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La perspectiva de género, esencial en la respuesta a la pandemia

Imagen de archivo de unas jornadas sobre neurociencia

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Cada 11 de febrero visibilizamos la brecha de género que existe en el mundo de la ciencia. También las barreras que tenemos las mujeres por la existencia todavía de estereotipos de género que influyen en nuestra toma de decisiones, por ejemplo, a la hora de elegir una carrera profesional, donde existe un marcado sesgo de género, especialmente en profesiones STEM (acrónimo de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas en sus siglas en inglés) o a la hora de elegir un trabajo.

Este año quiero llamar la atención sobre el impacto de la crisis generada por la COVID-19 en las mujeres, no sólo por su rol más vinculado a los cuidados sino también porque los sectores más golpeados por esta crisis están ocupados mayoritariamente por mujeres. Por eso, la perspectiva de género es esencial en la respuesta a la pandemia y a la crisis económica y social y así evitar que se profundicen las desigualdades entre mujeres y hombres.

Se da la paradoja de que detrás de la solución a la crisis sanitaria que ha llegado de la ciencia con la disponibilidad de vacunas está una mujer - Katalin Karikó – conocida como la madre de la vacuna contra la COVID. Katalin es en sí una historia de lucha y reivindicación en la comunidad científica. Pasó 40 años trabajando en la sombra y hoy es una de las científicas más influyentes del planeta. Sus descubrimientos han sido fundamentales para hacer posible las vacunas de Moderna y BioNTech que son la esperanza para combatir esta pandemia. Katalin ha dejado de ser invisible, pero no es la única, cada vez hay más mujeres que son referentes para muchas niñas y jóvenes que quieren ser científicas.

La situación excepcional derivada de la pandemia también ha acelerado el proceso de digitalización. Sin embargo, sólo el 15,6% de los empleos tecnológicos están ocupados por mujeres en nuestro país. Esta presencia femenina tan reducida hace que los sesgos de género discriminatorios que existen en la realidad analógica se estén reproduciendo en la realidad virtual. La brecha de género de acceso a Internet, que afortunadamente consiguió reducirse notablemente en años pasados, se ha trasladado en estos últimos años a una brecha de género en competencias digitales.

Desde las instituciones debemos luchar contra los estereotipos y combatir cualquier retroceso en los avances hacia la igualdad de género como el que se está produciendo por los efectos de la COVID-19.

Para el Gobierno de España la Agenda Feminista es una prioridad y la estamos desarrollando en todos los ámbitos: económico, laboral, social, formativo y científico.

Nuestro compromiso con la igualdad se ha puesto en manifiesto en nuestra acción de Gobierno con la adopción de actuaciones para avanzar en la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad y más recientemente con la regulación para implantar los planes de igualdad y evitar la brecha salarial.

También en el terreno de la formación y el capital humano quiero destacar el trabajo que realiza la Escuela de Organización Industrial (EOI) dependiente de mi ministerio, que desde 2008 hace de la inclusión y la diversidad su valor central. Un ejemplo de ello es el programa Talentia 360 Mujer Directiva para impulsar la promoción profesional de las mujeres, fomentar su liderazgo, facilitar la visibilización del talento femenino e incrementar el número de mujeres en los puestos de toma de decisiones. O el programa Desafío Mujer Rural, que nace en 2016 para impulsar el emprendimiento femenino rural, del que se han beneficiado 600 mujeres.

La Agenda Feminista del Gobierno también está recogida en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia como un objetivo transversal. Porque avanzar en la igualdad de género no es solo una cuestión de justicia social, es también una palanca fundamental de crecimiento. La incorporación plena de las mujeres al mercado laboral significaría un incremento del 15% del PIB en España.

Nuestra prioridad es reducir las barreras estructurales que lastran el acceso de las mujeres al mercado laboral en igualdad de derechos y condiciones; elevar la tasa de empleo femenina; mejorar, fortalecer y reorganizar el sistema de cuidados de larga duración; elevar el potencial educativo y la igualdad de oportunidades y, con ello, la capacidad de crecimiento a largo plazo.

Días como el 11 de febrero son muy importantes porque sirven para comprometerse con la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, especialmente en el ámbito de la ciencia. Contamos con un enorme talento femenino y no lo podemos desaprovechar. Solo si lo incorporamos plenamente, avanzaremos hacia una sociedad más próspera, sostenible e inclusiva.

Hoy y todos los días debemos visibilizar las trayectorias profesionales de mujeres científicas y tecnólogas, para que sirvan de referente e inspiración para las generaciones futuras. También es imprescindible que la ciencia gane peso en los curricula escolares y que nuestros maestros animen a nuestras alumnas a tomar ese camino. La elección debería ser personal y no condicionada por el género. Como ha pasado a muchas mujeres, a mí también, que soñábamos con ser ingenieras y nos desanimaron porque no era una carrera para una chica. No debería haber pasado entonces, pero sería inconcebible que pasara ahora.

Como dijo Simone de Beauvoir “no se nace mujer: se llega a serlo”, una de las frases feministas más revolucionarias de todos los tiempos. Yo creo que tampoco se nace científica, pero en nuestras manos está que nuestras chicas lleguen a serlo.

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