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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Políticas devastadoras como misiles nucleares

Mitin de Vigo con Ayuso y Rueda.

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La forma idónea de tener paz en el mundo es a través del lanzamiento de un arsenal nuclear, según han resuelto las cinco IAs más avanzadas del mundo. La radical sentencia procede de un macro estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia, la Universidad de Stanford y la Universidad Northeastern en EEUU, hecho público a primeros de enero.  Evidentemente las máquinas no operan con sentimientos, se dirá, pero la Inteligencia Artificial procesa millones de datos existentes en la realidad para sus conclusiones. Con algunos matices, lo especialmente llamativo de cuanto han observado los investigadores es que los modelos tienden a desarrollar dinámicas de carrera armamentista entre sí, lo que lleva a un aumento del armamento militar y nuclear, y que se han observado justificaciones preocupantes para el aumento de acciones violentas. Y está pasando.

Un arsenal nuclear para solucionar los problemas de la Humanidad, proponen las IAs. De raíz, sin vuelta atrás. Y el caso es que estamos ya en ese escenario del culto a la violencia y de las coartadas para las guerras. O muy cerca de él. Y se aproxima mucho al efecto devastador de políticas que se están aplicando ahora mismo. En la Argentina de Milei, desde luego. Y, pasmosamente, por el voto de los ciudadanos. En España la derecha las busca con denuedo y el mundo es un polvorín del que tienen la llave auténticos desaprensivos. ¿Tanto como los inconscientes que les votan?

Ucrania y, sobre todo, el genocidio que Israel perpetra sobre los palestinos son ejemplos rotundos. “La ayuda de EEUU a Ucrania es la forma más barata de defender los intereses estadounidenses y son los ucranianos los que mueren”, explica la editora de The Economist. Nada nuevo, esto se ha dicho hasta en el Congreso. No ocultan las intenciones. Ya no hace falta: los que tragan lo hacen con todo. A las potenciales victimas les salvará que se decida otro destino para mejorar los resultados de la inversión.

El ancho mundo se tiñe de sombras con la probable elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, a pesar de todos los procesos en los que está inmerso y de la sombra demoledora del asalto al Capitolio en 2021 tras su derrota electoral. Su país lo permite en principio y millones de seres con derecho a voto se aprestan a catapultarlo a la Casa Blanca, sin mirar ni un palmo más allá de su futuro. Trump llega alardeando de sus provocativas intenciones. Ha declarado que “animará” a Rusia a que haga “lo que diablos quiera” con los aliados de la OTAN que no paguen en defensa. Armarse hasta los dientes es tendencia. Decenas de comentarios en la gran tertulia mundial no esconden el talante con el que Trump quiere dirigir ahora la política de Estados Unidos. Aterradora.

Putin, gran colega de Trump, se está desplegando entretanto por vías nada sutiles tampoco. De un lado apunta a los países bálticos, ha puesto en busca y captura a la primera ministra de Estonia “por la destrucción de monumentos de homenaje a soldados soviéticos” que considera un ultraje.  Este viernes se ha comunicado la muerte en prisión de su principal crítico: Alexèi Navalni. Confinado en una cárcel próxima al Polo Norte, ha fallecido a los 47 años sin que se especifiquen las causas, cuando solo 24 horas antes comparecía en una audiencia judicial en condiciones aparentemente saludables. A un nivel inquietante, acabamos de saber también de algo que el jefe de Inteligencia del Congreso norteamericano califica de una “amenaza seria para la seguridad nacional”. Según 'The New York Times' tiene que ver con el desarrollo de armamento nuclear antisatélite en el espacio por parte de Rusia.

Con este panorama nos encontramos a Europa cada vez más débil y más perdida. Baste ver a qué se dedica el Parlamento de Estrasburgo cuando el PP –a través de Dolors Monserrat– logra meter asuntos locales de España, en busca de su beneficio electoral aquí, aunque rara vez tienen otra repercusión que el ruido. Todo un símbolo de esa deriva, cansancio, apatía de la UE que se acerca a unas comprometidas elecciones en junio con el ascenso de la ultraderecha, a la que nadie en ningún lado parece se quiera enfrentar con la rotundidad que exigiría. Estamos hablando de una peste, la vieja peste parda. En Dinamarca lo han hecho. De alguna manera, España también con el gobierno de Pedro Sánchez frente a una pavorosa alternativa de derecha corrupta y tramposa.

Esas políticas casi de destrucción “nuclear” se practican en algunas comunidades autónomas, se querían para el conjunto del Estado y tienen un abrumador número de sucios cómplices de gran envergadura. Se echa de menos alguna voz de autoridad que frene lo que está ocurriendo. Más de una. Las broncas del monarca están muy injustamente repartidas.

Cuanto perpetra en Argentina, Javier Milei, el ídolo de gran parte de la derecha extrema española no difiere tanto de lo que intenta y consiguen aquí algunas comunidades autónomas. El documental 'DEP', elaborado por la plataforma SOS Sanidade Pública, narra con datos la destrucción planificada de la sanidad gallega durante los gobiernos del PP, a través de recortes, corrupción, nepotismo y privatizaciones. Un clásico, común a otras comunidades. A pocas horas de celebrar elecciones, la Xunta ha comunicado por SMS al personal sanitario que le sube el sueldo en un ejercicio de obscenidad política sonrojante. El día anterior había ingresado 550 euros a cientos de mariscadores gallegos. Los receptores deberían pensar qué más deterioros esenciales compran con esas dádivas en forma de anzuelo  

Pero si hay un ejemplo en España de deshumanización en la política es Isabel Diaz Ayuso, la presidenta de Madrid. Opera además en una impunidad que apunta a grandes complicidades. 7.291 ancianos murieron en las residencias a su cargo sin asistencia médica hace cuatro años, en los inicios de la pandemia. “Se iban a morir igual”, ha dicho por fin. O no. Miente: el 65% de los derivados a hospitales se curaron, según datos de la propia comunidad. Pero solo a quienes tenían seguro privado se les dio esa oportunidad. Era preferible gastar los recursos en levantar un hospital inservible que triplicó el presupuesto inicial hasta un gasto de más de 170 millones de euros y dio negocio a las grandes constructoras. No hay justificación alguna. Y hiela la sangre que se pueda decidir desde un despacho político sobre la vida y la muerte de seres humanos. Vulnerables además. Y defender lo hecho con la prepotencia habitual. Sin corazón, sin humanidad, sin dignidad, como parece definirse a sí misma. Y con el aplauso cómplice de los correligionarios.

Ayuso, en la recámara para sustituir a Feijóo, es quien con más crueldad y desvergüenza ha evidenciado que lo más parecido al apocalipsis ya está aquí, en sus manos. Expuestos sus estremecedores argumentos, Ayuso se fue a la campaña gallega de estrella invitada a dar lecciones morales y políticas como contaba en su crónica Íñigo Sáenz de Ugarte.

Nos dejamos la piel muchos periodistas por denunciarlo. Lo sabíamos. Y no sirvió de nada. Nos hemos vuelto a quedar helados. No hace falta que fueran nuestros padres o nuestros abuelos. Somos los hijos, los nietos, los compañeros de todos ellos. Van cuatro años de impunidad insostenible, pero hoy ya encaja en las conciencias que “se tenían que morir, se iban a morir igual”.  Y sin atención médica ¿Para que invertir más dinero ni en cuidados?

Se quejaba hace unos días el director general de la OMS de que después de 29 millones de muertos por Covid, el mundo parece no haber aprendido nada. Las diferencias entre países ricos y pobres o la injerencia codiciosa de los intereses privados amenazan con dejar al sistema inerme ante la próxima pandemia. Otro flanco significativo del mismo problema: Trump, Putin, la indolente UE y las políticas de la codicia.

Parecía que todo habría de cambiar por lógica con la pandemia. Nos mostró cuáles eran los servicios y las personas esenciales y ha ocurrido lo contrario. Aquí hubo mucha gente que apostó por el hedonismo, la bronca, la estupidez, las terrazas con cerveza y la libertad… de morir sin cuidados y solos.

Ya es un hecho lo que ha diagnosticado la Inteligencia Artificial consultada por ese estudio de universidades norteamericanas. Lo más practico es cortar en seco: los débiles e improductivos sobran. Como en la Alemania de Hitler, en la Argentina de Milei o en el Madrid de Ayuso y España entera si progresa. Y en Gaza y en el mundo de las desigualdades. Se parece mucho a una destrucción del núcleo que venía sosteniendo a las sociedades. Y va a más. A justificarlo todo. A usar la violencia sin problemas. De todo tipo. A cambiar el foco de lo importante.

¿Van a continuar apuntalando el desastre? Quien así lo haga, sin criterio, no es más que parte del desecho prescindible, ya nadie llorará por ellos. En la cuerda floja andamos y en ella todavía es posible remontar antes de que se rompa o se descuelgue hasta el suelo. Cada decisión cuenta, en las urnas y en la vida. Asusta la estúpida inacción que se niega a ver la realidad y ese arsenal nuclear, literal o supuesto, que nos receta el más cruel pragmatismo arrasando con cuanto le sobra.

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