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Paseadores de perros, una profesión en auge

Valentín Escobar, paseador de perros

José Miguel Vilar-Bou

Murcia —

La primera vez que los vimos fue a través del cine de Hollywood: Personas cuyo trabajo era pasear a las mascotas de otros por Central Park. Antes nos chocaba. Hoy, sin embargo, los paseadores de perros son parte de la vida cotidiana. Nos los cruzamos a diario por la calle y nadie se sorprende al ver a estos auténticos líderes de manada acompañados de seis o más perros.

“Yo empecé por necesidad”, explica Valentín, de 45 años. “Trabajaba de comercial, pero llegó la crisis, mi empresa cerró y, por muchos currículums que mandé, no encontraba empleo”.

La idea se la sugirió su mujer: “En aquella época irme al campo a pasear a mis perros (Valentín tiene siete, todos adoptados o rescatados de la calle) era mi gran alivio. Me relajaba mucho. Yo se lo contaba a mi mujer y ella me dijo un día: ”¿Por qué no conviertes eso que te hace tanto bien en tu nuevo trabajo?“”.

Y funcionó: Cinco años después, Valentín es un establecidísimo paseador de perros. Ofrece paseos matutinos de lunes a viernes por 65 euros el mes, y de mañana y tarde por 100. Entre sus servicios, se cuentan también paseos sueltos y guardería.

“Voy a las casas, damos de comer y beber al perro y lo sacamos a pasear”, detalla.

Sus clientes son, primordialmente, vecinos de las urbanizaciones de Molina de Segura. Se mueve por Altorreal, la Alcayna, la Quinta, Montepríncipe, los Olivos, los Conejos… “Empezamos con buzoneo, pegando carteles a las farolas, enseguida empezamos con las redes sociales”, relata Valentín, que tiene una web.

Sin embargo, en su experiencia, lo que mejor funciona al final es el tradicional boca-oreja: “Los vecinos te van conociendo, te ven con el uniforme de paseador, te recuerdan, preguntan por ti, te recomiendan”.

De hecho, el 70% de sus clientes lo contacta de esta manera.

Frank, paseador de perros

Frank lleva cuatro años paseando perros por Murcia. Va a las casas de sus dueños y allí los recoge para el paseo. Pocas personas no se lo han cruzado en alguno de los parques o zonas ajardinadas de la ciudad con su inconfundible peto y la compañía de un montón de animales.

“La idea me la dio un amigo de Madrid”, explica. “Al principio me daba vergüenza, y además no había nadie que se dedicase a eso por aquí, pero me gustaban mucho los perros, y me lancé”.

Hoy, Frank tiene la agenda completa hasta enero. Pasea perros desde las 7.30 de la mañana y hasta las 21.00, domingos y festivos incluidos. “Cada vez tengo más trabajo”, afirma.

Ha llegado a tener catorce clientes simultáneamente, “algunos fijos y otros ocasionales”, explica.

Y todo ello sin redes sociales… ni siquiera Internet: “La gente se me acerca por la calle y me pregunta, o me llaman por teléfono”.

“Yo lo que hago es un servicio”, concluye.

Una profesión joven pero con historia

Los paseadores de perros nacieron en Nueva York en los años sesenta del siglo XX. Suele decirse que los clientes eran personas muy ocupadas, que trabajaban diez o doce horas al día y que no podían atender, por tanto, de sus perros.

Pronto esta necesidad propia de la aceleradísima vida urbanita moderna se fue extendiendo a otras grandes ciudades de pulso rápido como Londres, donde hace ya mucho que es frecuente cruzarse con los paseadores de perros por Hyde Park u otros lugares.

En la actualidad, el negocio de los paseadores de perros mueve 907 millones de dólares al año en todo el mundo y crece a más de un 3% anual. Se estima que da trabajo a 23.000 personas, según datos de IBISWorld (http://www.ibisworld.com).

Varias circunstancias tienen que ver en el auge de esta nueva profesión: El estallido de la crisis en 2008 –muchos personas desempleadas vieron la oportunidad y se lanzaron-, la mayor concienciación que existe respecto a las mascotas –“antes tener tres perros era de locos, ahora no”, explica Valentín- y los nuevos hábitos de vida: hoy todos vivimos más ocupados.

Pero la falta de tiempo no es el único motivo que lleva a la gente a recurrir a los paseadores de perros. El perfil del cliente es variado:

“Son personas que se van de vacaciones y no puede llevarse a sus perros; que tienen una boda -o un entierro-; gente mayor que ya no puede sacar a sus animales porque son demasiado fuertes y grandes; pacientes de hospital, convalecientes; parejas jóvenes que acaban de tener un bebé y no dan abasto con su mascota…”, enumeran Frank y Valentín.

Valentín resalta la gran importancia que tiene el paseo para la salud mental y física de los perros: “No se trata sólo de hacer pipi y caca, sino de que se mantengan activos por dentro y por fuera, y con un sistema respiratorio y cardiovascular sanos”.

Subraya lo fundamental que es para los canes relacionarse entre ellos: “Estar con otros perros les hace mucho bien. Algunos dueños se quedan sorprendidísimos al ver cómo sus mascotas se vuelven sociables y menos agresivas gracias a la convivencia diaria con los de su especie. Incluso dejan de ladrar en casa”.

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