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“El presupuesto participativo es una monada”

Encontro Ibérico de Democracia e Orzamentos Participativos, A Coruña

Yago Bermejo Abati

En palabras de Beth Noveck, asesora de Obama en temas de gobierno abierto “el presupuesto participativo es una monada”. Es como un gatito, está por la casa sin molestar demasiado, da gusto verlo. Gobiernos de todo el mundo y a todas las escalas lo practican. Sólo supone un pequeño porcentaje del gasto total, apenas afecta a las arcas pública y ofrece una bella imagen de cómo la ciudadanía puede proponer o decidir proyectos, generalmente pequeñas infraestructuras locales como carriles bici, parques para niños o bibliotecas públicas. ¿Quién puede oponerse?

Panthea Lee de la organización Reboot están recorriendo medio mundo estudiando diferentes formatos de presupuestos participativos con la intención de identificar buenas prácticas. Le llama la atención la diversidad de formatos y se pregunta qué pueden aportar estos procesos a la mejora de la democracia, resalta que “hasta existen dictaduras en África que práctica los presupuestos participativos pero prohíben los partidos políticos”. Y es que hay presupuestos participativos para todos los gustos y muchos se hacen simplemente como un “open washing”, es decir como una apertura falsa destinada simplemente a lavar la imagen de la clase política de turno.

¿Qué garantiza la calidad de un presupuesto participativo? En términos democráticos hay un aspecto clave: los proyectos han de provenir directamente de la ciudadanía y no deben existir filtros políticos. Hay presupuestos participativos en los cuales la gente vota propuestas que la propia institución pone sobre la mesa. Algo así como “elige entre qué cosas quieres que se hagan de las que ya sabemos que queremos hacer”. No hay sorpresas, todo queda dentro de lo planeado. No hay posibilidad de romper moldes, de sorprender y de crear. Y es que esto es el gran potencial de los presupuestos participativos. Aprovechar cómo de forma distribuida la propia ciudadanía puede, a través de sus afecciones, ideas y experiencias proponer soluciones singulares en cientos de puntos de la ciudad a la vez. Algo que queda fuera de las posibilidades de las estructuras jerárquicas y burocráticas de los gobiernos analógicos. Los cuellos de botella de las instituciones son terriblemente estrechos. ¿Cuántos vecinos se preguntan por qué no se arregla aquel parque abandonado, aquella acera que hay que ampliar o por qué no se pone un paso de cebra allá? Ellos saben desde hace tiempo que hay un problema o tienen una gran idea que saben necesaria pero la institución no acaba de llegar porque sencillamente no se entera, porque no está en la calle. ¿No es más fácil que los vecinos y vecinas directamente resuelvan sus problemas?

Por suerte hay ciudades que sí están comenzando a dejar hacer a sus vecinas. Dentro de la península ibérica tenemos unas cuantas y la calidad de los procesos hacen que investigadoras como Panthea Lee vengan a tomar nota. Esta semana muchas de estas ciudades se han reunido en el cuarto Encuentro Ibérico de Democracia y Presupuestos Participativos en la ciudad de A Coruña para aprender mutuamente y compartir experiencias. Y es que aún queda mucho por hacer. La administración no está preparada y en muchos casos no es capaza de ejecutar las propuestas a la velocidad que la ciudadanía genera las soluciones. Hacen falta más recursos para gestionar la inteligencia colectiva ciudadana. Además apenas estamos aprendiendo a utilizar nuevos procesos híbridos que combinan plataformas digitales y encuentros presenciales. Hay que reducir la brecha participativa y aquí está la otra clave democrática, necesitamos que la participación sea representativa e inclusiva. Que más gente participe y que participen los que no lo suelen hacer. Estamos ya en disposición de asentar los criterios éticos y de calidad que todo presupuestos participativo debería contemplar, de esta manera podemos hacer que los presupuestos participativos sean la punta de flecha de algo más grande, de una democracia directa, deliberativa y ciudadana. Una democracia que pueda tocar el poder real, las grandes leyes y decisiones económicas. Para que este lindo gatito se convierta en un león democrático que ponga las instituciones y el poder económico al servicio de la gente.

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