No más hipocresía: ¡Dejen de matar!
Los mandamases del mundo andan decidiendo si piden a Netanyahu una pausa en la masacre emprendida contra los palestinos de Gaza. La primera duda es ésa, si lo solicitan o no. En caso afirmativo, en qué términos: si es pausa humanitaria con hache o con humo. Si se trata de que sus bombas de la muerte les tengan al caer sobre ellos algo más hidratados y con alguna tirita para sus heridas. Los 27 de la UE en concreto vuelven a sacar el comodín de las “pausas” para no “desairar” a Israel. Y solo hay una salida humana y decente: que dejen de matar, ensañarse y destruir.
Son muy puntillosos en el gobierno de Netanyahu. Se han lanzado contra la ONU que en su día les otorgó el Estado donde establecerse, y ahora le niegan hasta su derecho a existir como sociedad de naciones. Y no es la primera vez, nunca soportan ni la mínima crítica. Y, así, arremeten contra sus funcionarios y en particular contra el Secretario General António Guterres, por decir la verdad: que condena el terror desatado por Hamás, pero que “es importante reconocer que los atentados no vienen de la nada”. “El pueblo palestino ha estado sometido a 56 años de ocupación asfixiante” -dijo-. “Han visto su tierra devorada sin cesar por los asentamientos y asolada por la violencia; a su población desplazada y sus hogares demolidos”. Y remarcó que el “castigo colectivo” marca “claras violaciones del derecho internacional humanitario en Gaza”.
Entretanto, matan y matan. Y pocos se atreven a “desairar” al verdugo. Al contrario, le apoyan, le visitan hasta personalmente, como Biden, Sholtz o Macron. O hablan por teléfono, como Sánchez, desatando por esa parquedad la censura de los colaboracionistas del genocidio, por cierto. Porque para vencer hay que castigar y para castigar, matar. Más de 7.000 víctimas mortales, entre ellos 3.000 niños, en poco más de dos semanas. Y es visible el terror de los que quedan vivos.
Hay que bombardear hospitales, asesinar médicos y periodistas. Palestinos éstos, a los de fuera no los dejan entrar para ver y contar. Han matado incluso a la familia del jefe de Al Jazeera en Gaza: a su mujer y sus dos hijos.
Y aun así los periodistas siguen informando. Y los sanitarios, intentado curar aunque sea con los heridos tirados por el suelo en los hospitales devastados. Y las agencias de la ONU, como UNRWA, dando el parte diario del horror con el corazón roto.
¿Qué, pedirán pausa para ubicar mejor aún las dianas o llegará el día del alto el fuego total y definitivo como se precisa? No hay que desairar al tirano y sí continuar ejerciendo una repugnante hipocresía.
No les avergüenza, ni siquiera ver a Netanyahu entrar en un estado de mesianismo delirante. “Somos el pueblo de la luz y venceremos a las tinieblas. Tras los oscuros sucesos del 7 de octubre, todos rendiremos cuentas, pero primero debemos ganar esta guerra. Como líder, es mi deber guiar a Israel hacia una victoria decisiva. Con unión y fe en nuestra causa, cumpliremos la profecía de Isaías y juntos prevaleceremos”, dice recordando a quien usara el mismo discurso para masacrar a los judíos. Desencadenando además la guerra más cruenta y dañina de la Historia. Veremos qué pasa ahora. Son “el pueblo de la luz” nada menos, según dice Netanyahu.
La invasión terrestre de Gaza parece haber empezado y con apoyo aéreo, Internet no funciona ya en la franja. La masacre se va a intensificar pero difícilmente moverá la conciencia más allá de los tópicos empleados hasta ahora. Al menos hasta que una nada improbable ampliación del conflicto, lo que mueva sea algunas poltronas desde las que se toman decisiones, incluidas no tomarlas cuando se debe.
EEUU planea enviar todo su arsenal de la Cúpula de Hierro (incluidas dos baterías y más de 300 interceptores) a Israel como parte de sus esfuerzos por prestar asistencia militar tras el ataque de Hamás, según informa Haaretz.com citando información directa de fuentes estadounidenses. Y aviones de combate del ejército USA atacan Siria en respuesta a ataques de grupos respaldados por Irán, dicen.
Al tiempo, eligen por fin a un nuevo presidente de la Cámara de Representantes. Mike Johnson, trumpista, cristiano evangélico, tiene vínculos con la extrema derecha de Israel. En 2020 describió su visita al Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas de Jerusalén como “el cumplimiento de una profecía bíblica”.
Al otro lado, Erdogan , el presidente turco, se define en apoyo a Hamás, y dice: “Netanyahu ha abusado de nuestra buena voluntad”.
Irán, en alerta, también aguarda acontecimientos. Hezbollah, desde Líbano, igualmente.
Hay quienes no podremos mirar jamás igual a quien sustenta, incluso a quien comprende esta barbarie. Voy leyendo a compañeros periodistas con alma sobre el terreno crujidos de dolor y me aterra la inhumanidad de tantos cuantos conducen al mundo por estos derroteros. Nublan la esperanza en el futuro, a no ser que miremos precisamente a quienes resisten y luchar por la paz sin dejarse vencer ni por los peligros ciertos.
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