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Hay culpables, pero no es Teresa

Suso de Toro

Un día supimos que el juez que investigó la gran trama de corrupción Gürtel era el verdadero culpable y lo echaron de la profesión. Hace dos días nos enteramos de que también el juez que investigó el gran robo en Caja Madrid y metió preso a Blesa es el culpable, y en consecuencia lo inhabilitan. Al día siguiente sabemos que en el accidente de tren en el que murieron 79 personas y resultaron heridas 145, provocado por la falta de medidas de seguridad en la vía, el culpable es únicamente el maquinista. Y el mismo día vemos reproducidas en periódicos y cámaras de televisión la imagen de otra culpable, una mujer en ropa de casa y echada con su perro en un sofá, al parecer la imagen la obtuvieron de su Facebook y nos la muestran a todos, también a los que no tenemos Facebook. ¿Quién es esa mujer? Se llama Teresa y nos informan de que es la causante de su propia desgracia. Y la culpable.

¿La culpable de que? De crear una alarma sanitaria y pánico en Europa y en los países desarrollados. ¿Cómo pudo hacerlo?

El ébola está causando estragos en la población de algunos lugares de África, un religioso español que estaba atendiendo a las personas infectadas se contagió del virus y el Gobierno decidió repatriarlo para atenderlo en España. Era una decisión tan delicada como discutible, hacerlo suponía que el Gobierno estaba preparado para ello y había tomado las debidas precauciones. El espectáculo de traerlo fue el apropiado a la Guerra de las Galaxias, un avión especial y gente con escafandras, pero fue atendido en un hospital madrileño sin que consiguiesen salvarle la vida. Teresa fue una enfermera que se ofreció voluntaria para atender a aquel enfermo con una infección tan peligrosa. Desde el punto de vista del Gobierno y de los medios informativos que transmiten sus especies el problema finalmente está en que Teresa cometió un error.

Ya puestos, cabe dar un paso más en esa interpretación de los hechos e imaginar que desde el primer momento Teresa se ofreciese voluntaria con la intención de contagiarse deliberadamente para comprometer a la ministra Mato y al presidente Rajoy y arrastrar otro poquito la marca España por el mundo. No llegarán a tanto pero no están tan lejos. ¿Acaso no la sitúan como responsable cuando dicen que ella “reconoce” que se tocó la cara con un guante y ahí está el origen del problema?

Pues no, el origen del problema está en este Gobierno. El verdadero virus es esta política que está destrozando sin misericordia la sanidad y la salud pública. El verdadero virus se llama Rajoy, Mato, Ignacio González, Javier Fernández-Lasquetty y el nombre de todos los presidentes y consejeros de sanidad de comunidades autónomas que están privatizando lo público. Y esto, que lo padecemos todos, quien lo viene denunciando desde el principio son los trabajadores de la sanidad, los profesionales. Esos profesionales a los que se refirió Rajoy en el Parlamento contestando a una pregunta pactada con el representante del primer partido de la oposición, Sánchez. “Dejen trabajar a los profesionales de la sanidad”, dijo, cuando precisamente es este Gobierno el que les impide trabajar adecuadamente quitándole cada día los medios necesarios para su trabajo.

El problema, efectivamente, no son los profesionales, los profesionales de la sanidad se llevan movilizando, con gran quebranto económico personal y con sanciones laborales, contra la política de este gobierno de inútiles. El problema es él, Rajoy, y toda esa gente. El problema son esas personas, además de corruptas, incompetentes que toman decisiones irresponsablemente, como traer a un enfermo sumamente contagioso sin adoptar en consecuencia las medidas adecuadas. Falló todo, lo hicieron todo mal, la culpa es suya, de las autoridades políticas. No de Teresa, quien se ofreció voluntaria confiando en que la media hora de explicaciones para evitar el contagio era suficiente y que la ropa inadecuada que le dieron era la adecuada, quien confió en que los responsables políticos, Rajoy y Mato, eran personas responsables.

Y ahora esos irresponsables la hacen chivo expiatorio de sus delitos, dicen que ella es la causante del pánico. Ella, su marido y su perro. Menos mal que un representante de la oposición pacta la pregunta en el Parlamento para que el presidente pueda leer la contestación. Podemos estar todos tranquilos, esa gente nos protege.

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