistentes, muchos de ellos jóvenes, que pidieran al patrón velar por la salud del alcalde, Enrique Tierno Galván, que estaba a su lado y moriría pocos meses después. Después del pregón, las fiestas de aquel año comenzaron con una actuación de Los Chunguitos, a buen seguro festiva pero alejada del tono general rockero de la programación.

Mentar San Isidro-1985 es decir concierto de The Smiths en el Paseo de Camoens (en el Parque del Oeste). Una de esas grandes ocasiones en las que una generación entera afirma, sea verdad o no, haber estado. Dicen que fue el concierto más multitudinario ofrecido jamás por la banda de Morrissey (se habla de 300.000 personas, así que no es de extrañar). El concierto fue retransmitido en La Edad de Oro y los componentes del grupo entrevistados por Paloma Chamorro, su presentadora, haciendo aun más grande la dimensión del evento.

Mucho se ha hablado de la Nueva Ola y de la Movida como movimiento artístico que representaba en el mundo a la ciudad, pero lo cierto es que para muchos madrileños, singularmente en los barrios de clase trabajadora, el rock duro era una seña de identidad mucho más presente. El 14 de mayo de 1985 se dio en el Paseo de Camoens la que algunos han considerado la actuación de Heavy con más público de nuestro país. Barón Rojo, Santa, Goliath y Tritón actuaron ante 200.000 personas. Las grabaciones de algunos de aquellos conciertos, difíciles de encontrar, pasaron durante años de mano en mano entre los coleccionistas y amantes del metal. Como en los conciertos de estos años el público era siempre el otro protagonista, no podemos dejar de consignar que Azucena Martín-Dorado, cantante de Santa, tuvo que abroncar al público por pedirle enseñar los pechos.

Según el crítico de El País, Fernando Martín, “Hasta las inmediaciones del templo de Debod discurría la ebria serpiente humana, rebosante de melenas y clavos, que forma el grueso de las hordas heavy. Había botellas hasta debajo del césped”. Los últimos bises del evento terminaron a las tres y media de la madrugada y, salvo los improperios machistas a los que nos hemos referido, el público se portó mejor de lo que acostumbraba, registrándose solo cuatro casos de coma etílico.

El resto de días actuaron en el propio Paseo de Camoens Desperados, Joaquín Sabina (y Viceversa), Gabinete Caligari y Burning (el 11 de mayo); Bajas Pasiones, Los Elegantes, Danza Invisible y Luz Casal (13 de mayo); Ox Pow, Glutamato Yeye, Peor Impossible y Loquillo & Trogloditas (el 16 de mayo), o Mercedes Ferrer y Carlos Torero, Alarma y Orquesta Mondragón (17 de mayo). Las fiestas se cerraron el 19 con las actuaciones de La Frontera y Radio Futura.

Como es tradición en San Isidro, algunos de los conciertos se dieron pasados por agua y la prensa cifraba en veinte los camiones de basura que eran necesarios para dejar la calle limpia tras estas jornadas festivas, a pesar de los 140 contenedores de basura colocados en los alrededores del lugar y los jardines de las Vistillas (donde había verbena y bailes). Las crónicas de aquel año también recogen la moda de lanzar litronas al escenario por parte de algunos grupos de espectadores.

Pero los multitudinarios eventos gratuitos del Paseo de Camoens no fueron los únicos conciertos de relumbrón de las fiestas de San Isidro en 1985. El 13 de mayo el Palacio de los Deportes albergó un concierto del cantautor Lluís Llach. Y si la canción de autor tuvo su esquina de las fiestas en el antiguo Palacio, también recalaron allí los amantes del flamenco. El día 16 de mayo se escucharon quejíos y alegrías de Enrique Morente, Lole y Manuel y Camarón de la Isla. Según la prensa, fueron muchos los gitanos que acudieron de todo Madrid y contribuyeron a que se colgara el cartel de no hay entradas. Y, al día siguiente, Alaska y Dinarama (que ya estaban en la cresta de la ola) escudados por Los Coyotes. Pero no acaba aquí la cosa. El 19 de mayo, el mismo día que Radio Futura cerraba las fiestas al aire libre, actuaron en el Palacio los brasileños María Bethânia y Caetano Veloso.

Ese mismo año la oposición en el Ayuntamiento (Alianza Popular) protestaba por el desorbitado gasto de las Fiestas de San Isidro y al año siguiente los macro conciertos se trasladarían al remodelado auditorio de la Casa de Campo, del que el nuevo alcalde, el también socialista Juan Barranco, decía era “el mayor rockódromo del mundo”, con 70.000 localidades. El cartel de las fiestas, de nuevo fue de relumbrón, con un presupuesto de cien millones de pesetas. Tocaron Ramoncín, Orquesta Mondragón, Gabinete Caligari, Círculo Vicioso, El Último de la Fila, Desperados, Los Secretos, James Brown o The Kinks.

Aunque el concierto estrella –The Kinks– había sido un par de días antes, probablemente el más recordado hoy es el de La Polla Récords del día 12 de mayo. Al poco de comenzar el concierto, algunas personas arremetieron contra las vallas de seguridad, lo que provocó que los antidistrubios tomaran posiciones. Después de que Evaristo, el cantante del grupo, dijera “la policía que se vaya que no soluciona nada” y que la nacional pudiera comprobar que su presencia allí, efectivamente, no hacía nada más que empeorar la situación, la policía acabó por retirarse. Lo siguiente que se le escuchó al cantante punk es “Oye, ya se ha ido la madera, ¿ahora a quién le tiráis? ¿a nosotros”. El batería del grupo recibió un impacto, de hecho. La prensa apuntaba al día siguiente a la rivalidad entre heavys y punkies como origen de los altercados, que se cobraron algunos heridos y un detenido, pero es difícil precisar cómo empezó todo.

Al terminar la accidentada actuación del grupo de Salvatierra, comenzaron los otros dos conciertos programados, de los grupos Obús y Bella Bestia, que transcurrieron con tranquilidad.

Ya en 1984 Rafael Sánchez Ferlosio había criticado lo que llamó actomanía en un celebrado artículo titulado La cultura, ese invento del Gobierno, que señalaba la incipiente red clientelar que los ayuntamientos y administraciones del PSOE tejieron en torno a los artistas y la cultura de masas. Más allá de consideraciones sesudas, lo cierto es que los programas de fiestas de San Isidro continuaron imprimiendo nombres sonoros en los carteles con distintas administraciones pero, creemos, la intensidad fue bajando con los años.

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