Tratamientos con botox para evitar la sudoración excesiva
La doctora María Teresa Frutos, especialista en neurología de Hospital Quirón Murcia, explica que “en la hiperhidrosis axilar, una inyección anual, al inicio del período estival, en mayo o junio, puede ser suficiente para controlar los síntomas durante los meses de calor, donde las molestias son más evidentes”. Según Frutos, los efectos del tratamiento comienzan a notarse entre dos y cuatro días después y la patología desaparece en una semana.
La doctora Frutos y su compañera Nuria Latorre, especialista en dermatología en el Quirón de Torrevieja, relatan que la mayor parte de los pacientes tolera bien la toxina y no existen apenas efectos secundarios. Eso sí, los beneficios no son permanentes, pues la sudoración excesiva reaparece a los cuatro u ocho meses aproximadamente. “La solución está en volver a someterse a otra sesión para notar cómo la hiperhidrosis remite de nuevo”, explican.
Este trastorno se pone de manifiesto, en la mayoría de los casos, a partir de la adolescencia y es más evidente en momentos de estrés. Las zonas corporales que se afectan con más frecuencia son las palmas de las manos, las plantas de los pies y las axilas. Lejos de ser una cuestión banal, la humedad excesiva, el olor corporal, las manchas en la ropa y otros problemas generan limitaciones en la vida social y laboral de los pacientes y una repercusión psicológica considerable.
En opinión de las doctoras Frutos y Latorre, si tenemos en cuenta que tampoco la cirugía elimina el problema definitivamente y presenta complicaciones bastante serias, la alternativa de administrar tres inyecciones anuales a los pacientes no parece demasiado problemática. La doctora Silvina Gaglio, especialista en dermatología estética de Hospital Quirón Murcia, también lo explica: “Se trata de un procedimiento que se practica en la consulta después de elaborar la historia clínica y efectuar un examen físico con el fin de determinar si es un candidato adecuado para el tratamiento y explicarle detalladamente en qué consiste. La infiltración se tolera muy bien y tras ella se prosigue con la actividad habitual”.
Según las tres especialistas, la administración subcutánea de la toxina botulínica es un tratamiento novedoso, simple y seguro para muchos pacientes con hiperhidrosis local, y es una alternativa válida a la cirugía. En cualquier caso, esta no sería la primera aplicación médica que se descubre para este tóxico capaz de provocar mareos, parálisis muscular, pérdida de visión y muerte por fallo respiratorio. Su facultad para incidir en las funciones musculares sin causar debilidad o pérdida de sensibilidad significativas ha hecho de la toxina botulínica una de las mejores opciones para tratar determinados problemas oculares y otras alteraciones del sistema nervioso central.