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“Cada vez que entramos en clase, los profesores marcamos a los niños para bien o para mal”

César Bona posa para la entrevista. Foto: Nuria González. UPV/EHU

Eduardo Azumendi

Para César Bona, una de las claves por las que existe fracaso escolar es porque los centros escolares no son un lugar donde a los adolescentes o a los niños les apetezca ir. Bona, quien ha sido finalista del Global Teacher Prize, un galardón que selecciona a los mejores maestros del mundo y está considerado como el Premio Nobel de los profesores, asegura que cada vez que los profesores entran en clase “marcamos a los niños para bien o para mal”. Bona ha impartido una charla al alumnado y profesorado de la Escuela Universitaria de Magisterio de Vitoria, con la que se puso broche al programa complementario de formación del alumnado que organiza ese centro del campus de Álava. En una entrevista concedida a la revista Campus, de la Universidad del País Vasco, Bona habla del impulso que hay que dar a la creatividad y a la imaginación de los niños y niñas, del fomento del pensamiento crítico o de la confianza que hay que tener en el alumnado.

Bona se considera un privilegiado por poder hablar a futuros maestros y maestras y hacerles ver lo importante que es su profesión y hacerles pensar y recapacitar que “cada vez que entramos en clase, marcamos a los niños para bien o para mal”. Aunque siempre se tiende a mirar al norte de Europa al hablar de modelos educativos que funcionan, Bona se pregunta si no hay proyectos educativos que funcionen en España. “Llevo once meses viajando, conociendo miles de maestros y maestras que viven con mucha pasión su profesión, y me encantaría tener más tiempo para conocer todo su trabajo, porque se llevan a cabo muchísimos proyectos que podrían servir de ejemplo a muchísima gente. Lo que pasa es que siguen siendo anónimos y han de salir a la luz. Les animo a que sigan adelante y los den a conocer”.

Para ello, “sería interesante que se creara una plataforma en la cual se pusiera todo, incluso las experiencias relacionadas con el compromiso social, de gestión de las emociones… y así la gente empezaría a cambiar esa mentalidad de cómo nos enseñaron a hacer las cosas”. ¿Son tan importantes notas?, se plantea renglón seguido Bona. “Nos hemos basado en ver la educación como algo que se termina en una nota y debe ser un proceso constante. Hemos de ser también críticos. Esas evaluaciones significan que hay algunas cosas que tenemos que mejorar. Es verdad que nuestro sistema sigue siendo memorístico, que estudias algo, apruebas el examen y te olvidas rápidamente, y la evaluación también es algo así. Te dan una nota y eso es lo único que importa. La manera de aprender tendría que ser un proceso. Ahora se habla de trabajos por proyectos y me parece muy interesante: la evaluación debería estar basada en la reflexión y tener más tiempo para contrastar con los alumnos qué han hecho, por qué y para qué les va a servir”.

Bona cree que una de las claves por las que existe fracaso escolar es porque los centros escolares no son lugares donde a los adolescentes o a los niños les apetezca ir. “¿Cómo podemos conseguir eso? Si uno hace algo con gusto, pues todo funciona mucho mejor. Si se les escucha, si se les implica a participar en su propio aprendizaje, si se les implica a participar en la sociedad y a ver que lo que hacen es un proceso de aprendizaje continuo, pues seguramente las cosas funcionarían mejor”.

Sobre la formación del profesorado, le gustaría que a los futuros maestros y maestras se les ensañara mejor que “como se nos enseñó a nosotros, que se les dieran herramientas que a nosotros no se nos dieron, como la expresión oral, la gestión de las emociones o para sacar toda la creatividad y curiosidad que tenemos, y que luego podemos trasladar al alumnado”.

La expresión oral, la gestión de las emociones… son algunas de las carencias que aprecia en el sistema educativo español, pero también la “necesidad de escuchar al alumnado. También veo que las programaciones son muy amplias y no da tiempo de conocer a los niños, de sacar todo lo bueno que tienen dentro, de invitarles a que hagan cosas que tienen que ver con su entorno… Hay que reflexionar sobre ello seriamente”. La nueva educación pasa, según Bona, por confiar en los niños. “Cuando uno siente que es importante para los demás, cuando se siente escuchado, cuando se siente útil la autoestima aumenta y es cuando uno trabaja mejor, está más a gusto y aporta mucho más. Tener en cuenta la opinión de los niños es fundamental, porque son los principales protagonistas de la educación. Así que tenemos que adaptarnos nosotros a ellos y no al revés”.

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