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Fact-check para Trapero

Trapero se enfrentaba a una petición de diez años de cárcel por parte de la Fiscalía

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“¿Cómo puede dormir tranquilamente el juez, que sabe que tiene en su secreto alambique un tóxico sutil que se llama injusticia?” (Piero Calamandrei)

El sueño de la razón tal vez produce monstruos pero la razón en estado puro arroja luz sobre las ensoñaciones. La sentencia absolutoria del Major de los Mossos, Josep Lluís Trapero, y el resto de cargos de este cuerpo policial tiene no sólo la virtud de hacer justicia -aplicando las premisas y principios que todo juez que se precie debe aplicar- sino que devuelve la confianza en el imperio de la razón en un ámbito que ha sido durante mas de dos años territorio comanche para cualquier discurso lógico y no emocional. 

La sentencia absolutoria -pues no puede ser otra la postura de un tribunal que no encuentre prueba directa de los delitos o bien vea que las conductas que se produjeron no encajan en los tipos delictivos- es como un cuchillo sajador de razón jurídica y de frialdad de análisis en la ponderación de la prueba que reconciliará a muchos con aquello que siempre han amado de las resoluciones judiciales: su apego directo a las normas de la lógica y la razón y a la técnica jurídica y su alejamiento total de cualquier otra consideración malsana, sea política, sea de razón de Estado, sea de medro personal. No ha sido sin pelea pero ha sido pelea en justa lid deliberatoria.

Han tenido suerte los Mossos porque han topado con alguno de los jueces que todavía quedan en Madrid y que incluso acampan en la Audiencia Nacional. No son multitud pero existir, existen. Trapero ha disfrutado de un lujo de ponente, Ramón Sáez, uno de los más prestigiosos penalistas de la judicatura española, que ha convertido su pluma en un escalpelo que va diseccionando, con una precisión y una pericia máxima, las pruebas hasta concluir que no prueban nada y que, por tanto, sólo cabe la absolución de los encausados. Este caso tiene aún más moralejas que aplicar. Junto a Sáez Valcárcel, un magistrado de marcado matiz progresista como muchos de los más excelsos penalistas, firma otro magistrado conservador al que también conozco bien, Francisco Vieira, cuadro de siempre de la APM, elegido en su día para los cargos de presidente del TSJM y de la Audiencia de Madrid, con los votos de los vocales conservadores y al que nunca he terminado de ver como un soldado sumiso de nadie. En este caso, puede que a su pesar pero eso no importa, se ha rendido a la evidencia de que no hay hechos que prueben la comisión de los delitos que se les imputan por parte de los Mossos y eso, en un juez de verdad, que conoce las normas de la valoración de la prueba y el in dubio, no puede conducir a otro desenlace. Aún queda quién elige ser juez por encima de cualquier otra cosa.

La sentencia es un espectáculo de razonamiento que les recomiendo encarecidamente si son amantes de cómo se ejerce la verdadera justicia. Un verdadero fact-check, imprescindible para establecer la verdad judicial, y que será un alivio ante los desesperados por la ignominia del relato, si no de la ficción, en papel timbrado. Viene a decir simple y llanamente: se acusa de sedición o desobediencia y para que se den estos delitos deberíamos encontrar estos comportamientos concretos… que no se dan. Y ahí es dónde con contundencia se nos muestra cómo esa famosa “hoja de ruta” Infocat no habla ni una sola vez de los Mossos o cómo en la agenda de Jové -esa supuesta prueba clave esgrimida durante meses- lo único que aparecen son las dudas personales de este político “¿a quién obedecerá la policía?” recogida por el político y la glacial auto respuesta que él mismo escribe: “los Mossos harán siempre lo que digan los jueces”. ¿Me dicen cómo se ha podido usar este documento para acreditar la connivencia de la cúpula de los Mossos con los planes “de ensoñación” de los independentistas? Lo que duele es que tales constataciones claras, lógicas y contundentes no se hayan producido antes en otras instancias jurídicas, incluida la Fiscalía de la AN. Como este ejemplo encontrarán en la sentencia todos los que van dejando sin validez el escrito de acusación. ¿Que Trapero se reunió con Puigdemont? Pues va a ser que no. Que si a Trapero se le ascendió porque era propicio al referéndum, nada más lejos de la realidad. Lean, lean si aprecian comprobar cómo los llamados “relatos” se descuajaringan en cuanto se les pasa la bayeta del razonamiento lógico y la sana intención de juzgar con imparcialidad e independencia. 

Luego, frente a la sentencia de 94 folios destilados, se encontrarán ustedes el voto particular de 450 suscrito por la presidenta del tribunal, Concepción Espejel -más conocida como “Querida Concha”- que parece haber asistido a otro juicio completamente diferente o, aún mejor, que parece no haber asistido puesto que para ella todo el volcado de atestados policiales -desmontados fácticamente en la sentencia de la mayoría- sigue pesando como si nada hubiera pasado ante sus ojos. Este voto particular más largo que la propia sentencia recuerda mucho a otro suscrito por el magistrado Ángel Hurtado en el caso de la Gürtel. ¿Se acuerdan? Los pasaportes al Tribunal Supremo es lo que tienen, que se escriben más para consumo de los que no quieren ver decaer la lealtad, que en términos estrictamente jurídicos. Espejel ha elaborado lo que pretende ser una sentencia alternativa en solitario con escaso rigor técnico -nunca podría ni competir con el ponente en eso- y poco apegada a las reglas de la lógica formal y la razón. 

La Fiscalía estudia ahora, nos dicen, si presenta recurso ante la Sala de Apelaciones de la AN. Y tiene que estudiarlo porque el desmontaje de su acusación es contundente. La verdad es que sería un recurso complicado y con dificultades para prosperar ya que afecta no a cuestiones jurídicas, no es esa la discrepancia de los tres magistrados, sino de los hechos probados y de la prueba practicada en sala con contradicción e inmediación. Es difícil tocar los hechos probados y de hacerlo se corre el riesgo de caer en conductas condenadas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, a nuestro propio Supremo, sobre la necesidad de la contradicción y de escuchar a los acusados si los hechos van a ser revisados en otra instancia. 

El recorrido jurídico de la sentencia está por delante, aunque no creo, y fíjense que arriesgo, que vayamos a ver respaldada la sentencia alternativa por sedición de Espejel. Arriesgo porque nunca he dejado de creer en que quedan jueces en España y también en Madrid. Por el momento si creen aún en la verdad, si consideran que la lógica y la razón deben establecer los hechos, si confían en que una buena defensa puede iluminar al tribunal, si creen en la Justicia, échenle una leída a esta sentencia. Sentirán un escalofrío de alivio. 

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