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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Cayetanos y cayetanas

De Toledo llama "hijo de terrorista" a Iglesias, que avanza una posible denuncia

Manuel Segura Verdú

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En 2018, los integrantes del grupo pop-rock Carolina Durante lanzaron su tema ‘Cayetano’, una especie de retrato del pijo españolazo. La canción nació durante la edición del FIB 2017, en Benicàssim, casi de forma improvisada, rasgueando una guitarra. Al fin y al cabo, sabían de lo que hablaban ya que tres de los componentes del cuarteto se criaron en el barrio de La Moraleja, uno de los más selectos de Madrid, estudiando además en colegios elitistas. Una de sus estrofas, “todos mis amigos se llaman Cayetano, no votan al PP, votan a Ciudadanos”, ha sufrido alguna modificación con el paso del tiempo, de acuerdo con los avatares políticos, pasando a ser remodelada con “ahora votan a Vox, antes a Ciudadanos”. Hace un par de años, en una entrevista en Vanity Fair, a su cantante, Diego Ibáñez, le preguntaron qué sería para ellos el éxito: “Que se empezara a hablar de los pijos como cayetanos”, respondió sin ambages.

Con la crisis del coronavirus, las protestas vecinales originadas en el madrileño barrio de Salamanca fueron bautizadas así: la revuelta de los cayetanos, con lo que Carolina Durante ha visto alcanzado su objetivo. El otro día, en una emisora de radio, Ibáñez reconoció que “oír hablar de ‘cayetanos’ en el Congreso me descojona”. Durante estas manifestaciones ‘espontáneas’, formaciones escoradas a la derecha como Vox han buscado visualizar su propio 15-M, tal y como hace años hizo una emergente fuerza política que surgió por la izquierda y que era Podemos. Saltándose el confinamiento en fase cero, gritando y golpeando cacerolas y sin guardar la distancia estipulada, miles de ciudadanos se lanzaron a la calle dejando imágenes de fuste variado: desde personas que recriminaban al Gobierno “socialcomunista”, dentro de un pretendido derecho a expresar sus opiniones, la actuación llevada a cabo en esta crisis, hasta tipos grotescos como aquel individuo que, desde Santander, se convirtió en viral, ubicado en el asiento trasero de un descapotable, megáfono en mano, pidiendo dimisiones, mientras un chófer conducía el vehículo por una de las calles de la capital cántabra. La presidenta de la Comunidad de Madrid, la popular Isabel Díaz Ayuso, llegó a alentar aquellas convocatorias, advirtiendo que apenas eran un aviso a Pedro Sánchez de lo que podía venir en un futuro en el resto de España.

Uno de los epicentros de la protesta fue la calle Núñez de Balboa, un enclave que en su día albergó la sede de Fuerza Nueva, formación de extrema derecha liderada en la Transición por Blas Piñar, quien en 1979 obtuvo un acta de diputado al Congreso por Madrid. Hasta la llegada de Vox, el notario madrileño fue el único representante de esta ideología que había ocupado un escaño en el Parlamento español.

Esta misma semana, en la misma Cámara Baja, la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo y el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, protagonizaban un lamentable incidente, al referirse la primera al padre de este último como alguien implicado en actos de terrorismo. “Usted es el hijo de un terrorista, a esa aristocracia pertenece usted, a la del crimen político”, le espetó. Previamente, el líder de Podemos se había dirigido a la portavoz popular calificándola de “señora marquesa”. Lo cierto es que el padre de Iglesias militó en el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico), como muchos otros comunistas lo hicieron durante los estertores del franquismo, y que Álvarez de Toledo pertenece a la nobleza, en concreto, es la décimo tercera marquesa de Casa Fuente. Sin embargo, el tono de ese cuerpo a cuerpo recordó aquellos días previos a la Guerra Civil, cuando los diputados se amenazaban mutuamente desde la tribuna y los escaños de la Carrera de San Jerónimo. Esa jerga guerracivilista poco aporta a solventar la que se nos ha venido encima, con una pandemia que mermará no solo nuestra salud sino también nuestra economía y que se ha cobrado casi treinta mil muertos en nuestro país. El deplorable ejemplo que la clase política está dando estos días se traduce en un espectáculo incomprensible para muchos españoles, a los que, de manera inconsciente e irreflexiva, se está conduciendo a la bipolaridad más abyecta por una pendiente vertiginosa y sin frenos. Y, por desgracia para la convivencia nacional, sin perspectivas de reconsideración por parte de unos y otros.

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