Clara Campoamor, desagraviada por los vecinos tras el robo de su cabeza
Fue una de las figuras políticas más importantes de la II República y una de las voces femeninas con más fuerza en la historia de España. Pero el pasado verano unos desaprensivos serraron la cabeza de Clara Campoamor del monolito que la homenajeaba, frente a la entrada del Conde Duque. Siete meses después, allí sigue el monumento desmochado. Pero los vecinos quieren que vuelva cuanto antes.
Para rendir homenaje a su figura, decenas de personas de todas las edades -había desde niños hasta abuelos- caminaron este domingo desde la casa en la que nació Campoamor, en el corazón de Malasaña, hasta el citado monolito, rememorando las palabras de esta política que consiguió el voto femenino, recorriendo puntos claves del barrio para esta y otras mujeres que fueron importantes para la historia de los derechos de la mujer en España. Siempre acompañados de una urna de metacrilato, símbolo de los logros de Clara.
El acto, que organizaban vecinos y comerciantes de la calle Pez, comenzó en medio de un gran ambiente en el número 3 de Marqués de Santa Ana, donde vio la luz la homenajeada. Allí se plantaron numerosas flores en los alcorques, en su recuerdo y para celebrar la llegada de la primavera. Luego la comitiva marchó hacia el instituto donde estudió Campoamor (el Cisneros), después a la antigua Universidad Central de San Bernardo y más tarde pasó por las calles del Acuerdo y de Palma. La música estuvo presente gracias a la batucada juvenil de EOF, hasta llegar al citado monolito, donde tuvo lugar uno de los momentos más emotivos: la saxofonista Alejandra Borzyk (gracias a la Escuela Música Creativa) puso la carne de gallina a los presentes con su gypsy jazz, acorde a la visión modernista de la homenajeada:
Allí, varios discursos se lamentaron de que hasta ahora el tejido vecinal no haya tenido fuerza para exigir, siete meses después del robo, que el Ayuntamiento reponga el busto. El Consistorio anunció que lo haría, pero los meses pasan y la fecha prevista de su sustitución -finales de 2016- se pierde en el tiempo. Por eso, jóvenes y mayores celebraron este “desagravio” a Clara Campoamor, para compensar la inacción municipal y vecinal hacia una figura indispensable para la historia de las mujeres españolas. Y también para las malasañeras.
Estas son algunas de las imágenes que dejó el desagravio y, debajo, algunos de los textos que se leyeron durante el homenaje (fotos de Vicente Gómez y de Somos Malasaña):
Textos del homenaje a Clara Campoamor:
Textos del homenaje a Clara Campoamor:
Os doy la bienvenida en nombre de la primavera y de la calle del Pez. En este mes de marzo, dedicado a las mujeres, hoy queremos honrar a nuestra vecina Clara Campoamor y celebrar que gracias a ella, somos ciudadanas.
Clara nació en esta casa, el 12 de febrero de 1888. Su padre era contable y su madre costurera. Aunque no había demasiado dinero en casa se iban arreglando pero cuando Clara tenía diez años, el padre murió y ella tuvo que dejar el colegio y ponerse a trabajar. Sin embargo no olvidó sus sueños.
Ejercicio de redacción: ¿Qué voy a ser de mayor Me llamo Clara Campoamor. Siempre que digo mi nombre la gente añade: como el poeta. Los poetas escriben libros de versos. Las mujeres que saben leer y escribir pueden ser maestras de niñas, telegrafistas, telefonistas, estanqueras…y cosas así. Ah, y reinas. Hay poco donde elegir, la verdad.
Cuando sea mayor yo no quiero ser portera como mi abuela, prefiero ser costurera como mi madre…o a lo mejor me gustará más ser dependienta…o telegrafista…y ser funcionaria del Cuerpo de Correos. Aunque a lo mejor, cuando ya sea funcionaria del Cuerpo de Correos y Telégrafos, querré ser mecanógrafa y taquígrafa y trabajaré en un periódico como mi padre. Mi padre está empleado en las oficinas, pero yo podría ser la secretaria del Director. No sé lo que dará de sí la mecanografía y la taquigrafía, pero si no me alcanza el dinero para salir adelante, soy capaz de aprender francés y ponerme a traducir novelas. Así poquito a poco, iré juntando dinero y en cuanto pueda, haré el bachillerato y me matricularé en la Universidad y me licenciaré en Derecho….Uf…Cuántas cosas. Pero si fuera abogada me gustaría tener mi despacho y defender casos difíciles tan bien, tan bien que a lo mejor hasta me daban la Cruz del Rey que haya entonces. Ojalá me la dieran porque entonces diría que no la quiero, porque soy republicana,
Yo no advine a la República ni el 14 ni el 16 de abril. Me he formado en el clima paterno, de un hombre que batalló en las épocas difíciles. Durante la Monarquía ni tuve contactos ni acepté mercedes. Cuando en 1927 la Academia de Jurisprudencia me brindó la Gran Cruz de Alfonso XII como corolario al premio extraordinario anual, rechacé la distinción.
En la Dictadura ni acaté órdenes injustas ni acepté conexiones: cuando el dictador dio al Ateneo una Junta de real orden y en ella incluyó mi modesto nombre de ateneísta, rechacé el nombramiento.
Mi rechazo motivó tener que pedir la excedencia de mi cargo de Instrucción Pública perdiendo cien puestos en el Escalafón, que no recobré después.
Cuando el ministro de Trabajo de la Dictadura, quiso injertar en sus Comités paritarios la modernidad de savia femenina, ofreciendo a tres abogadas en Madrid, tres flamantes nombramientos, yo, con Matilde Huici, rehusé.
Cuando sea mayor lo que de verdad querré hacer es que las mujeres vivan mejor que mi madre y que mi abuela. No sé cómo. Pero lo haré.
Creo que lo único que ha quedado de la republica fue lo que hice yo: El voto femenino.
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