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Jorge Martínez Reverte, recuperarse antes de morir

Foto de archivo de Jorge Martínez Reverte / EFE

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Esta vez no ha salido. Se tiene que tener un sentido del humor muy fino para estar luchando en la recuperación de un ictus grave, y decir que quería recuperarse antes de morirse. Le brillaban los ojos pícaros cuando te lo decía. Unos ojos azules, impresionantes tras ese accidente vascular, porque hablaba con ellos. Un sentido del humor que le hizo titular el libro en el que cuenta su experiencia 'Inútilmente guapo' y que pese, a lo trágico del tema, te arrancaba, en más de un momento, la carcajada. Jorge Martínez Reverte se ha ido, y mira que nos hacen falta personas como él ahora mismo. 

Jorge aceptó un verano ser colaborador de 'A Vivir Que Son Dos Días', en una sección de historia. Y todavía flipo que quisiera hacerlo. No tan solo eso, sino que preparaba los temas con tanta pasión y profesionalidad que alguno de los personajes o sucesos de los que hablaban merecerían un libro donde lucir bien. Y alguno lo tuvo. De ese verano quedó una buena relación, una amistad que se concretó en algún cocido de menú, un vinito por la tarde, y quedaron pendientes unas croquetas.

Y pendiente ha quedado también un proyecto que me duele dentro. Él me dijo que durante el confinamiento se dedicó a mirar, a observar, desde el balcón de su casa. Por la plaza San Ildefonso de Madrid veía a personajes dignos de una novela de Galdós y se puso a escribirlos, a darles forma con palabras que él no podía decir. Teníamos pendiente llevar eso de alguna manera a las ondas, y era todo un reto. Porque era hablar del confinamiento dentro del confinamiento. Era ponernos tras sus ojos para ver el mundo desde esa posición y escuchar sus palabras sin su voz.

Ya tenía la manera resuelta de cocinar radiofónicamente eso. La semana pasada viajé a Madrid y antes contacté con él para hacerlo. Mercedes, su mujer, me contestó que estaba en el hospital, en la UCI, pero que había una leve mejoría. Yo pensé que Jorge, como siempre, saldría de esta. Ni el ictus pudo callarle ni pararlo. Porque seguía escribiendo, seguía investigando y contándolo en sus artículos. No puedo dejar de imaginar, ahora, qué frase ingeniosa inventaría para describir su experiencia. Pero no. No ha salido esta vez, y me quedo con la pena inmensa de no haber sacado adelante este proyecto que tanta ilusión le hacía. Quizás no he estado a la altura, Jorge, o no pensaba que te escaparías tan pronto. Me dejas el privilegio de haberte conocido, y la pena de no haber podido hacer este último trabajo juntos.

Jorge eligió como sintonía para esa sección de historia el 'All Along the Watchtower' de Bob Dylan. Qué bien le quedaba.

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