La demoscopia entra en campaña
La ha vuelto a liar. Tezanos, los datos, la cocina, la estimación de voto… El CIS, contra todos los demoscópicos. Un sondeo que, a las puertas del arranque de la campaña electoral de Castilla y León, sitúa al PSOE como primera fuerza política. Es la excepción a un marco dominante de mayoría popular, que el sociólogo de cabecera de los socialistas atribuye solo al viejo teorema de Thomas, que consiste en definir las situaciones como reales para que éstas acaban siendo reales en sus consecuencias.
En un país sin matices, de blancos y negros, hace tiempo que la demoscopia ha dejado de ser un instrumento relativo y sus trabajos de campo, un método con el que analizar tan solo la tendencia del voto. Ahora se trata de imponer un pensamiento dominante o de movilizar en una dirección o su contraria al electorado. Es lo que Alain Minc puso negro sobre blanco en La Borrachera democrática con un ensayo sobre la relación entre opinión pública, comunicación y política para alertar sobre cómo la democracia de la opinión pasaría a suceder a la democracia clásica gracias al control de una nueva trinidad formada por jueces, medios de comunicación y opinión pública (encuestas).
Tezanos ha irrumpido en la campaña con un trabajo en el que PSOE y PP no alcanzarían la mayoría absoluta (41 escaños), ni siquiera sumando con sus aliados naturales de bloque (Unidas Podemos y Vox), por lo que el escenario quedaría abierto y quebraría en buena medida las entusiastas expectativas creadas por los populares.
El PSOE —que ya fue la fuerza más votada en 2019, cuando sumó 35 escaños— obtendría ahora entre 25 y 34 procuradores. El PP, que logró hace tres años 29, se situaría entre 27 y 32. Ciudadanos, que en 2019 dio la sorpresa con 12 procuradores y permitió que el PP encadenara 36 años consecutivos de gobierno, ahora bajaría a entre dos y cinco. Unidas Podemos mejoraría sus dos representantes actuales a entre tres y cinco, después de que el CIS le asigne, por ejemplo, en León un escaño, con menos voto estimado que a la ultraderecha de Abascal. Un dato que el organismo atribuye a una errata que fue posteriormente corregida. Vox, que actualmente solo disponía de un procurador, subiría a entre cuatro y ocho, lejos de las previsiones mucho más optimistas que se proyectan en otras encuestas de medios privados. Los datos del CIS no dicen lo que auguran otros sondeos, algo que ya pasó en las elecciones de 2019 al ser el único organismo que otorgó la victoria al PSOE, algo a lo que se aferran ahora los socialistas para confiar en sus vaticinios.
“Faltan 18 días para que voten los electores de Castilla y León y 19 para que Tezanos diga ”No soy adivino“ por hacer la peor estimación de la historia del CIS en CyL. Consejo: guardad esta estimación”, escribió en su cuenta de twitter nada más conocer los datos del CIS Narciso Michavila, presidente de GAD3, que ha pronosticado para Alfonso Fernández Mañueco una contundente victoria que rozaría la mayoría absoluta y una decena más de escaños que al PSOE.
“Las fidelidades, las fugas y las transferencias de voto ”no dan para que el PSOE pueda ser primera fuerza como augura el CIS“, menos si la España Vaciada, a pesar de su transversalidad, acaba restando más apoyos a la izquierda que a la derecha, como pronostica José Pablo Ferrándiz, responsable del departamento de Opinión Pública de la multinacional Ipsos.
La gran incógnita, por tanto, del próximo 13F no es, para los estudiosos del comportamiento electoral -a excepción del gurú de los socialistas-, quién se hace con la primera posición del tablero, sino quién será el socio de gobierno del PP: Vox, la España Vaciada o ambos. Porque lo de una mayoría apabullante como la de Ayuso en Madrid está completamente descartado. Mañueco estará obligado a retratarse, y el daño para Casado sería inevitable. Si acepta gobernar bajo las condiciones que le imponga Vox, Santiago Abascal demostraría que es imprescindible para los planes del cuestionado líder de la derecha española. Y, si no acepta, que no parece que ese vaya a ser el caso, perdería uno de los cuatro gobiernos regionales de los que hoy dispone el PP.
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