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“Los vascos ven mejor la llegada de refugiados que la de inmigrantes económicos”

Rubén Pereda

En una coyuntura de crecimiento económico, la percepción de los inmigrantes también mejora. Aunque todavía se atisban ciertas reticencias, la población, desde una “visión funcionalista”, es cada vez más consciente de la necesidad de que llegue nueva población. Esto es lo que nota Julia Shershneva, doctora en Sociología, que sustituye ahora a Gorka Moreno en la dirección de Ikuspegi, el Observatorio Vasco de Inmigración.

¿Cuál es la percepción que la sociedad vasca tiene de la inmigración?

Lo que observamos en los barómetros que hacemos de manera anual es que la percepción de la inmigración está mejorando, en general. Eso tiene que ver con la mejora de la situación económica, en nuestra región en concreto, dado que se ha visto que las actitudes y las reticencias están muy ligadas a la situación económica personal y del país. Cuanto peor sea la situación que atravesamos, más amenazas percibimos de otros colectivos.

En general, observamos una mejora evidente. Hacemos un índice de tolerancia que va de 0 a 100. A cada persona que encuestamos, le ponemos una nota. Después, sacamos una media de la población vasca que, ahora mismo, está en torno al 60; comparado con otros resultados, es muy positivo. Los hemos tenido mucho peores, sobre todo durante la crisis económica.

¿Es la sociedad consciente de que es necesaria la llegada de más gente?

Lo que hemos podido observar en el barómetro es que la sociedad vasca tiene una visión funcionalista de la inmigración: se reconoce que se necesita más población para, por ejemplo, resolver el problema del envejecimiento que acucia a Europa. O, también, para cubrir los puestos de trabajo que tienen dificultad para ser cubiertos, en los sectores en los que la gente no quiere trabajar. Siempre se ha detectado esa necesidad, pero, últimamente, se ve más nítidamente que la gente es cada vez más consciente de que necesitamos nueva población.

De hecho, los empresarios vizcaínos pidieron hace no mucho más inmigrantes y más facilidades para su regularización. Va en sintonía con esa visión funcionalista de la que habla.los empresarios vizcaínos pidieron hace no mucho más inmigrantes y más facilidades para su regularización

Sí, sí, efectivamente. Es una visión funcionalista, desde el punto de vista económico. Está vinculado a la mejora económica que se está dando en este contexto. Estamos volviendo a los escenarios de principios de los años 2000, cuando el sector económico se activaba y necesitaba más mano de obra. Al fin y al cabo, hacen falta más trabajadores y trabajadoras.

¿Qué es lo que se ha observado desde Ikuspegi acerca de los refugiados?

En realidad, nosotros nos centramos en el fenómeno de la inmigración económica y no tratamos el fenómeno de los refugiados como tal. Aun así, lo hemos llegado a trabajar. Es una crisis que ha vivido Europa y a Euskadi han llegado personas. Desde nuestro punto de vista, la Administración, tanto el Gobierno vasco como las diputaciones, ha dado una buena respuesta a todo lo que ha sucedido, dentro de sus competencias. Porque no todo cae dentro de sus competencias autonómicas.

Dentro de lo que se puede, consideramos que se ha dado una respuesta favorable a esta situación para evitar una crisis, algunos problemas relacionados con la acogida de esas personas. Pero, de acuerdo con los datos que nosotros manejamos, tampoco podemos hablar de un fenómeno sobredimensionado, de una cosa que llame mucho la atención. Aun así, opinamos que se ha gestionado adecuadamente.

¿Cambian estos hechos la percepción que tiene la sociedad? ¿Se percibe igual a inmigrantes que a refugiados?

Justamente hemos empezado ahora a preguntar por la percepción de las personas refugiadas y lo cierto es que la sociedad vasca ve de una forma más positiva la llegada de refugiados que la de inmigrantes económicos. Por cuestiones de solidaridad y porque también entiende que es una situación forzada, no elegida. La sociedad, en general, se ha mostrado muy solidaria en este sentido. La respuesta que se ha dado en Euskadi ha sido muy positiva en este sentido.

¿Se podría decir, entonces, que es más fácil mostrarse solidario cuanto más complicada es la situación del que llega?

No tenemos suficientes datos todavía para identificar por qué se percibe algo mejor. Aun así, entiendo que se debe en parte a que la gente se identifica con los problemas que esas personas tienen y quiere ayudarlas, darles una acogida. Ve también que la situación de una persona refugiada no es la misma que la de una migrante económica. Están en una situación más vulnerable, no tienen redes, no tienen recursos, no tienen a dónde acudir… No es una decisión pensada de antemano, planificada. Entonces, se entiende que esas personas necesitan más ayuda y más apoyo. Creo que se debe, pues, a la valoración de la ayuda y el apoyo que esas personas necesitan de parte de la sociedad vasca.

¿En qué está trabajando en estos momentos Ikuspegi?

Estamos inmersos en un estudio muy amplio que arrancó en 2015, sobre segundas generaciones. Hemos hablado con expertos, con familias, con niños y niñas. Es el primer estudio en Euskadi acerca de las ‘segundas generaciones’, un término que no nos gusta. Se trata, en realidad, de personas de ascendencia extranjera. No nos gusta poner esa etiqueta, la de ‘segundas generaciones’, porque son personas que han nacido en este país, que son euskaldunes, que han vivido toda la vida aquí. Siempre que utilizamos este término remarcamos que son, en realidad, personas vascas. Porque, si no, ¿cuándo comienzas a decir que son verdaderamente de aquí? ¿Cuando lleven cuatro generaciones? ¿Cinco? Lo que buscamos es su integración.

¿Y qué revela el estudio?

Centrado en el ámbito educativo, analiza las expectativas de las familias, su integración. Hemos hablado con gente que haya nacido fuera y haya venido aquí con menos de cuatro años y haya conseguido una integración buena, con un recorrido vital parecido al de las personas nacidas aquí. Aunque las segundas generaciones en Euskadi son todavía muy jóvenes (niños de 10, 12, 15 años), con los estudios hemos visto que los padres tienen para ellos unas expectativas elevadas. Las expectativas son prácticamente las mismas que las de los padres autóctonos en lo relativo al recorrido vital de sus hijos: quieren que estudien y trabajen, que sean parte de esta población, que se integren plenamente en esta sociedad. Y que no tengan los mismos problemas que han tenido ellos cuando llegaron.

Gorka Moreno deja la dirección y es usted la que lo sustituye. ¿Supondrá esto algún cambio?

Es un cambio administrativo. Gorka Moreno ya llevaba nueve años en la dirección; de alguna forma, ha estado dos legislaturas al frente y ha completado ya el ciclo. Al final, ha tomado la decisión de dejar el cargo y me ha tocado a mí. El rumbo y la filosofía, la ambición y las investigaciones que llevamos a cabo siguen como antes. El cambio administrativo no va a afectar a nuestro funcionamiento ni a nuestra forma de tratar la diversidad. En ningún sentido se va a notar. Espero que, como mucho, en algunos cambios, y para mejorar. Pero no se prevé ningún cambio radical.

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