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¿Realmente queremos los usuarios coches autónomos?

El coche autónomo será una realidad en pocos años pero, ¿realmente los usuarios quieren dejar de conducir?

Pedro Urteaga

El sueño del coche que se conduce a sí mismo parece cada vez más cerca por muchos desafíos técnicos y legales que queden por delante en el camino de su implantación definitiva. Otra cosa es la actitud de los usuarios ante esta nueva tecnología, tan diversa en función de nacionalidades, edad y personalidad, entre otros muchos factores, que en ocasiones cabe plantearse si el vehículo autónomo es un verdadero anhelo humano o solo la demostración, por parte de la industria, de que es técnicamente capaz de desarrollarlo.

Una reciente encuesta de Ipsos, Global Mobility Navigator, pone sobre la mesa un puñado de argumentos que, por parecer obvios, muchas veces se olvidan. En palabras de Todd Markusic, vicepresidente de Movilidad de esta firma de consultoría: “Una revelación clave y posiblemente pasada por alto es que casi el 70% de los compradores de vehículos nuevos disfruta conduciendo”. Así de sencillo.

Los usuarios, sin embargo, no son ciegos a las virtudes de esta tecnología, que hará posible, por ejemplo, que un anciano llegue a destino en su propio coche, y con todas las garantías de seguridad, sin necesidad de que nadie tenga que llevarlo. Una mayoría de los encuestados valora muy positivamente un sistema, ya instalado en muchos modelos modernos y que anticipa la conducción autónoma, como el frenado automático para evitar colisiones.

La clave para la aceptación reside tal vez en que las ayudas a la conducción, conocidas como ADAS, nos agradan cuando aportan seguridad sin resultar intrusivas o molestas. Según un estudio de J. D. Power, una gran proporción de los usuarios de coches nuevos se queja especialmente de las alertas de mantenimiento y centrado en el carril, que llegan a mover de manera brusca el volante. El 23% considera que los ADAS son molestos y nada menos que el 61% asegura que los tiene desconectados.

Solo el 6% de los compradores querría un coche autónomo

No parece tener mucho sentido tener que “pelearse” con tu propio coche cuando de lo que se trata es de desplazarse de un lugar a otro con seguridad, ni suele funcionar a priori ningún tipo de avance que suponga limitar la libertad de la gente. Seguramente por eso la encuesta de Ipsos señala que solo el 6% de los potenciales compradores adquiriría hoy por hoy un vehículo completamente autónomo (en caso de que existiera y le fuera permitido circular), pero el 57% sí lo haría si la autonomía fuera opcional, es decir, una función más que el conductor tuviera a su disposición, pongamos por caso, cuando se encuentra en un atasco o si está cansado después de pasar una mala noche.

Dicho todo esto, da la impresión de que esta tecnología acabará imponiéndose, aunque no sabemos si hasta el extremo de que las autoridades prohíban conducir a las personas. Otra investigación de Ipsos, en este caso encargada por Audi, indica que la aprecian sobre todo los jóvenes, los “creadores de tendencias”, los expertos en tecnología y los que disponen de alto poder adquisitivo. Entre quienes muestran más desconfianza se hallan las personas de mayor edad y las de menor formación y nivel de ingresos, y los más reticentes solo harían uso de ella cuando otros la hubieran probado extensamente.

El estudio, denominado El pulso de la conducción autónoma y confeccionado con base en las respuestas de 21.000 entrevistados de nueve países y tres continentes, se detiene en la actitud de la población hacia el coche autónomo en función de la sociodemografía. Utiliza para ello el llamado Índice de Preparación Humana (HRI), que tiene en cuenta el conocimiento, el interés, las emociones y la disposición de las personas a usar vehículos autónomos y genera con todo ello un indicador numérico entre -10 y +10.

Los chinos, los más entusiasmados

De acuerdo con el trabajo, cuanto más joven es el encuestado, y más alto su nivel de formación e ingresos, más favorable es su actitud a la nueva tecnología. Las diferencias son notables también por países: los chinos muestran gran entusiasmo (HRI +5,1), y los surcoreanos les secundan con un HRI +1,2. En Europa, españoles e italianos encabezan el ranking de entusiasmo (HRI +0,7) por delante de alemanes y franceses (HRI -0,7), casi tan recelosos al respecto como americanos, japoneses y británicos.

En general, la población mundial siente tanto atracción como desconfianza por el fenómeno en ciernes. Una amplia mayoría confiesa interés y curiosidad, hasta el punto de que la mitad de los encuestados querría probar la conducción autónoma, y advierte igualmente su potencial desde el punto de vista social: desde un acceso más fácil a la movilidad (76%) y una mayor comodidad (72%) hasta mayor seguridad (59%). La mayor disposición a ceder el control se muestra ante situaciones como el aparcamiento y los atascos en autopista. En el lado de las preocupaciones, los usuarios reconocen ante todo temor a la pérdida de control (70%).

El estudio establece que el 41% desconfía de la tecnología y el 38% muestra mucho interés por ella, partiendo de la base de que el nivel de conocimiento sobre la cuestión es actualmente muy bajo, pues solo el 8% puede explicar grosso modo cómo funciona realmente un vehículo autónomo.

Ipsos traza, por último, cinco perfiles de usuarios de la conducción 100% automatizada. Al “conductor desconfiado” le gusta atenerse a lo que ya existe y sólo la utilizaría si se hubiera implantado plenamente. Los “reacios a la seguridad” también presentan una actitud muy reservada y sostienen que los coches autónomos deben probarse durante años antes de que se les permita circular por las carreteras.

Los “creadores de tendencias” se muestran entusiastas de esta tecnología en la medida en que les sirve para exhibir su lifestyle. El usuario “experto en tecnología” confía totalmente en la conducción autónoma y está a favor que se introduzca en el menor plazo posible. Por su parte, el “copiloto de mentalidad abierta” la ve con buenos ojos y desea medidas en los ámbitos empresarial, científico y político para su implantación segura. Eso sí, la aprueba siempre y cuando él pueda intervenir en el control del vehículo cuando lo juzgue necesario, lo que viene a subrayar que no son tiempos de prohibiciones ni confianzas ciegas y sí de facilitar la vida y respetar la libertad de las personas.

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