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Identificaciones racistas, una silenciada realidad en Madrid

Luis de la Cruz

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Solo paraban a gente por el perfil racial (he observado durante 15 minutos) (Aviso, 17/05/2011, Alonso Martínez)

Dos policías en moto que estaban interrogando a un joven negro, solo he oído que le preguntaban ¿estás trabajando? Y él respndía no, estoy en el paro, y entonces aparcaban la moto para acercarse a él. (Aviso, 05/10/2011, 19:30, Tribunal)

Por la mañana el caminar es apresurado en la estación de metro. Frecuentemente, se puede ver gente parada en una esquina: un vecino de piel tostada, hombre (dicen las estadísticas) y dos o tres agentes (uno viste ropa de calle, aunque claramente es policía). Con mueca de desagrado o sin ella, la mayoría continúa su camino. Sin embargo, hay gente que decide quedarse para documentar y denunciar estas identificaciones racistas.

Las Brigadas Vecinales de Observación de Derechos Humanos son grupos de voluntarios que se juntan para observar y denunciar cualquier actuación policial discriminatoria por razón de raza, etnia, origen, género u orientación sexual. Se hacen a sí mismos visibles con llamativos chalecos naranjas. Elaboraron un primer informe detallando las conclusiones de su actividad entre 2010 y 2011 y, recientemente, dieron a conocer un segundo documento, que abarca desde mayo de 2011 hasta el pasado noviembre.

En el informe se recopilan los datos de 102 salidas y más de mil avisos (a través de correo electrónico o twitter) que les han servido para denunciar la persistencia de los controles de identidad sistemáticos, contrariamente al relato oficial. Son realizados por la policía, que se guía por un perfil étnico determinado. La Dirección General de Policía sacó en mayo de 2012 una circular en la que se declaraba que se acababan los cupos mínimos de detenciones. Curiosamente, antes de esa fecha se había negado la existencia de dichos cupos. Según lo observado por las brigadas, lo que ha cambiado desde entonces, es que ahora hay más agentes de paisano que hace un año en las bocas de los metros. Poco más.

No tener permiso de residencia, estar en situación de “estancia irregular”, no supone un delito sino una falta administrativa, que puede suponer el inicio de un proceso que acabe con una multa o con una orden de expulsión, que puede conllevar la estancia en un Centro de Internamiento para Extranjeros (los trístemente famosos y polémicos CIES) hasta 60 días.

Las Brigadas han observado redadas en el barrio o alrededores en las estaciones de metro de Tribunal (30, el 2,6% de las observadas), Alonso Martínez (9, el 0,8%) o Gran Vía (10, el 0,9%). Las estaciones de metro del barrio no parecen ser puntos calientes de la magnitud de Lavapiés o Nuevos Ministerios, los sitios donde más controles indiscriminados se han registrado, aunque la estación de metro de Tribunal ocupa la número 12 en este desafortunado ranking.

En el distrito Centro (datos del ayuntamiento para 2011) la población extranjera empadronada supone casi el 27% del vecindario. En el barrio de Universidad, los extranjeros eran este año pasado cerca de 9.000.

Hay que mirar estos números con la perspectiva de ser solo la observación, indicativa pero muy limitada, de un grupo de voluntarios. Las Brigadas vecinales han observado la existencia de controles racistas en más de un tercio de las salidas que han hecho, lo cual, teniendo en cuenta su carácter puntual, es un dato significativo en sí mismo.

Descargar el último informe de las Brigadas Vecinales de Observación de Derechos Humanos

JOE

Vamos a ver, en Malasaña hay trapicheo de drogas. Estas identificaciones se hacen para detectar a posibles camellos en la plaza Dos de Mayo o en Tribunal donde la oferta es constante. Decir que es racismo es pura demagogia. Quien este en en contra está defendiendo el tráfico de drogas en el barrio.

carla

Yo vivo en Lavapiés que es donde más intervenciones se supone que hace la Policía y da igual. En la calle Ave María te ofrecen de "todo" y siempre las mismas personas todos los días a todas horas y la impunidad es total. Tengo la sensación de vivir en un barrio de Nueva York donde la Policía tiene miedo a entrar y no hay ley que valga. Y encima estos señores se quejan de que se les "identifique". Somos los vecinos los que avisamos a la Policía para que hagan algo efectivo y seguimos igual durante años. Me gustaría que tuvieran todos los días en el portal de su casa una persona ofeciendo hachis, maría,... a sus hijos.
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