Cosas que hay que decir una y otra vez
Repetir una y otra vez las cosas suele resultar tedioso, incluso irritante, pero en ocasiones es el instrumento más eficaz para conservar en la memoria realidades que corremos el riesgo de olvidar. Eso lo sabía muy bien el emperador persa Darío, quien, después de su estrepitosa derrota en la batalla de Maratón, ordenó que un siervo le repitiera tres veces antes de cada cena: “Señor, recuerda a los atenienses”, con el fin de no olvidar ni un solo día aquel desastre hasta que los griegos pagaran por su afrenta. En estos días de conspiraciones y bulos, confieso que no he confirmado si este episodio realmente ocurrió; a mi favor he de decir que se lo leí a Herodoto, un cronista que mantiene su respetabilidad 24 siglos después de su muerte.
Pero a lo que voy.
En el debate del estado de la nación que concluyó este jueves, el Partido Popular, formación que alardea de conectar como nadie con lo que “importa a la gente”, consideró que la cita política más importante del año no debía malgastarse en asuntos baladíes como la grave situación económica que han desatado la pandemia y la guerra en Ucrania o los daños a la democracia provocados por la ‘policía patriótica’ de Rajoy, habiendo un tema mucho más trascendental para discutir: ETA. Utilizando impúdicamente el 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, y apropiándose del lazo azul que simbolizó la unidad ciudadana contra los terroristas, los populares arremetieron contra el presidente Sánchez por sus “pactos” con Bildu, en especial el de la Ley de Memoria Democrática. La ofensiva no es nueva y tiene como objetivo minar al Gobierno apelando a las fibras emocionales de la sociedad. El mensaje que se pretende transmitir es evidente: Sánchez gobierna con los terroristas y por lo tanto nunca tendrá legitimidad.
Muchos colegas –de elDiario.es y de otros medios- han publicado informaciones que evidencian la mala fe, el cinismo y, en ocasiones, la mentira con que el PP lleva ya tiempo utilizando con fines partidistas aquel infierno que supuso el terrorismo etarra. Yo mismo he informado sobre ello en diversas ocasiones. Sin embargo, por lo que hemos visto en el Congreso en los últimos días, considero necesario seguir repitiendo, como el siervo del emperador Darío, algunos hechos que merecen recordarse en estos momentos de confusión en que la derecha vuelve a recurrir a ETA como arma política para desacreditar al Gobierno.
Veamos.
Apenas 16 meses después del asesinato de Miguel Ángel Blanco, el entonces presidente Aznar anunció que había autorizado contactos con ETA y se convirtió en el hasta ahora único mandatario que se ha referido a la organización terrorista como “Movimiento Vasco de Liberación”. Desde antes de anunciar la instrucción, el Gobierno del PP ya había comenzado a acercar presos etarras a cárceles próximas a Euskadi. Entre septiembre de 1998 y septiembre de 1999 se produjeron más de 120 de esos acercamientos y se permitió el regreso a España de más de 300 exiliados de la banda terrorista cuyos delitos, algunos con penas de más de 20 años, habían prescrito. Durante los contactos se redujo al mínimo la detención de etarras, y todo ello sin que los terroristas hubieran anunciado su voluntad de abandonar las armas. En aquellos tiempos dijo Aznar que “nos abrimos a la esperanza, al perdón y a la generosidad” y que “tomar posesión de un escaño siempre es preferible a empuñar las armas”. Y –lo más importante- el PSOE y la mayoría de la sociedad apoyaron incondicionalmente al presidente del Gobierno.
Aquel esfuerzo de paz fracasó, y el PP se trepó por las paredes cuando el presidente Zapatero emprendió una nueva negociación. Socialistas y populares se acusaron mutuamente de romper el acuerdo terrorista del año 2000, que Zapatero, a la sazón flamante líder de la oposición, había suscrito con Aznar. Aquellas negociaciones no fueron sencillas y terminaron empantanadas, pero a la postre arrojaron sus frutos: ETA dejó de cometer atentados en 2009, anunció formalmente el abandono de la “lucha armada” dos años después y, finalmente, en 2018 oficializó su disolución. El hecho es que en 2012 se fundó el partido EH Bildu, en el que confluyeron personajes de lo que se denominó el “entorno” de ETA con otros que buscaban la vía para normalizar políticamente las aspiraciones aberzales. No lo digo yo. Lo dijo en 2011 el entonces alcalde de Vitoria y hoy portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto: “Hay mucha gente en Bildu que busca la paz desde el principio”. Siendo alcalde, Maroto selló diversos pactos con Bildu y deseó que “cundiese el ejemplo”.
La formación abertzale no es “socia de investidura” de Sánchez, como la derecha se ha empeñado en inculcar a sus seguidores. En todas las votaciones de investidura se ha abstenido, incluso abriendo la posibilidad de que el líder socialista no consiguiera llegar a la Moncloa. Lo que sí ha hecho es apoyar numerosas iniciativas legislativas del Ejecutivo -del mismo modo que una década atrás apoyaba al alcalde Maroto-, entre ellas la tan detestada por la derecha Ley de la Memoria Democrática. La pregunta es si el Bildu que está hoy en el Congreso es ‘peor’ que el Bildu con que el que pactaba el hoy portavoz popular en la Cámara alta.
Y a propósito de memoria, el PP suele afirmar que ya condenó el franquismo y que ya es hora de zanjar el debate sobre la dictadura. No es del todo cierto. Lo que sucedió es que, en 2002, el partido se sumó a una proposición no de ley presentada por varias formaciones en la comisión constitucional del Congreso, sin que la iniciativa tuviera la formalidad de una condena plenaria de las Cortes. Al margen de ese caso, el partido que hoy preside Núñez Feijóo se ha caracterizado históricamente por oponerse a cualquier iniciativa que pretenda revisar la etapa franquista. Incluso a la posibilidad de que el Estado asuma la exhumación y honras de los miles de desaparecidos que siguen en las cunetas, tarea de la que hoy se ocupan sus familiares, apoyados por organizaciones que apenas cuentan con escasas ayudas oficiales.
Todo esto ya se sabe. Pero desafortunadamente hay que seguirlo diciendo, al menos mientras el PP mantenga su burdo empeño de manipular la realidad.
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