La implicación vecinal salva los grupos de teatro aficionado
Los talleres de teatro que se imparten desde hace años en los centros cívicos y en centros artísticos de Vitoria han promovido el surgimiento de múltiples grupos de teatro aficionado en la ciudad. Estas companías aspiran cada año a representar ante el público los espectáculos que trabajan cada temporada.
Pero tanto ha crecido el número de agrupaciones que el programa municipal Auzo Escena, que les cede sala y los recursos necesarios a estos movimientos artísticos para representar sus creaciones, no da cabida a todos ellos. Los hay también que llegan tarde a las convocatorias. Pero ésta ya no es razón para que renuncien a exhibir su talento ante los espectadores. La asociación de vecinos del barrio de Coronación, Bizilagun, cede parte de su presupuesto a estos colectivos aficionados para que estrenen sus representaciones sobre el escenario de Aldabe, el centro cívico del barrio. “Es casi un empeño personal de Esther, la presidenta de Bizilagun, que ha contado siempre con el apoyo del resto de los integrantes de la asociación”, revela Begoña del Barrio, la coordinadora de la iniciativa. Este año han sido siete las compañías de teatro aficionado que estrenarán gracias a Bizilagun.
La asociación cede más de 600 euros de la aportación que reciben del Ayuntamiento para realizar sus cometidos asociativos, así como la sala del centro cívico Aldabe. “De no ser así no podríamos celebrar las representaciones y un grupo de teatro que no estrena sus obras no tiene sentido. La colaboración de los vecinos de Coronación es lo que nos permite continuar con nuestra afición. Auzo Escena juega su papel pero se queda corto porque además no ofrece más que dos oportunidades a cada grupo participante”, explica Begoña del Barrio.
Promover la cultura en el barrio
El técnico que el Ayuntamiento les obliga a contratar si actúan fuera del programa Auzo Escena resulta muy caro para estos grupos aficionados que apenas disponen de presupuesto. “Necesitamos alquilar un vehículo para transportar atrezzo, más el alquiler del teatro, más pagar al técnico... No nos salen las cuentas. Tenemos más pérdidas que ganancias porque nuestras entradas se venden a precio simbólico, entre dos y tres euros cuestan”, relata la coordinadora. Las salas también son “prohibitivas”, dice Del Barrio. Gracias a la cesión del espacio de Aldabe y a la contribución económica de Bizilagun estos grupos consiguen actuar. “Echamos en falta un telón. Tenemos que hacer los cambios de escenario delante del público y así se pierde parte de la magia de la representación”.
Desde la asociación apuestan por este proyecto colaborativo ya que para ellos es una forma de promover la cultura en el barrio. “Los vecinos van encantados al teatro de Aldabe. Muchos nunca han ido al teatro Principal, pero éste lo sienten como cercano y se animan fácil. La sala siempre se llena. En la asociación estamos muy satisfechos con lo resultados y orgullosos de nuestra apuesta por la cultura”, explica Esther Fernández, la presidenta del colectivo vecinal.
