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Orgullo histórico

La ministra de Igualdad, Irene Montero, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros que ha aprobado la 'ley trans'
2 de julio de 2021 22:08 h

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En el Teatro del Barrio he visto una función que es de lo más Orgullo que he visto en este Orgullo en Madrid. No porque en Qué locura enamorarme yo de ti, la obra admirable de la escritora Gabriela Wiener, haya amor lesbiano, que sí, sino porque trasciende las estructuras donde todo amor aún se inscribe, el lesbiano también, y se atreve a poner patas arriba el sistema entero que lo discrimina. Con una inaudita osadía, la propia Wiener desnuda en el escenario la verdad las miserias y las contradicciones a las que la norma nos ha abocado a todas, a todos, a todes. Desde un texto magnífico en su honestidad, construido desde la experiencia de la colonialidad, de la precariedad, del desequilibrio, la torsión y la creatividad, y con un humor que vuelve divertido y tolerable el drama, lo que apasiona de su propuesta es que cuenta en escena lo que antes escenificó en la calle, en la casa, en la cama: la ruptura de la monogamia, el cuestionamiento del núcleo familiar, el impacto de las maternidades, el esfuerzo a conciencia por aplicar coherencia, carta de realidad, a las ideas disidentes, transformadoras, liberadoras, revolucionarias que ha de enfrentar toda persona crítica. La obra de Gabriela Wiener es revolucionaria, como su vida lo es, como habría de ser todo Orgullo. Por eso la autora estaba el lunes pasado en la multitudinaria manifestación del Orgullo Crítico, que viene a recordar, como su obra, que la vida no es cisheteropatriarcal: lo son los relatos, las pautas, los patrones, las leyes.

Mientras la manifestación del Orgullo Estatal 2021 tiene aún que insistir, a través de su lema central, en que 'Los derechos no se negocian, se legislan: ¡por una Ley Integral Trans ya!', transcurren en los márgenes las vidas de muchas personas. Por ejemplo, personas que han de declararse enfermas para modificar su sexo legal en el DNI, es decir, que se ven obligadas a patologizar su identidad para ser reconocidas en igualdad. Porque la vida va por su lado, se pongan como se pongan quienes quieren poner puertas al campo. Como puede verse en Qué locura enamorarme yo de ti, Gabriela Wiener tiene une hije, por muchas vueltas que queramos dar a las aes y a las oes. Extraordinariamente sensate, por cierto. Y va a ser hije vayan las leyes por donde vayan, solo que si no van por el lado de la justa igualdad se lo harán más difícil. ¿Por qué queremos complicar, reprimir, discriminar las vidas de nuestres hijes, de nuestras hijas, de nuestros hijos? ¿No esa es la verdadera patología? Sí.

Pero este Orgullo 2021, que podría haber sido solo pandémico, botellónico, disfórico, bélico, patético, ha devenido histórico gracias a una ministra, Irene Montero, que ha sabido escuchar a las personas damnificadas por la violencia estructural del heteropatriarcado y a los colectivos en defensa de las víctimas. Para eso están las ministras, aunque no estemos acostumbrades. Gracias a su empeño, el Gobierno ha aprobado una Ley Trans que disiente, transforma, libera, revoluciona. Las personas que se verán beneficiadas llevan ya demasiado (cuántas no llegan a tiempo) teniendo un papel marginal en la función que es su vida. Se reconoce, simplemente, la realidad que son y los derechos que les pertenecen, sin necesidad, como le pedían a Montero, de testigos, de terceros, de tutelajes, de fiscalización de la autodeterminación. No está todo logrado, pero es un paso que empieza a hacer justicia al colectivo trans y abre el camino, aún sin desbrozar, hacia la inclusión de las personas nos binarias. Las mujeres debemos además celebrar que la ley protege también a las lesbianas y a las bisexuales, discriminadas hasta ahora como madres y familias. A veces la obviedad es revolucionaria. Que una justicia a la vanguardia se haya impuesto además a la obsolescencia ideológica y a la presunta omnipotencia de la vicepresidenta Carmen Calvo alivia y alegra sobremanera, y da impulso para seguir avanzando.

Al final se nos quedó un Orgullo mucho mejor, más feliz, de lo esperado. Un Orgullo histórico. Si estáis en Madrid, id además a celebrarlo al Teatro del Barrio con la obra trans, transformadora, histórica también, de esa mujer valiente que es la escritora Gabriela Wiener.

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