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Hasta el rabo, todo es toro

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.
12 de agosto de 2023 22:06 h

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"Ellos lo quisieron"

Julio César

Debe de haber algo que no sé, porque en caso contrario no entiendo la pachorra con la que los socialistas se están tomando las negociaciones para el jueves. Sí, seguramente se trata de eso, de que hay algo que se me escapa. No me puedo creer que todo el plan sea el convencimiento de que Junts está obligado a pasar por el aro. Lo que sí parece confirmado es que el primer movimiento del PSOE fue el breve encuentro del otro día de Bolaños con Nogueras, que me dicen resultó desconcertante porque los de Puigdemont no ofrecieron el voto para la presidencia de la mesa del Congreso y porque la oferta de constituirse en grupo no fue suficiente.

Me preguntan, amigos y hasta taxistas preocupados, si las cosas están hechas y yo les contesto que hasta que pase el rabo, todo es toro. O sea, que esperemos al jueves porque no hay que desestimar que salte la sorpresa en Las Gaunas. No es un deseo, es una sospecha. Es cierto que los juntaires están mandando señales de humo a través de unos y otros, también puede que a través de mí, para que el PSOE no se duerma en los laureles, pero de ahí no puede inferirse que no tengan un plan B y que no estén dispuestos a aplicarlo. Sin embargo, si hablas con socialistas o personas próximas, lo más seguro es que te expresen el convencimiento de que Junts no puede sino entregárseles y que el jueves habrá un socialista presidiendo el Congreso. Los otros te dicen que de eso nada y que a ver si se quedan a verlas venir. Eso es información, otra cuestión es dirimir cuál de las dos posturas resultará la que se vea plasmada el jueves.

No hay que desestimar la posibilidad de que los marcos estén cambiando. Me da que el PP se ha dado cuenta de que Vox es una piedra al cuello y de que no pueden seguir aislados, es decir, sin posibilidad de pactar con nadie. Antes no era así, ¿recuerdan? Hubo un PP que hablaba catalán en la intimidad y que iba del bracete con el PNV cuando era necesario, a fin de cuentas existen partidos en su eje conservador liberal con los que se ha abierto una brecha por la cuestión territorial que el relato dice que es insalvable. La política consiste, precisamente, en salvar las brechas, incluso las más inverosímiles. ¿Se acuerdan del pacto de Stalin con Hitler? Sólo lo menciono por ejemplificar que cosas más insólitas se han visto. No me cabe ninguna duda de que el PP está haciendo muchos deberes del cuadernillo de verano que incluyen, cómo no, poner a unos cuantos a desbarrar para crear una pantalla eficiente que será tolerada por los agraviados. Ruido. 

Lo de Vox ya ven qué camino ha tomado. La crisis, que dejará sólo a los más frikis, puede que tenga aventadores fuera. Unas segundas elecciones los dejarían en la raspa. Los poderes fácticos saben perfectamente cuándo los instrumentos ya no sirven para el fin buscado y el fin sigue siendo, no lo olvidemos, acabar con Sánchez. No con el PSOE, con Sánchez. Si olvidamos ese objetivo, puede que no entendamos nada. Acabar con Sánchez puede valer cualquier cosa, desde hundir a Vox hasta reconducir el relato sobre Cataluña. Si el PSOE no analiza los movimientos desde esta perspectiva, puede que falle porque el empeño que movió el avispero ante las elecciones no ha variado, si me apuran se ha incrementado en la derecha.

Los argumentos de los convencidos de que Junts no tiene otra opción que apoyar una presidencia socialista ponderan que necesitan dinero, que sus votantes huirían si hace cualquier movimiento coincidente con Vox y que hay unos pocos en el partido que no están conformes con el planteamiento de Puigdemont. Desde el otro lado te cuentan que el dinero no es problema y que el que manda en el partido es el de Waterloo sin discusión. Así las cosas, con el PSOE sin mover ficha, las fechas se acercan y la duda es si Junts dará un golpe en la mesa sin romper del todo las posibilidades de una negociación a posteriori sobre la investidura. Eso significaría darle a Sánchez la guantada de arrebatarle la presidencia del Congreso –está en sus manos hacerlo– pero no entregársela al PP, eso cerraría las puertas, sino a un tercero al que se refieren como “el neutral”. Ese tercero pertenecería a un partido soberanista aliado de Sánchez, o sea, que están hablando del PNV. ¿Al PNV le vendría bien en su pugna con Bildu por los electores tener en sus manos la tercera autoridad del estado español? ¿Se opondría? ¿El PP estaría dispuesto a eso por arrebatarle al PSOE la presidencia del Congreso? 

Yo no tengo ni idea de lo que va a pasar el jueves y el que les diga que está seguro les hablará más de deseos que de datos fehacientes. Obviamente todas las versiones que nos llegan a los periodistas son interesadas. Ahora más que nunca nos usan para varias cosas: para mandar señales y avisos, para ir apuntando cambios de rumbo, para diseñar profecías autocumplidas, por ejemplo. No se crean que no lo sabemos. Así que lo suyo es poner en cuarentena todo menos los hechos. Lo malo es que la mayoría de los hechos nos los cuentan off the record. Así que después de todo este mareo ¿qué quiero decirles? Que hasta el rabo, todo es toro. Que me dan miedo algunas seguridades. Que los análisis hay que hacerlos no desde tus zapatos sino desde los zapatos de los otros. Que una cosa mil veces repetida y aseverada no se convierte en realidad por arte de birlibirloque. Que lo que parece inverosímil, podría ser posible. Que las habilidades políticas se demuestran bajo la superficie y no en las redes sociales. 

Que el jueves veremos y esperemos que no nos quedemos con la boca abierta. 

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