No defienden al rey, se defienden a ellos mismos
Más de 70 ex ministros y ex altos cargos de gobiernos anteriores (PP y PSOE) han firmado un 'Manifiesto' de apoyo al reinado de Juan Carlos I. En dicho escrito, se defiende la presunción de inocencia del emérito así como su legado a la democracia española.
Desde Rodolfo Martín Villa a Alfonso Guerra, de Esperanza Aguirre a Jaime Mayor Oreja, de Rafael Catalá a Jaime Ignacio del Burgo... -la inmensa mayoría “autoridades morales y éticas” de la política española- por eso me pregunto si con este manifiesto están defendiendo al rey emérito o por el contrario, está justificándose toda una generación que participó con su silencio en los desmanes de las instituciones públicas durante décadas.
Uno de los periodistas más influyentes de este país, Iñaki Gabilondo, ha declarado que con la marcha del rey no se ha desnudado solo al monarca, sino que se ha dejado en evidencia a toda una generación que durante años miró para otro lado ante las evidencias de la monarquía.
Lo que resulta curioso es que este grupo selecto de ex dirigentes salga en defensa de un monarca que ha sido incluso repudiado por su propio hijo, el actual rey Felipe VI, que a pesar de sus intentos de recuperar algo de credibilidad sigue perdiendo adeptos y súbditos como Ciudadanos y Podemos votantes, a chorros.
A nadie escapa que si el rey emérito hubiera tenido un comportamiento público y privado mínimamente decente no se habría marchado a Emiratos Árabes, salvo que tuviera que ir a por otro maletín, y su hijo tampoco le hubiera retirado la paga del mes y seguiría viviendo junto a su nuera Leticia, a la que tanto quiere. Lo que haya hecho en su vida íntima es su problema y de las mujeres que han pasado por su vida, los borbones siempre fueron de disparo fácil, y como dice el dicho popular con dinero y con poder así cualquiera, aunque el dicho lo expresa con otras palabras.
Pero sin duda lo mejor del Manifiesto es que ha conseguido el efecto contrario; es decir, poner en evidencia una etapa de nuestra vida democrática donde casi todo estaba permitido, la corrupción acampaba a sus anchas, y todos se creyeron y algunos aún se creen intocables.
Hace tiempo, cuando militaba en una conocida organización sindical, algunos amigos me advirtieron de que me estaba creando demasiados enemigos dentro y que así no llegaría muy lejos, me imagino que como dice otro dicho popular 'el ladrón cree que todos son de su condición',pero lo que más me preocupaba de esas advertencias no era eso, sino lo que me preocuparía hubiera sido caerle bien a determinada gente.
Y aquí pasa algo parecido, que este puñado de ex ministros y ex altos cargos cuyo pasado no es precisamente un cúmulo de transparencia y libertad, quizás no sea la mejor tarjeta de presentación. Es como cuando Santiago Abascal enarbola la bandera de la defensa a ultranza de la Casa Real. No creo que en Palacio, si todavía queda algo de vida inteligente, celebren con vino y cava que el líder de Vox sea su mejor avalista.
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