Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

La mala hora

La Fiscalía se opone a la extradición de Billy el Niño a Argentina

Montero Glez

Vivimos en una hora que no nos corresponde desde aquel desfavorable día de 1940 en el que se aprobó la medida franquista de igualar los relojes al mismo horario de la Alemania de Hitler. Esto quiere decir que vamos por delante del horario solar, adelantándonos una hora en otoño e invierno y dos horas en primavera y verano. En resumidas cuentas, el adelanto de los relojes, es un atraso.

Tal desajuste sirve para que las autoridades justifiquen un ahorro energético. Sin embargo, si lo pensamos bien, sirve para todo lo contrario. Porque amaneciendo más temprano, lo único que se consigue es empezar a gastar antes de tiempo. Lo del cambio de horario es otro engaño más de un país que ha sido gobernado por trileros que nos madrugan cuando se trata de esconder la verdad.

Sin ir más lejos, el otro día, por si quedaba alguna duda, nos volvieron a madrugar con la Ley de Amnistía, revelando que la política que padecemos hunde sus raíces en el franquismo. Porque la Ley de Amnistía, que en su momento celebró la izquierda, se nos presentó como una ley por la que quedaban amnistiados todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados antes del quince de diciembre de 1976, quedando también amnistiados los delitos de rebelión y sedición militar. La trampa estaba tendida.

Con esta ley, los que verdaderamente quedaron amnistiados no fueron los reprimidos por el franquismo -hombres y mujeres que apenas existían por estar la inmensa mayoría bajo las cunetas- sino los criminales que formaron parte del aparato represor franquista. Una ley que, según nos contaron, no era de punto y final pero que acabaría cumpliendo la misma función, ya que, paralizaría los casos puestos en manos de la justicia.

Figuras tan sospechosas como Martín Villa o Utrera Molina, o policías sangrientos como Billy el Niño, se han librado de ser condenados. La ley de Amnistía ha sido un instrumento más de este juego de trileros que fue nuestra Transición ¿Dónde se esconde la bolita?

El otro día, los partidos del Régimen Borbónico, como no podía ser menos, votaron en contra de la reforma de la citada ley, asegurando la trampa que deja al descubierto el cubilete vacío. Con malas artes, los del tripartito derechil, favorecidos por el horario germánico, tumbaron la propuesta en la Cámara. Llegados aquí, sólo nos queda afirmar que vivimos bajo un régimen que no nos corresponde.

Etiquetas
stats