Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.
Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.
Es tiempo de afrancesados, es tiempo de asirse a la esperanza de progreso, de abrazar lo mejor de Europa, su cultura, su humanismo, su inteligencia, y de aborrecer el nacionalismo.
Estamos a punto de ser de nuevo espectadores de un duelo dialéctico de consecuencias no bien calibradas, veremos subir otra vez a la tribuna a esos renacidos 'milosevics' que apelarán a la esencia de la nación, con bellas palabras llamarán al sentimiento, al orgullo. Unos nos hablarán desde la plaza de Catalunya y otros desde la de España, pero puedo asegurar que aunque en distintas lenguas hablarán el mismo lenguaje. Nos hablarán del Otro, del odio, de los derechos que los amparan, del destino histórico. Miopía.
No, no quiero asistir al espectáculo, no quiero ver de nuevo a los de la calculadora en la mano susurrando al oído de unos, que siga la escaramuza, que cuanto peor hablen aquellos de España mejor irán las encuestas para los nacionalistas españoles. Y aquellos, en cobarde huida hacia delante para borrar y hacer irreconocible esa corrupción de las élites catalanas, esa sumisión a las políticas de la austeridad, tan necesaria para futuros reconocimientos europeos.
No, no quiero verlo. Tantas cosas se nos hacen ahora tan necesarias, con tanta urgencia y son tan escasas las herramientas y tan corto el tiempo. Es urgente seguir construyendo la segunda Transición y regenerar la Justicia y avanzar con decisión y audacia contra la corrupción, y hacer más democracia y más verdadera, y recuperar ideas antiguas que nos hablan del interés general y de civismo. Pero ahora además de combatir al ignominioso monopolio energético de las Eléctricas, de asistir al aparente nepotismo en el Tribunal de Cuentas, a las reuniones en el ministerio de Don Jorge con Don Rodrigo para tratar sus cosas, además de todo eso, por si nos faltara algo entra en escena ese diabólico enfrentamiento de nacionalismos.
Yo me quedo con los afrancesados. Sí, yo me siento más cercano a muchos de aquellos afrancesados, que sinceramente y dejando aparte su nacionalismo, saludaron la invasión napoleónica como esperanza de modernidad, de europeización. Me siento cercano a ellos también, cuando derrotado el ejército francés abandonaron España, en el primer exilio político masivo de nuestra historia. Sintiendo toda la soledad de los apátridas, con el peso de todas sus contradicciones, con todas sus dudas a cuestas. Cercano también al Goya de Burdeos, rompiendo el cerco del absolutismo y la Inquisición, ésta en su definitivo papel histórico a la cabeza de la represión de afrancesados y siempre dispuesta para dar alas al nacionalismo español. Sí, cercano a esa minoría ilustrada y optimista, a esos exiliados que finalmente cayeron también bajo la sospecha de ser gente peligrosa en la Francia del exilio.
Me siento también cercano del viejo afrancesado Immanuel Kant, que jovial saludaba los valores de la Revolución y se alzó en Europa como la figura más visible en pro de la misma. Vió en aquellos valores, la promesa de realización de los derechos de la razón práctica en un sistema legal, la promesa de una nueva filosofía política.
Cercano me siento también de Zweig, testigo de excepción de la primera mitad del siglo XX, con su aborrecimiento de la guerra, su amor por la cultura europea, su veneración por los constructores de la cultura, su entusiasmo por la poesía, la literatura y el arte. Dándonos su aliento hasta que no pudo más en su huida del nazismo y lo que representaba. Demasiada maldad para un espíritu tan noble.
Cercano de Miterrand, que en su último discurso ante el Parlamento europeo -François Miterrand à Strasburg en 1995- nos dijo que no hay que transmitir odio, que es mejor hablar de humanidad, de benevolencia, que hay que superar los prejuicios, que hay que vencer la historia. Que el nacionalismo es la guerra y nos puede esperar de nuevo, otra vez, en el futuro. Que los diputados europeos deben ser los guardianes de la paz y la seguridad. Eso dijo.
Apenas queda tiempo, pronto resonarán de nuevo las grandilocuentes palabras de los grandes hombres de la patria y los himnos de los grandes amaneceres. Es preciso por tanto, articular ya una propuesta amplia, definida, generosa y abierta por el Estado Federal, una propuesta para avanzar, para cohesionar. Quizás no sea tarde. La sociedad civil, los movimientos sociales y partidos democráticos emergentes como Podemos pueden resultar decisivos por lo que creo sinceramente que debieran comprometerse más y avanzar con claridad en estas propuestas. Todo por la convivencia verdadera y los valores democráticos.
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