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“Fui militante del odio hasta que me di cuenta de que estaba arruinando mi vida”

Eduardo Azumendi

Vitoria-Gasteiz —

Cuando apenas tenía 19 años, Iñaki García Arrizabalaga, descubrió junto a sus hermanos el cuerpo de su padre encadenado a un árbol y con un tiro en la nuca. En un bosquecillo a apenas un kilómetro de su casa. Los Comandos Autónomos Anticapitalistas (CAA), integrados por los comandos Bereziak de ETA, le secuestraron y le asesinaron. El único 'delito' de Juan Manuel García Cordero era ser delegado de Telefónica en el País Vasco. La imagen del padre encadenado y asesinado nunca se borrará de la cabeza de Iñaki, pero ese mismo recuerdo es el que le impulsa a ser un firme defensor de la reconciliación y de dar una segunda oportunidad a los terroristas arrepentidos. Ese es el mensaje que ha transmitido durante su intervención en el XI Seminario Fernando Buesa, celebrado en Vitoria para tratar de arrojar luz sobre el qué, cómo y para qué recordar.

“Los cuatro o cinco años siguientes a la muerte de mi padre”, rememora Iñaki, “solo viví para odiar. El odio es un sentimiento tan fuerte que te obliga a odiar las 24 horas del día, siete días a la semana....Todo lo distorsiona. Durante aquellos años yo fui un militante del odio. Hasta que me di cuenta de que además de asesinar a mi padre, estaban arruinando mi vida. Me di cuenta de que yo era el primer perjudicado por odiar de esa manera. Estaba arruinando mi vida”. Iñaki logró salir de esa espiral a base enrolarse en grupos pacifistas y sembrar la semilla de la reconciliación. “Soy firme partidario de conceder una segunda oportunidad a las personas. La cárcel debe ayudar a recuperar a los terroristas para la sociedad. Es una victoria para la democracia y como yo soy un firme creyente de esa idea trato de ponerla en práctica”.

Iñaki ha mantenido encuentros con presos arrepentidos e incluso ha dado su testimonio en los colegios del País Vasco como víctima de ETA. Siempre con la misma idea: “Es imprescindible conocer las múltiples verdades que existen en este país. Fuera de Euskadi no se creen que hubo muertos en los controles de carretera o en las manifestaciones. Creen que es un gran invento de la izquierda abertzale para justificar a ETA. Al final, la verdad es la perdedora. Por eso, se debe conocer todo lo que pasó en profundidad. Y conocerlo no significa en modo alguno equiparar las cosas, los diferentes tipos de violencia. Nadie tiene el monopolio del sufrimiento”.

Según Iñaki, las víctimas del terrorismo tienen derecho a la reparación y la justicia, pero no a condicionar la política penitenciaria del Gobierno. “Alguien quiere meternos en el terreno político y lo único que va a lograr es que nuestra causa pierda aceptación, que perdamos empatía social. Las víctimas tienen un plus de legitimación, pero a la hora de la reparación. Fuera de esa esfera jugamos el mismo papel que cualquier otro ciudadano”.

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