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El fantasma de Génova 13

La sede del Partido Popular en la calle Génova de Madrid.
4 de abril de 2021 21:45 h

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La capacidad de la caja A de un partido político para albergar el volumen de ingresos económicos que puede recibir está limitada, inexorablemente, por la ley de Financiación de Partidos Políticos. Cuando el caudal de ingresos “atípicos” rebosa los límites permitidos, o se busca un desagüe hacia balsas ocultas o termina por derramarse a la vista de todos con los consiguientes efectos políticos y jurídicos. Los tesoreros son conocedores de las dificultades que puede entrañar la vulneración de las reglas de la contabilidad. Seguramente conocen el proverbio árabe que nos recuerda que hay tres cosas que no se pueden ocultar o disimular: el humo, una persona montada en un camello y el dinero.

La existencia de una llamada caja B en el Partido Popular es un hecho tan patente y acreditado como la rotación de la tierra o la ley de la gravedad. El Sr. Bárcenas no hizo otra cosa que ajustarse a las pautas que marcan las reglas más elementales de la contabilidad. La doble contabilidad, la contabilidad extracontable, como la definió en el juicio de una de las piezas de la Gürtel, solo puede llevarse con el consentimiento y el conocimiento de los órganos directivos de una sociedad mercantil o, en este caso, de un partido político.

En el juicio de los llamados “Papeles de Bárcenas” hemos asistido, con estupor y en mi caso con una cierta hilaridad, a las rotundas, e incluso airadas, contestaciones de los presidentes, secretarios generales y altos dirigentes del PP, negando haber recibido cantidades en concepto de sobresueldos o, si se quiere, compensaciones a los sacrificios y mermas que su actividad profesional sufría por dedicarse a las nobles actividades políticas. Desconozco si el Ministerio Fiscal y las acusaciones pusieron a los altos dirigentes del PP frente al espejo de sus estatutos. Su lectura evidencia que el rechazo a las imputaciones resulta, a todas luces, inverosímil, salvo que reconocieran que habían hecho dejación de sus funciones y que no cumplían con las obligaciones estatutarias que tenían encomendadas. Deberían saber que el tesorero solo puede desarrollar las funciones que legalmente le correspondan y aquellas que le encomienda el Comité Ejecutivo.

Está claro que los llamados “papeles de Bárcenas”, también conocidos como caja B, no responden a una iniciativa exclusiva del tesorero. Las anotaciones no se deben a una obsesión paranoica o una venganza del Sr. Bárcenas. La explicación es mucho más sencilla y tiene una lógica aplastante. Basta con leer la Ley de Financiación de los Partidos Políticos para comprender, con claridad meridiana, lo que realmente estaba sucediendo. Los ingresos excedentes necesitaban buscar una salida antes de que los billetes se amontonasen y fuesen detectados a simple vista, salvo que se guardasen en una caja fuerte, que podía ser detectada por algún empleado curioso o por un registro ordenado por un juez.

La fórmula que se puede utilizar para conseguir este propósito, que también es utilizada por algunas sociedades mercantiles, no es otra que la de una contabilidad paralela, caja B, contabilidad extracontable de la que el tesorero debía dar cuenta a la dirección del partido. En caso contrario, las finanzas del partido podrían convertirse en un patio de monipodio con el evidente peligro de que estas actividades fuesen conocidas y aireadas públicamente.

La razonabilidad, la lógica que explica la motivación de las conductas y la verosimilitud de los hechos que hemos conocido, choca frontalmente con las posturas que hemos escuchado estos días de todos los implicados en las anotaciones de entrega de cantidades a beneficiarios perfectamente identificados por sus siglas y cantidades percibidas, a no ser que algunos piensen que los papeles que se han hecho visibles son una aparición milagrosa que solo pueden percibir los videntes.

Reconozco que la posición de los implicados en las anotaciones de cobros indebidos era problemática, ya que si admitían los hechos se estaban inculpando, por lo que debían haber sido advertidos de que además de la obligación de decir verdad como testigos, les amparaba la garantía constitucional de no declarar contra sí mismos y no confesarse culpables.

Creo que todo el entramado queda sólidamente corroborado por una frase que se ha hecho célebre: “Luis, sé fuerte”. No consta que este mensaje fuese motivado porque el tesorero hubiera sufrido alguna desgracia personal, con el propósito de consolarle en su posible aflicción. Esperamos que si todo termina sin implicaciones para los consignados en las listas de unos papeles que consideran inexistentes, reaccionen con una querella contra Luis Bárcenas por acusación y denuncia falsa. Esta lógica decisión daría paso a un nuevo trámite judicial del que Luis podría defenderse pidiendo que se profundizase en la veracidad de sus anotaciones.

La única alternativa que se nos ocurre, ante la férrea unanimidad de las negaciones, es que todo este enredo sea debido a la intervención de fuerzas del más allá que, valiéndose de poderosos influjos, hubieran captado la voluntad del malvado tesorero. Es posible que un brujo maléfico invisible para las numerosas personas que circulaban por el edificio de Génova 13 se dedicase a construir unos inmateriales y evanescentes papeles que no obstante reaparecen, reflejados materialmente en las actuaciones judiciales. El género literario y cinematográfico ha producido grandes obras de misterio con una cierta dosis de terror y hasta unas gotas de romanticismo. Los títulos como 'El Fantasma de la Ópera', 'El Jorobado de Nôtre Dame' o 'Los Crímenes del Museo de Cera' son una muestra de la capacidad de sugestión que encierra el misterio y terror como fórmula infalible para despertar emociones en el espectador. También pudiera suceder que los sobres en los que se introducía las cantidades que se pagaban fuesen también una especie de objetos volantes no identificados que pululaban por las distintas plantas sin que llegaran a posarse en las manos de ningún dirigente en carne mortal.

Según se ha hecho público, el Partido Popular pretende vender el edificio de Génova 13. Los futuros compradores ya saben a qué atenerse. Es posible que cuando estén instalados, escuchen ruidos misteriosos, psicofonías o el martilleo de una trituradora de papel y de material informático. Si perciben extrañas sensaciones, no tienen motivo alguno para asustarse. Todo lo que suceda es obra del fantasma que habita en Génova 13.

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