Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Sánchez busca romper la unidad del PP para reformar la financiación autonómica
La Fiscalía pide la declaración del marido de la número tres de Ayuso y otro testigo
Opinión - Así se desmonta un bulo de Vox en directo. Por Raquel Ejerique

Casado y el pensamiento circular

Santiago Abascal, Pablo Casado y Albert Rivera, en el estrado en la manifestación en Colón contra Pedro Sánchez.

27

El yoga tiene una práctica conocida con el nombre de “vairagya” que permite la liberación de ataduras. Dicen quienes la practican que elimina el apego y permite centrarse en la esencia de uno mismo. La técnica consiste en aprender a enfocar el presente y disfrutarlo para liberarse del pasado y no mirar con recelo el futuro. Exige, claro, reposo e introspección, pero su práctica ayuda a no quedarse anclado en los obstáculos ni vivir con pensamientos circulares, que son esas ideas que se mantienen en la mente para dar vueltas al mismo tema sin aportar absolutamente nada. 

Pablo Casado no practica yoga ni seguramente conoce los beneficios de sus diferentes modalidades. Sus pensamientos son circulares. Dos años y medio después vuelve al lugar del que quiso escapar y dijo no querer estar nunca más: junto a Vox y Santiago Abascal en la plaza de Colón. El líder del PP es incapaz de liberarse del miedo y del espacio que la ultraderecha española ocupa en sus siglas, en su militancia y en algunos de sus cargos. Gira y gira en una especie de espiral de sufrimiento y nudo mental que le impide avanzar hacia posiciones de firmeza y soluciones distintas.

Ya no hay duda sobre su presencia en la manifestación convocada para el 13 de junio en Madrid por la asociación Unión 78 contra los indultos a los líderes del procés. Pablo Casado estará finalmente junto a Santiago Abascal y quizá junto a Inés Arrimadas. La líder de Ciudadanos -que nunca se sabe si sube o baja- aún no lo ha aclarado, si bien anima a que lo hagan los suyos y todos aquellos que quieran “retratar a Sánchez con los golpistas”. 

La decisión de Pablo Casado tiene en Génova detractores y partidarios. Todos están en contra de los indultos y a favor de usarlos políticamente para ahondar en el desgaste del Gobierno, pero con ligeras diferencias. Unos eran partidarios de abanderar el rechazo a la medida de gracia sólo desde las instituciones y otros querían liderar la protesta también desde la calle. Han ganado los segundos, los que no se andan con medias tintas, los del todo vale, los del 155 sine die, los del “a por ellos”, los inflamados y los que ven a Vox como un partido hermano con el que hay que ir de la mano, pese a que Casado ha defendido hasta hace dos minutos que lo que le ha llevado a despegar en los sondeos ha sido la ruptura con Abascal, que escenificó en el Congreso durante la moción de censura de Vox. Una cosa y la otra a la vez no se entienden si no fuera porque Isabel Díaz Ayuso, e incluso el alcalde Almeida, ya había hecho saber de su presencia en la manifestación antes de que la dirección nacional fijase posición. 

Casado vuelve a seguir los pasos de Vox porque sigue el camino por el que transitó Ayuso, como si Madrid fuera España y fuera la presidenta madrileña el espejo en el que se debe mirar. Y lo hace, aunque las relaciones entre Génova y Sol empeoran por momentos y no hay decisión ya de la baronesa de la que no desconfíe el núcleo duro del presidente popular.

Manifestarse no estaba entre sus planes, pero ha dejado que el sector duro del partido le marque el paso y por extensión un Abascal del que renegó hace meses. Evitará, eso sí, que se repita una foto que electoralmente sólo rentabilizó Vox y marcó el principio del fin de Ciudadanos. Y esto pese a que Teodoro García Egea se empeña en subrayar que la imagen que le preocupa a los populares no es esa, sino “la de Bildu con Adriana Lastra, o la del presidente del Gobierno firmando  los indultos”. 

Cualquier cosa con tal de justificar el “sí, pero no” o la estrategia popular de nadar y al mismo tiempo guardar la ropa. Todo sea por espantar el fantasma de Albert Rivera y lo que el destino le deparó al ya ex líder de Ciudadanos tras aquella infame imagen de hace dos años.  Se llama miedo a Vox y es un pensamiento circular que atenaza a un Casado incapaz de buscar salidas y soluciones que le liberen de la ansiedad y, de paso, contribuyan a dar una oportunidad a la política más allá del cortoplacismo con el que el PP siempre abordó el asunto catalán. De aquellos polvos.., hoy estamos donde estamos.

Etiquetas
stats