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Miguel Urbán: “Esa obsesión del veto parental es algo que Vox recoge de los evangelistas latinoamericanos, fundamentalmente de Brasil”

El eurodiputado de Unidas Podemos Miguel Urbán/ 2019 EU-EP/GE

Elisa Reche

Murcia —

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Miguel Urbán, eurodiputado de Podemos, presenta el miércoles a las 19h en el Hemiciclo de Letras de la Universidad de Murcia su último libro 'La emergencia de Vox'. Miembro de Anticapitalistas y cofundador del partido liderado por Pablo Iglesias, Urbán analiza en este libro el fenómeno de la extrema derecha en España mirando hacia atrás y hacia Europa.

En el libro señalas que las ideas de extrema derecha, a pesar de no haber estado representadas en una fuerza parlamentaria significativa hasta que Vox entró en el Parlamento de Andalucía en 2018, estaban presentes en la sociedad de otra forma o  a través de la parte más conservadora del PP. ¿Esas ideas o valores llegaban entonces abiertamente a los medios de comunicación como ahora?

La extrema derecha española tenía una cierta presencia ausente en nuestra vida pública. Somos varios autores los que incidimos en este aspecto. Una presencia en los medios de comunicación, en un debate público con ideas de la extrema derecha, pero ausente de las instituciones, es decir, no teníamos un partido de representación de extrema derecha en el Parlamento.

Hemos visto ejemplos como Plataforma per Catalunya, quienes condicionaron el debate público sin tener representación en el Parlamento catalán, solo en los municipios con el ejemplo del burka. En el libro también menciono al partido GIL y al de Ruiz Mateos como experiencias de cierto populismo de extrema derecha. El propio PP ha metido elementos de extrema derecha antes de que Vox tuviera representación parlamentaria. Javier Maroto en Vitoria o Albiol en Badalona con la campaña Limpiar Badalona. O de hecho, cómo Pablo Casado en las elecciones andaluzas cómo incidió en ciertos elementos que luego ha utilizado Vox visitando las vallas de Ceuta y Melilla o incluso hablando de que el PP tenía que combatir la ideología de género, que es un concepto que en la Europa del Este está utilizando la extrema derecha.

Creo que los medios de comunicación han tenido un cierto morbo ante estos fenómenos. Un ejemplo podría ser el de Hogar Social con diferentes entrevistas en televisión en programas de investigación que era un fenómeno que no tenía más de 40 ó 50 personas, es decir, que no tenía representación social. Se empieza a hablar de Vox mucho antes de que vengan a tener representación en Andalucía si tenemos en cuenta que entonces contaban con el 0,43% de los votos a nivel estatal.

Otro aspecto que me ha parecido interesante de 'La emergencia de Vox' es que adscribes a Vox al grupo de extrema derecha del Parlamento Europeo más cercano a países como Polonia o Hungría frente a otros de la Europa Central, ¿por qué?

Las relaciones internacionales de Vox son un ejemplo de que dentro de la extrema derecha también hay familias políticas y diferentes sectores porque muchas veces cuando hablamos de extrema derecha solemos mirar a Salvini o Le Pen, bueno pues Vox no comparte grupo político con ninguno de ellos dos, sino que tiene un acuerdo con una extrema derecha del Europa del Este, fundamentalmente Polonia con el Partido Ley y Justicia e incluso con Orban de Hungría. De hecho, podríamos decir que hay más similitudes con Bolsonaro que con Le Pen. Esto significa que hay dos corrientes en la extrema derecha a nivel internacional y Vox es un partido que es ultraliberal en lo económico, conservador y retrógrado en lo moral y profundamente reaccionario y autoritario. Algo que otros movimientos de extrema derecha, sobre todo, de Europa Central no tienen tan marcado, tanto en lo económico, donde tienen elementos más proteccionistas e incluso reivindicando un cierto ‘chovinismo del bienestar’ -servicios sociales sí, pero solo para los franceses u holandeses-.

El programa de Vox es un programa ultraliberal de privatización de pensiones, de la educación, de la sanidad, del derecho a huelga, tasa única fiscal eliminando la retroactividad. Creo que hay ciertas diferencias que se expresan en que la extrema derecha tengan dos grandes grupos en el Parlamento Europeo y Vox se sitúe más con esa extrema derecha antifeminista y ultraliberal de lo que podría ser Le Pen y sus diferentes aliados.

Otra tesis importante en el libro es que la crisis económica y la respuesta de la austeridad es el marco perfecto para que la extrema derecha dé pábulo a la idea de que 'aquí no hay sitio para todos' y expandan la sensación de inseguridad y el racismo. ¿Cómo se podría luchar contra esta situación?

El modelo de los ajustes económicos que han construido en Europa para salir de la crisis no solo una pérdida de derechos sociales, sino un sentimiento de escasez, de no hay recursos para todos: entendido no sólo como dinero, sino vivienda o recursos sociales. Ante eso, la extrema derecha da una respuesta que es excluir a sectores sociales más desfavorecidos, normalmente a los migrantes, del reparto de los recursos escasos. En Murcia son subsaharianos, pero en Londres son españoles y polacos. Sabemos dónde empieza esa lógica de expulsión, pero no dónde termina porque cada vez se va expulsando a más actores sociales de este reparto por los recursos.

En cierta medida, la pregunta que está encima de la mesa durante estas décadas de shock neoliberal es quién tiene derecho a obtener derechos y la extrema derecha empieza diciendo que es el francés, español o alemán, pero incluso empiezan a cuestionar quién es francés o español como Vox cuando cuestiona quién es un buen español y cada vez se van quedando con menos gente.

La forma de combatir esta situación es dándole la vuelta: no es excluir a sectores sociales del reparto de los recursos escasos, sino cambiar el reparto: ir al centro del debate que es el reparto de la riqueza. Vemos como Vox va a la eliminación de la progresividad fiscal, como la eliminación de impuestos a las grandes fortunas; una respuesta neoliberal que lo único que hace es agrandar ese problema y utilizar la migración como chivo expiatorio. El problema es cómo las élites se lo están quedando todo para que las clases populares se tengan que pelear por las migajas  y eso fue justamente el 15M y por eso fue un antídoto que duró un tiempo para que en nuestro país no naciera un partido de extrema derecha y se señalara a los culpables del reparto de la desigualdad y ponía en el centro el reparto de la riqueza y de los recursos. Además, en un momento de crisis climática esta es una cuestión central para combatir también el rebrote de los autoritarismos.

Muchas webs, foros, memes, mensajes en grupos de WhatsApp y youtubers están conformando un ecosistema que propaga las ideas de extrema derecha, muchas veces bajo el influjo estadounidense de la 'Alt Right', especialmente con el antifeminismo. ¿Son internet y las redes sociales una herramienta que en sí misma conduce a las 'fake news' y la manipulación?

No creo que internet o las redes sociales sean una herramienta que conduzca a la desinformación o a las fake news. De hecho, la manipulación ya existía desde hace ya mucho tiempo, pero parecía que sólo lo podían utilizar los poderosos como grandes medios de comunicación o gobiernos. Simplemente, las redes sociales han facilitado cierta democratización de la posibilidad de la desinformación. Aunque cada vez que hemos estudiado las campañas de desinformación de la extrema derecha hemos visto que se han gastado un dinero ingente. No solo ha sido una ‘manosfera’ o una ‘fachosfera’, sino que también ha habido una utilización sistemática de las redes sociales por parte de las grandes corporaciones que han apoyado la extrema derecha: lo vimos en el Brexit o con Trump o Bolsonaro. De hecho, Vox fue uno de los partidos que más dinero se gastó en las elecciones andaluzas cuando ni siquiera tenía representación parlamentaria. Esto demuestra que más gente se sumó a la lógica de la desinformación o de la utilización de la desinformación como un arma, pero también con un coste. Las redes son, también, una herramienta utilísima para combatir esa desinformación y enfrentarnos a los retos que vienen.

También hemos visto cómo los propios algoritmos de YouTube favorecen que a los usuarios les llegaran contenidos de extrema derecha. Muchas de estas redes sociales no son un espacio neutro y tienen grandes intereses y grandes multinacionales detrás. Si Facebook no hubiera cedido miles de datos a Cambridge Analytica no podrían haber utilizado la estrategia de desinformación para tanto la victoria de Trump como la del Brexit. También habría que hacer énfasis en que se está creando una lógica de sociedad en red en la que la extrema derecha ha sabido en muchas ocasiones moverse mejor. Fue al revés en otros movimientos como las revoluciones árabes o el 15M. Se ha construido una especie de derecha troll que campa en espacios de debate en internet, incluso proclives a cierto terrorismo ultraderechista donde deberíamos ponerle un ojo: no sólo al movimiento ‘incel’, sino con los atentados de Breivik en Noruega.

¿Por qué muchos temas relacionados con el cuerpo de la mujer y la educación pública son obsesiones tan presentes en Vox?

Tienen una obsesión con el cuerpo de las mujeres y lo convierten en cierta medida en un campo de batalla. Hemos visto como Vox justamente no solo tiene una cuestión que pueda recoger de la derecha española más retrógrada, sino que también recoge herencias de la derecha de Europa del Este o el propio movimiento de Bolsonaro que está muy condicionado por los fundamentalismos evangelistas.

A Vox lo recorre un cierto fundamentalismo católico, donde la cuestión del aborto, la sexualidad y el auge del movimiento feminista, del que Vox es una respuesta, se condensa lo que el Vaticano se inició llamando ‘ideología de género’ y que luego los evangelistas de América Latina y los sectores más fanáticos de la Iglesia Católica en Europa vinculados a la extrema derecha han construido como un elemento fundamental en su disputa política.

Hay otro elemento que introduce Vox en el que mezcla ese antifeminismo de lucha contra la supuesta ‘ideología de género’ con la utilización del cuerpo de la mujer como una forma de estigmatización de la población migrante. Vemos cómo utilizan la defensa del cuerpo de ‘nuestra mujeres’ contra la invasión migrante y musulmana. Vemos cómo pasaron de intentar incluir al abogado de ‘la manada’ en sus listas electorales a decir que hay muchas manadas, pero que todas son de inmigrantes, son de musulmanes; algo que ya ha utilizado la extrema derecha de Europa central como en Holanda o Alemania, lo que se conoce como ‘purplewashing’, que es utilizar la supuesta defensa de la mujer para estigmatizar a una cultura o a sectores sociales. Esa obsesión del pin parental es algo que Vox recoge de los evangelistas latinoamericanos, fundamentalmente en Brasil“. Esta supuesta ‘ideología de género no solo supera nuestras fronteras, sino también las europeas y vemos conexiones con la extrema derecha europea al otro lado del Atlántico y con una impronta muy importante de los movimientos autoritarios latinoamericanos. 

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