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ANÁLISIS

El mundo en 2022: dos historias que contar

El cartel del año nuevo en Times Square.

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La periodista Joan Didion escribió en un ensayo sobre la campaña presidencial de 1988 que “los enterados inventan año tras año el relato de la vida pública”. Didion, que murió el 23 de diciembre en Nueva York, solía reflexionar sobre la distancia de la realidad, complicada, variada y difícil de prever, y las “ideas” en las que tratamos de meterla para que encaje en una narración redonda.

Con la pandemia y tal vez por primera vez en la historia, el mundo tiene una experiencia simultánea, parecida y muy intensa, y es casi inevitable sacar un relato común sobre sus efectos. Puede ser el bueno o el malo. 

Un relato común para 2022 podría ser el de gobiernos que afianzan el Estado del Bienestar por las carencias obvias de sus sistemas de salud, la red para proteger a los más vulnerables y la falta de inversión en ciencia, cuidados y ciudades mejores. La reflexión por el golpe sanitario y la consiguiente solidaridad entre personas diferentes construyen entornos con más bicis, puestos de trabajo más flexibles y personas con prioridades menos egoístas.

En esta versión de la historia, Joe Biden es el cambio de paradigma de los ciclos presidenciales según los dibuja Stephen Skowarnek, de la Universidad de Yale, entre los presidentes que reconstruyen, articulan o rompen con el pasado. Biden aspira a ser el principio de un mundo nuevo como lo fueron Franklin Roosevelt y Ronald Reagan, que consiguieron cambiar el marco de pensamiento, cada uno en direcciones opuestas. 

En esta historia de 2022, la llegada al poder del socialdemócrata Olaf Scholz arrastra con el ejemplo y con las políticas en la UE a otros países europeos a invertir más y recortar menos, y la estabilidad del sur de Europa ayuda a que la zona euro se pueda permitir una respuesta más sostenible que la de la última crisis. La tendencia hacia un Estado del Bienestar más fuerte incluso se nota en gobiernos conservadores como el de Boris Johnson. Con su modelo de impuestos más altos, inversión en un plan verde, en la lucha contra la obesidad y en el refuerzo de la tocada Sanidad, Johnson ya es reflejo de una tendencia más moderada y más parecida a la socialdemocracia que la mayoría de su partido. En el relato de este 2022 de un Estado más grande y países menos lacerados por la desigualdad, Biden consigue aprobar su paquete de 1,9 billones de dólares de inversión social pendiente de la votación en el Senado, aunque sea más reducido, y ofrecer a los trabajadores de Estados Unidos más protección en caso de baja y ayudas para reparar las viviendas de protección oficial o repartir más comidas gratis en las escuelas. 

Pierden los extremos

En este escenario, igual que ha pasado en las elecciones en Italia y en Alemania, los partidos más extremistas no capitalizan el hartazgo de la pandemia y pierden escaños y atención de las cámaras y los tuiteros. Eso es lo que puede pasar de hecho en las presidenciales de Francia (el 10 de abril es la primera vuelta y el 24, la segunda) donde se espera que vuelva a ganar Emmanuel Macron y la extrema derecha salga debilitada por la irrupción de Éric Zemmour, el tertuliano a la derecha de Marine Le Pen que después de tanta fanfarria no parece despegar. Al otro lado del canal de la Mancha, las elecciones regionales de mayo pueden ser la puntilla final para el liderazgo de Boris Johnson, que podría ser expulsado por su propio partido en una nueva etapa incierta para los tories, tal vez preludio de la vuelta de los laboristas al poder en las siguientes elecciones generales previstas para 2024.

El triunfo de la izquierda puede llegar a Colombia de la mano de Gustavo Petro en las elecciones presidenciales de mayo –algo que sería muy noticioso vista la historia de Colombia, con el triunfo constante de partidos del centro y la derecha–. Y a Brasil, con el regreso de Lula frente a uno de los personajes más dañinos para la salud pública, el medioambiente y la igualdad de derechos, Jair Bolsonaro, cuya derrota de momento parece probable, según las encuestas. La nueva izquierda de Chile tal vez puede marcar el camino para otros países latinoamericanos, uno más parecido a la socialdemocracia europea. 

Orban y otros Putin

La otra historia sobre 2022 y las consecuencias más turbulentas de la pandemia es la de gobiernos más autoritarios, países más desiguales y también más violentos. 2022 puede ser el año de otro triunfo para Victor Orbán en las elecciones parlamentarias de la primavera mientras se afianza en el Este de Europa el modelo de líderes inspirados en Vladimir Putin. Es la historia de la erosión de los derechos de las mujeres, las personas LGTBI y las minorías en Hungría y en otros vecinos como Polonia, cada vez más enfrentado a los principios del Estado de Derecho de la UE. En este contexto puede estallar en el Este el conflicto más temido, sobre el que Estados Unidos y la OTAN llevan semanas alertando, la invasión de Ucrania por parte de Rusia. 

Es el relato de la pandemia que trae más extremismo, más bulos, menos respeto a la libertad de prensa, menos confianza en los medios y menos cohesión social en países cada vez más aislados y menos interesados en los conflictos de los demás. 

Es la historia de la desigualdad del acceso a las vacunas, que puede pasar una factura especialmente alta en algunos países de renta media en África donde el coronavirus es un problema real (en los más pobres las urgencias de salud pública suelen ser otras) y que han accedido tarde a unas vacunas que protegen menos que las de ARN mensajero de Pfizer y Moderna. 

Es la historia de conflictos en cadena en varios países africanos, cuyas economías sufren la bajada de demanda, de turistas o de ayuda humanitaria que ha traído la pandemia, y, en el caso más extremo, que padecen de nuevo la guerra civil, como Etiopía. La pobreza extrema se está volviendo a reducir por un atisbo de recuperación, pero algunas de las economías africanas más prometedoras se han vuelto a parar, como Sudáfrica, que ya estaba sufriendo antes de la pandemia pese a tener más recursos económicos y humanos que los países de su entorno. 

Es un mundo en el que Joe Biden sigue en retirada, después del colapso de Afganistán, cuya dimensión y consecuencias nefastas veremos en 2022. El presidente demócrata estará muy enfrascado en sus problemas domésticos ya que la encuestas y la historia para los presidentes en ejercicio sugieren que en noviembre su partido perderá la mayoría en la Cámara de Representantes y se encontrará con la misma y frágil mayoría en el Senado, pero sin los republicanos más moderados de los que tirar porque varios se habrán retirado y se espera que sean sustituidos por políticos más radicales y cercanos a Donald Trump. 

Las presidenciales de 2024 empezarán en Estados Unidos al día siguiente de las legislativas del 8 de noviembre, y de momento, Trump asegura que se quiere presentar. Puede que no lo haga al final pero ya ha conseguido crear un partido marcado por invenciones como que Biden no ganó las elecciones o que el asalto al Capitolio no sucedió y por un mensaje cada vez más surrealista contra las vacunas, las mascarillas y los hechos. Un partido con el que difícilmente se aprobará ninguna medida legislativa y con el que no estará asegurado el traspaso pacífico de poder. 

Las mejores apuestas

Hacer predicciones en medio de la incertidumbre que ha marcado estos dos últimos años es aún más complicado que de costumbre. Basta mirar algunas de las “mejores apuestas” que ha hecho el Economist sobre el mundo en 2022 y que publicó en noviembre, consultando a “periodistas y comentaristas”. La primera decía que no habría una variante nueva dominante después de delta hasta septiembre de 2022. Sólo un 1% de los consultados contestaban que sucedería antes de enero de 2022. 

Lo que salga en este año nuevo no tendrá un relato ni tan claro ni tan directo para encajar en una historia perfecta. Pero los humanos necesitamos esperanza para seguir adelante y asignamos al calendario un poder que obviamente no tiene para mejorar la realidad. 

Por eso la mayoría del mundo es optimista sobre 2022. En un sondeo de Ipsos en 33 países, el 77% de los encuestados aseguran que este nuevo año será mejor para ellos que 2021. También lo dicen el 72% de las personas encuestadas en España (aunque el 20% de los españoles han contestado en otra pregunta que creen “probable” que un asteroide se estrelle contra la tierra). 

Como escribió Didion en The White Album, “interpretamos lo que vemos, seleccionamos lo que mejor funciona de las múltiples opciones. Vivimos complementamente, sobre todo si somos escritores, imponiendo una línea narrativa sobre imágenes dispares, las ‘ideas’ con las que hemos aprendido a congelar la fantasmagoría cambiante que es nuestra experiencia real”. 

2022 será probablemente una mezcla imperfecta y caótica de lo que hemos vivido en los dos años anteriores, pero ya que necesitamos esas historias que nos contamos para vivir, como decía Didion, al menos podemos contarnos las mejores.

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