Alivio narcotizante
Han pasado unas horas y también hemos pasado página, ya no hablamos de M.Rajoy. Él habrá sufrido estos días pero ahora es imposible que no sienta alivio de haberse quitado un peso de encima, del mismo modo que muchas otras personas sentimos alivio de habérnoslo quitado a él de encima. Pero él nos lleva ventaja, su alivio es razonable y es una liberación, en cambio nuestro lógico alivio nos puede nublar el entendimiento.
El PP de M.Rajoy ha dejado todo tipo de daños, a los daños económicos y sociales, a la persecución institucionalizada de las libertades hay que sumarle la reactivación del franquismo preexistente en la sociedad y la movilización de una extrema derecha organizada, sobre todo en las calles catalanas. Nos ha dejado ruina y guerracivilismo. Y eso no se quita mágicamente con ningún gobierno mágico, aunque sintamos un alivio difícil de expresar y nos deja a la expectativa de algunas mejoras que vengan.
Mucha gente estará empezando a pensar y sentir que recupera “su” PSOE, el que les hizo tener ilusión en épocas anteriores, ese optimismo irá incrementado con la recuperación de “su” País y grupo Prisa y previsiblemente se instalará un ambiente social más distendido en ciertos sectores sociales y lugares. De hecho el nuevo gobierno de Sánchez hace un guiño claro a la época de Zapatero y sus votantes pero Sánchez no es González, que traía bajo el brazo el maná europeo y el reconocimiento internacional de la OTAN, ni Zapatero, un intruso en el aparato del partido que sorprendió con su nueva cultura y su confianza en un proyecto español compartido. Sánchez es un político puro que hace su carrera en ese partido, podría ser en otro, con la dureza necesaria para luchar por el poder e imponerse a sus rivales, como ahora ha hecho aprovechando una oportunidad única que le permitió no sólo gobernar sino también hacerse dueño del partido.
Ese político duro y sin miramientos pretende ahora recuperar electorado, una parte se fue a Podemos y otra a Ciudadanos e incluso al PP. Este gobierno responde a eso, pretende crear un espacio central a la sociedad española, pero esa sociedad es hoy más derechista y nacionalista que nunca, a eso responden ministros democráticamente impresentables. Pedro Sánchez le ha robado a Ciudadanos su lugar completamente, este gobierno es el que los comisarios de la Unión desean exactamente. Un gobierno de supuestos técnicos sin supuesta ideología. Y con la herencia zapaterista ampliada de presencia de mujeres. Albert Rivera está políticamente noqueado.
De cumplir el programa de austeridad se encargará la ministra de economía, talmente designada por el Banco Central Europeo y por ello alabada unánimemente por todos los medios de comunicación oficiales dependientes del IBEX, es decir la inmensa mayoría, encauzar de algún modo el conflicto entre el estado y Catalunya es otra preocupación de Berlín, aunque en Europa ya se da por hecho y se acepta la anomalía democrática española, que nunca dejó atrás completamente el franquismo. Aceptan que la democracia española va a ser “a la española”, sin verdaderas garantías democráticas ni jurídicas para las personas ni para las comunidades.
El Reino de España es un estado que necesita una crisis democrática que purgue el franquismo íntimo e intrínseco, pero la sociedad española es incapaz de hacerlo y cuando la sociedad catalana lo hizo se calló ante la represión sin apenas disidencia que protestase por la persecución y el secuestro de las libertades. A ese país corresponden figuras como las de Grande-Marlaska o Borrell, por no continuar. No recuperaron a Rosa Díez o a Boadella de milagro.
El tiempo y las experiencias vividas no pasan en balde y la sociedad española está hoy más atrapada en una cárcel mediática que nunca, la situación de los medios de comunicación y el papel que juegan en España son rigurosamente antidemocráticos, y la sociedad ya ha aceptado que la negación de las libertades esté instituida. Los partidos políticos existentes por acción unos y por omisión o impotencia otros, han acompañado y aceptado la interpretación de la Constitución que ha hecho una Justicia en general y un Tribunal Constitucional que por su modo de constitución bien puede calificarse de corrompido. Y todo ello acompañado por un jefe del Estado que claramente ha faltado a su papel y se ha arrogado poder ejecutivo amenazando a una parte de la sociedad.
Pero esa realidad social e institucional española choca con dos realidades sociales y políticas que se resisten de modo contumaz, Catalunya y Euskadi. No desaparecieron, no desaparecerán pero ahora ya no tienen un encaje en este estado y lo cuestionan. Cualquier estadística indica que la mayor parte de la sociedad catalana, independentistas y no independentistas, cuestionan este estado, desde la monarquía a la justicia a los medios de comunicación, ésa podría ser un punto de partida para que el conjunto de la sociedad española le hiciese un juicio y rompiese definitivamente con el franquismo. La apuesta cívica catalana podría ser el inicio de un proyecto democrático compartido.
Pero si dijese que tengo confianza en que la sociedad española lo aprovechará mentiría. Esto da para un gobierno así, astuto, pragmático, continuista y garantía para el poder establecido y para que las personas bien pensantes puedan sentir este alivio por la marcha de M.Rajoy para, a continuación, aceptar esta realidad como lo normal. Nuestra normalidad. Como diría el ínclito, un gobierno de “gente normal en un país normal”, éste que ha retrocedido democráticamente tanto.