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“Las mujeres cobran menos que los hombres solo por el hecho de ser mujeres”

Elena Pérez Barredo, en despacho en Lakua

Eduardo Azumendi

La desigualdad de género en el ámbito laboral es una realidad que en Euskadi se tarduce en que las mujeres cobran al año un 24 % menos que los hombres, lo que se traduce en 7.500 euros en su salario medio anual. Si se atiende a los ingresos por hora trabajada, tal y como lo hace la Unión Europea, la desigualdad se establece en un 14 %. Además, el 75 % de los contratos parciales son de mujeres, y el techo de cristal es otro de los obstáculos al que se enfrentan, ya que ellas ganan menos cuanto mayor es su nivel educativo. “Y menos mal que las mujeres se forman más que los hombres porque si no la diferencia salarial sería aún mayor”, asegura Elena Pérez Barredo, directora de Trabajo y Seguridad Social del Gobierno vasco, en esta entrevista con eldiario.es centrada en la brecha salarial.

Pregunta. ¿La brecha salarial empieza cuando la mujer tiene el primer hijo?

Respuesta. No. Se incrementa con el primer hijo, pero la brecha salarial nace desde el primer momento en el que una mujer entra en el mercado laboral.

P. Es decir, ¿que por el hecho de ser mujer ya se sufre la discriminación?

R. Primero hay que definir lo qué es la brecha salarial. En cuanto a salario medio anual es del 24 %, pero en hora de trabajo baja hasta el 14 %. En todos los estudios que se han hecho se establece que hay una cantidad que no es explicable por ninguna razón socioeconómica, que no se puede entender por qué. Y la sitúan en torno a un 12 %. Con lo cual, solo se puede explicar de una manera: que las mujeres seguimos cobrando menos solo por el mero hecho de ser mujeres.

P. ¿Por qué se produce la brecha salarial?

R. Es muy desesperanzador, pero si no hacemos nada aún tardaremos 100 años en conseguir la igualdad real. La brecha salarial es debida a las múltiples desigualdades que sufre la mujer: gana menos por cada hora que trabaja y trabaja menos horas. Gana menos por hora debido a la segregación horizontal y el techo de cristal. A las mujeres nos cuesta mucho subir y nos centramos en determinados sectores que son los menos valorados, como el de cuidados y los servicios. Faltan más mujeres en la industria, en la ciencia....Y, por otro lado, las mujeres trabajan menos horas. Y ahí entra en juego, entre otros factores, la conciliación. Trabajamos menos horas en nuestra vida laboral porque nos formamos durante más tiempo. Y menos mal que nos formamos porque esa es una de las razones para que no aumente aún más la brecha salarial. Y en segundo lugar, empiezan las excedencias, las reducciones de jornada....

P. ¿Una mujer con la misma cualificación que un hombre entra a trabajar a una empresa y ya cobra menos que su compañero en su misma posición?

P. Eso es lo que se conoce como disciminación pura y dura. No es tan burda como antes. Ahora se emplean otros medios y, por lo tanto, la discriminación es indirecta. Si fuera así de sencillo luchar contra la brecha salarial sería fácil, pero no ocurre así. Por ejemplo, una empresa de limpieza. Los que limpian mayoritariamente los cristales son hombres y tienen un plus, y las que limpian el suelo son mujeres y no tienen ningún plus. No son discriminaciones directas, sino indirectas, que so más  díficiles de desenmascarar.

P. ¿Queda brecha salarial para rato?

R. La estrategia diseñada por el Gobierno vasco para luchar contra el fraude en el mercado laboral está pensada para conseguir resultados en dos años, pero con la vista puesta en diez años para equipararnos a los países con las menores brechas.

P. ¿Y cuáles son esas brechas? 

R. El objetivo para el Gobierno vasco tiene que ser brecha salarial cero. Cueste más o menos, hay que ir hacia la brecha cero. Hay cuestiones que no son discriminatorias, sino que son desiguales, como las diferentes vocaciones que tardarán más tiempo en equipararse. Nacen de estereotipos muy inoculados en todos los países y costará erradicarlos. El hecho de que las mujeres sufran discriminación en todos los países nos tiene que empujar a seguir trabajando para acabar con ello. Por una cuestión de democracia y porque no es racional desde el punto de vista económico. El talento de la mujer se desperdicia y eso una sociedad desarrollada no se lo puede permitir.

P. ¿Y qué hace el Gobierno vasco para acabar con la brecha salarial?

R. Euskadi no tiene competencias en materia laboral, pero sí en la ejecución de la legislación que emana del Estado. El plan de lucha contra la brecha salarial del Gobierno vasco es transversal. En lo que respecta al Departamento de Trabajo hay tres apartados. En primer lugar, potenciar la Inspección de Trabajo, aumentando las campañas que tienen que ver con la igualdad, revisando los planes e igualdad de las empresas y atacando la discriminación salarial directa. En segundo lugar, la creación de unidades de igualdad, es decir, inspectores e inspectoras especializadas en igualdad. Y el tercer apartado consiste en la colaboración con la Inspección de Trabajo del Estado en la lucha contra el fraude laboral.

P. ¿Cómo se lucha contra la discriminación burda?

R. Con algoritmos y datos de la Seguridad Social y a través de denuncias. Eso ayudará a detectar diferencias en el salario base y en los complementos. El que la hace tiene que saber que la va a pagar.

P. ¿Ya han puesto alguna sanción por esa discrimación directa?

R. No porque no hay denuncias. Sí se han puesto sanciones en cuanto a planes de igualdad de las empresas. Espero que funcionen las campañas de sensibilización. Me importa más que las mujeres ganen lo mismo que los hombres por una cuestión de justicia que ejemplificar con una sanción a una empresa.

P. ¿Qué mensaje madaría a las jóvenes profesionales?

R. A las jóvenes hay que decirles que la mayor revolución que ha ocurrido en los últimos años ha sido la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo y a los círculos de poder político y empresarial. Es algo imparable, pero va a costar mucho esfuerzo.

P. Y que denuncien cuando sufran una discriminación.

R. Claro. El futuro real decreto recogerá el registro de los valores medios salariales, que a disposición de los sindicatos y los trabajadores nos dará una pista. No se puede permitir que una mujer gane menos por el hecho de ser mujer. Habrá que ver por qué.

P. ¿Existe un balance del fraude laboral que ha aflorado la Inspección de Trabajo a lo largo del año?

R. El fraude en la contratación supuso ya el año pasado un punto de inflexión con respecto a años anteriores. La herramienta empleada en la lucha contra el fraude ha ganado en eficacia. Ha permitido de detectar fraude en el 4 % de los contratos revisados a ir a tiro hecho. Ahora encontramos el fraude en el 47 % de los contratos que revisamos porque ya vamos con datos que nos indican dónde están las bolsas de fraude. La muestra que analizamos parte de las denuncias que presentan los propios trabajadores, los sindicatos y de la herramienta propia de lucha contra el fraude. 

P. ¿Cuál es el futuro del mercado de trabajo y de las relaciones laborales?

R. Hay retos muy imporantes, como la cuarta revolución industrial. Podemos pensar que va a terminar con muchos trabajos, pero también va a generar otros. Las otras revoluciones industriales siempre incrementaron el número de empleos. Nada nos puede hacer pensar que ahora no vuelva a ser así. Es normal tener miedo, pero la historia dice que las anteriores revoluciones industriales han aumentado el trabajo. Otro gran reto es el envejecimiento de la población, que puede traer el incremento de la economía de los cuidados de la gente mayor.

P. La realidad actual es un mercado de trabajo cada vez más precario.

R. Preocupa y mucho. Y eso sí que está en nuestra mano mejorarlo, a base de regulación y con la fuerza de los convenios colectivos. 

P. Pues la última reforma laboral desequilibró la balanza a favor de las empresas y en detrimento de los sindicatos.

R. Así es. Espero que la próxima legislatura se deroguen los aspectos más dañinos, pero también espero una reflexión conjunta para elaborar un nuevo estatuto de los trabajadores. El trabajo es el principal motor de desarrollo humano. Si el trabajo no te saca de la pobreza hay un problema de cohesión social y de futuro. Es inadmisible que trabajando no te llegue para cubrir tus necesidades. Es un peligro porque rompe la cohesión social y eso puede derivar en violencia.

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