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Respirar mata

José Luis Gallego

Resulta sorprendente la capacidad de los fumadores para obviar los terribles mensajes que aparecen en las cajetillas de tabaco y, pese a lo explícito de los mensajes (fumar mata) y las espantosas imágenes que lo acompañan (gargantas podridas de cáncer) sean capaces de echarse un cigarrillo a la boca y fumar. Es un acto irracional que anula el primero de los instintos de todo ser vivo: el de supervivencia.

Pero existen muchos otros actos cotidianos que, sin llegar a un nivel de causa-efecto tan directo como fumar, sí que perjudican gravemente a la salud. Uno de ellos es vivir en una gran ciudad y respirar. Eso es lo que advierten las autoridades medioambientales de la UE en su último informe, 'Calidad del Aire en Europa: Informe 2015', que desde hace un mes se puede consultar en la página web de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).

Si lo hacen, si consultan esa página, el primer mensaje que leerán es equivalente al de las cajetillas de tabaco: “En Europa la contaminación atmosférica es el mayor riesgo medioambiental individual para la salud. Reduce la esperanza de vida de las personas y contribuye a la aparición de enfermedades cardiovasculares y pulmonares, infartos de miocardio y cáncer.” Texto oficial. Sin tapujos. A saco: respirar mata.

La principal conclusión de los especialistas que han elaborado el informe es que la contaminación atmosférica es la causa directa de más de 430.000 muertes prematuras en Europa. Para llegar a ese diagnóstico la AEMA examina periódicamente la calidad del aire que respiramos basándose en los datos de las estaciones de control repartidas por nuestras ciudades: ésas que la gran Ana Botella se llevaba a la Casa de Campo cuando en el centro de Madrid marcaban niveles demasiado elevados de contaminación.

Y según ésos datos la mayoría de los habitantes de las principales ciudades de la UE seguimos expuestos a unos niveles de contaminantes atmosféricos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera peligrosos. Los principales temores de las autoridades sanitarias y medioambientales se centran en la elevada presencia de tres contaminantes: partículas en suspensión (PM), ozono troposférico (O3) y dióxido de nitrógeno (NO2). Pero hay más y no solo afectan a nuestra salud, sino a la del medio natural, perjudicando gravemente la vida vegetal y los ecosistemas. El aumento de contaminantes como el amoniaco (NH3) y los óxidos de nitrógeno (NOx) está perjudicando gravemente la vida vegetal, como en el caso de las lluvias ácidas, y alterando el equilibrio de los ecosistemas.

Ante las contundentes conclusiones del informe, cuya versión íntegra en inglés puede descargarse aquí no sería extraño que las medidas preventivas vayan en aumento y, además de prohibir el acceso de los coches al casco urbano, uno de éstos días al salir a la calle nos sorprendamos con la aparición de carteles colgados de las farolas con un mensaje similar al de las cajetillas de tabaco: respirar mata. Porque lo cierto es que el aire de nuestras ciudades se está convirtiendo en un arma de destrucción masiva y evitarlo está en manos de nuestros gobernantes. Ellos tienen la máxima responsabilidad y ése debería ser su principal empeño.  

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