Sin necesidad de alguna de esas maravillosas encuestas del CEMOP, cualquiera medianamente avisado puede pensar, y hará bien, que las tres principales preocupaciones aquí y ahora son la COVID-19, el Mar Menor y el paro. Obviamente, hay otras muchas que alteran el sueño de muchos, como la vuelta al colegio por ejemplo, pero quizá esas tres sean las más acuciantes.
En buena lógica política, cabría pensar que los gobernantes deberían estar pero que muy aplicados desde hace meses a paliar los efectos que la crisis actual está teniendo en esos tres rubros, puesto que se vienen manifestando desde hace meses. Lo del Mar Menor, desde hace años, para ser más precisos. La Covid-19 desde marzo, cuando nos estalló la pandemia en las narices. Y el paro casi desde siempre, aunque agravado por los efectos de la anterior.
Mas no parece que la gestión de los tres problemas esté dando frutos, a juzgar por lo que venimos sabiendo poco a poco. Generalizar sería demasiado extenso. Daría para más de una y más de dos tesis doctorales, que es de esperar que sean producidas en un plazo prudencial: tres o cuatro años, dados los filtros burrocráticos por los que ha de pasar cualquier estudio universitario supuestamente serio. En el ínterim, las noticias que se desgranan dan una idea real de lo que pasa y ayudan a concretar en casos específicos, pero reveladores, el panorama.
Sobre el Mar Menor, cualquiera pensaría que está todo más que dicho. Es decir: es un desastre absoluto la gestión que las administraciones local y autonómicas, que son las primeras responsables y deberían ser las primeras en haber reaccionado desde hace años, realizan. El último ejemplo muy revelador es la instalación de las pasarelas para el baño en Los Urrutias cuyo montaje fue iniciado por el Ayuntamiento de Cartagena el 25 de agosto, al tiempo que la mayoría de veraneantes y residentes iban pensando en hacer las malestas para volver a casa, los unos, y en buscar sitio en los armarios para bañadores, toallas y demás, los otros.
La eficiencia de la gestión del consistorio cartagenero de la exsocialista Castejón y la exportavoz pasiana Arroyo queda demostrada si se tiene en cuenta que dos meses antes, el 26 de junio, la segunda de las citadas anunció la contratación de urgencia de esas cinco pasarelas para Los Urrutias, Estrella de Mar y Punta Brava. Una solución provisional que, hay que recordar, fue solicitada por la plataforma vecinal de la zona hace cuatro años, en 2016. El consistorio de la irrisoriamente llamada Trimilenaria ha estado mareando la perdiz desde entonces. Y ahora inició su instalación en vísperas del final de la temporada de veraneo. Premio gordo.
En cuanto a la COVID-19, debería bastar con notar que esos grandilocuentes, prudentísimos y habilísimos gestores sanitarios que ese «gran Gobierno de la libertad» de López Miras colocó en la Consejería de Salud no hicieron nada durante meses ––ni siquiera se lo plantearon–– para revertir los efectos devastadores que recortes y privatizaciones encubiertas derivados de las políticas de Eme Punto Rajoy tuvieron en la Sanidad pública (además de en la Enseñanza, Servicios Sociales, etc.).
En esas llegó la COVID-19 y mandó parar. Así debió ser pues casi seis meses después del inicio de la pandemia, a finales de este agosto, supimos que el Servicio de Epidemiología autonómico seguía tan desbordado que había puesto en manos de una empresa privada –– Plus Asistencia S.L.––la contratación de esos “rastreadores sanitarios” que tan importantes son al decir de todos los expertos para intentar frenar los contagios. Ejemplo de gestión, igualmente, de premio. Tanto más cuanto que la citada sociedad limitada no tuvo otra que recurrir a portales telemáticos de búsqueda (u oferta) de empleo para cubrir los puestos de trazadores epidemiológicos, lo que da una idea de la idoneidad y del conocimiento del sector que debe tener la concesionaria privada de tan importante apoyo a los sanitarios del SMS. En este caso, premio gordo doble.
Tampoco se puede dejar de lado el crecimiento del paro derivado de las consecuencias económicas de la COVID-19. Ni parece que en este asunto la Consejería del sector haya sido capaz de reaccionar. No ya a tiempo ni con la destreza suficiente, sino simplemente reaccionar. Pues no hay indicio de que haya movido una pestaña ni de que haya hecho otra cosa que mantenerse impertérrita. Un caso paradigmático de tancredismo.
Agosto empezó en la Región con casi un 25% de desempleados más que el año anterior, 2019, y la rimbombante Consejería de Empleo, Investigación y Universidades ––nada menos–– mantenía cerradas a final de mes varias oficinas del Servicio de Formación y Empleo (SEF) y los empleados de las mismas ––interinos en su inmensa mayoría, por cierto–– están teletrabajando en muchos casos y con las líneas de atención telefónica colapsadas. En resumen: no dan abasto para la que les ha caído encima ––como en la Sanidad pública–– y no pueden atender las urgencias de los cientos y cientos de nuevos desempleados o afectados por ERTEs que intentan contactarles cada día. Esto ocurre, de nuevo, casi seis meses después del inicio de una crisis en la que, desde el minuto uno, estaba clarísimo que el desempleo subiría exponencialmente. Otro caso de gestión de premio gordo.
Cada cual saque sus conclusiones, pero aparentemente los miembros del Gobierno (???) de López Miras parecen más interesados en cantinflear constantemente sobre las aberrantes políticas del Ejecutivo socialcomunista de coalición ––que tiene indudablemente críticas merecidas que soportar––, en vez de gestionar modestamente lo que les toca o debería tocarles más de cerca. Así empezamos este nuevo curso político. Vale.
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