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Vidas personales

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Cuando el que todavía era alcalde de Alcantarilla vio la cantidad de medios informativos que en la mañana de este jueves habían acudido al pleno en el que renunciaba al cargo, lamentó que, en otras ocasiones, logros de su gestión no tuvieran el eco que sí ha tenido su marcha. Joaquín Buendía, alcalde desde 2015, dijo ante los micrófonos y cámaras allí congregadas que dejaba la alcaldía para recuperar la vida personal que en esta década, aseguraba, había perdido. En el despacho de alcaldía, ya vacío de casi todas sus pertenencias, donde efectuaba estas manifestaciones a los periodistas, su esposa asentía emocionada en la despedida de su marido.

Buendía sí quiso dejar claro que no se marchaba de la vida pública. Que seguiría presidiendo el PP en Alcantarilla y siendo miembro del comité ejecutivo nacional del partido, así como del regional. Como guinda añadió que había pedido el reingreso en la docencia, como profesor de instituto, su antigua profesión antes de dar el salto a la política en el curso 2006/2007 y ostentar diversos cargos en la Administración autonómica.

El pleno de despedida se retomó, tras la pausa en la que Buendía atendió a los medios acompañado de la mujer que le sustituirá en la alcaldía, Francisca Terol, hasta ahora su mano derecha. Cuando acto seguido, en el último punto del orden del día, ratificó su marcha, hasta la oposición socialista tuvo palabras amables para con él.

Poco tiempo después de finalizar el pleno, el portavoz del Ejecutivo regional, Marcos Ortuño, anunciaba en el Palacio de San Esteban el nombramiento en el Consejo de Gobierno semanal de Joaquín Buendía Gómez como nuevo gerente de Esamur, la empresa pública que gestiona la depuración de aguas residuales en la Región.

Poco antes, las insistentes preguntas de la prensa sobre su futuro no consiguieron que Buendía aportara una sola pista sobre cuál podría ser su nuevo cometido. Eso sí, reiteró que no se iba de la política y que, en frase tan manida y de manual, estaba a disposición de su partido. Esto lo repitió varias veces. Blanco y en botella, pensamos algunos. Es decir, que un cargo estaba al caer. Lo que pocos sospechaban es que se hiciera público tan rápido, como en un efecto de acción/reacción.

Hay quien deduce que Buendía ha podido cansarse de la alcaldía y de lo intensa que resulta la política municipal tras dos legislaturas y media en el principal sillón del consistorio. Cosa lógica, por otra parte. Lo que ya cuesta más asimilar es que apele, ante la opinión pública, a recuperar la vida personal y su vuelta a la docencia cuando tenía un cargo público en la recámara que, a buen seguro, le resultará menos agobiante desempeñar que lo que le ha supuesto el día a día de una gestión municipal que ahora deja atrás. Alguien dijo que un dilema era un político intentando salvar sus dos caras a la vez. Algo debe de haber de eso en todo esto.