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Prueba del Toyota Yaris 120H, el utilitario híbrido perfecto

Toyota Yaris 120H.

Pedro Urteaga

Se confíe más o menos en galardones semejantes, el premio de Coche del Año en Europa otorgado en su edición de 2021 al Toyota Yaris se antoja uno de los más justos que se puedan conceder. Las satisfactorias impresiones que nos ha dejado la prueba del pequeño modelo japonés, en versión híbrida, no nos permite llegar a otra conclusión.

Parte fundamental de su gran desempeño tiene que ver con el ya muy experimentado sistema híbrido de Toyota, que en este caso desarrolla 116 caballos de potencia y se combina con una transmisión automática que hace uso de un engranaje planetario con múltiples marchas. Como suele ser habitual, esta tecnología ofrece sus mejores frutos en la conducción por ciudad y alrededores, al hacer posible consumos por debajo de los 4 litros/100 km, y lleva aparejada la preciada etiqueta Eco de la DGT.

La única versión de gasolina del Yaris, de 125 CV, cuenta con el distintivo C, aunque -eso sí- tiene un precio de partida más que atractivo de 15.200 euros. La híbrida está a la venta desde 18.700 euros, pero pagar el sobreprecio puede compensar no solo por la etiqueta, sino también por la suavidad de funcionamiento, la mayor eficiencia y las menores emisiones: los 117 gramos de CO2 por kilómetro del modelo térmico se reducen a 87 g/km en el híbrido de acabado básico y a 97 g/km en las versiones cargadas de más equipamiento.

Con menos de cuatro metros de longitud y poco más de una tonelada de peso, el utilitario de Toyota ofrece una respuesta ágil y enérgica en el tráfico urbano, su corto radio de giro le permite callejear y aparcar con facilidad, y los 116 CV se revelan potencia sobrada para moverlo con alegría también por vías de circunvalación.

Lo mismo puede decirse de carreteras y autovías, donde el único inconveniente reside en que el tren híbrido ya no resulta tan eficiente, debido a la necesidad del motor de combustión de trabajar con más intensidad y a la poca ayuda que presta en este contexto el eléctrico de 59 kW. El coche monta otro pequeño motor eléctrico que opera como motor de arranque y sirve también para cargar la batería.

Las dos partes del sistema híbrido se complementan, en general, de manera armoniosa con la intervención del cambio, de tipo epicicloidal. Del funcionamiento de este, al que suele reprocharse que -por su propia naturaleza- produce un ruido que no se corresponde con la ganancia de velocidad, solo podemos decir que es ahora menos audible que en la generación anterior, merced a mejoras en insonorización, y que la mayor parte del tiempo se asemeja al que produce cualquier otro propulsor.

El consumo fuera del hábitat natural urbano del Yaris se encamina, ya sí, hacia los 4,5 litros/100 km, pero el registro combinado supera por poco los 4 litros/100 km, lo que supone una cifra poco menos que imbatible.

Sobre el papel, el nuevo Yaris 120H es además 2,1 segundos más rápido que su antecesor en el paso de 0 a 100 km/h, que completa en 9,7 segundos. Más importante es que esta mejora se traduce en adelantamientos más rápidos y seguros y en una sensación general de mayor solvencia mecánica que siempre resulta grato experimentar.

La nueva entrega del modelo japonés ha mejorado notablemente, también, en calidad de rodadura. Es más silencioso y veloz, sí, pero se siente sobre todo un vehículo más sólido y mejor asentado en la carretera que aquel al que sucede, cuya peor pisada animaba poco a salir de la ciudad.

Más ‘coche’ gracias a mejoras en la suspensión

Toyota ha introducido cambios profundos en la suspensión, entre ellos un eje torsional trasero un 80% más rígido, para que el Yaris sea más estable y, al mismo tiempo, más cómodo. Esta mayor rigidez permite emplear muelles algo más blandos, y de esa manera se consigue a la vez que el coche mejore a nivel dinámico en las curvas y sea más confortable para conductor y pasajeros.

El jurado del Coche del Año en Europa destacó como mayores virtudes del Yaris sus bajas emisiones, fácil conducción y precio asequible, además de su diseño -sobre el que no solemos pronunciarnos, por lo que tiene siempre de subjetivo, pero que suscita abundantes comentarios elogiosos-, comportamiento dinámico y amplio equipamiento de seguridad. 

Desgranemos ahora este último, cuyos elementos se agrupan en un paquete que Toyota denomina Safety Sense. Entre ellos hallamos el programador de velocidad, el cambio automático de luces cortas a largas, el asistente de mantenimiento de carril, el reconocimiento de señales de tráfico o el sistema de frenada de emergencia en ciudad con reconocimiento de peatones.

En función del nivel de equipamiento seleccionado, el coche también puede incorporar techo panorámico de cristal, asientos delanteros con calefacción, faros de led, freno de estacionamiento automático y carga inalámbrica para móviles. También es novedad un airbag que se despliega en vertical entre los dos asientos delanteros para evitar que conductor y acompañantes colisionen entre sí cuando se produce un accidente.

Las versiones más completas del Yaris están equipadas también con elementos poco comunes en vehículos del segmento B, entre ellos un head-up display de 10 pulgadas en el que la información se proyecta directamente en el parabrisas, no en una lámina transparente que se eleva encima del cuadro de instrumentos -esta es la solución más barata y de compromiso que se ve con mayor frecuencia-, tapicería mixta de tela y cuero sintético, navegación conectada y equipo de sonido JBL con ocho altavoces.

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