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El rey ya tiene quien le defienda

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, durante una visita a La Gomera

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Ese afán por patrimonializarlo todo. La bandera, el himno, la Policía, las víctimas, la Constitución, España y hasta el jefe del estado. El rey que es de todos ahora es suyo solo.  “¡Viva España!” y “¡Viva el rey!” ¿Recuerdan?  Así arrancó la Legislatura. La consigna que Pablo Casado profirió desde la tribuna del Congreso durante el debate de investidura de Sánchez ya metió de lleno a Felipe VI en la refriega política. Desde entonces, el PP no ha hecho más que sumar al monarca a su larga lista de apropiaciones indebidas con tal de dibujar a un Gobierno que no tiene más propósito que un cambio de régimen mediante la demolición  del sistema del 78.

Gracias al líder de los populares nos hemos enterado, aunque no lo recordáramos, que los españoles votamos al rey, pero no a Pablo Iglesias ni a Alberto Garzón. No lo ha dicho una vez, sino dos, ante los micrófonos de Onda Cero. “Lo reitero: votamos a Felipe VI”. Los españoles somos una panda de desmemoriados. Votar y no recordar lo votado. Menos mal que está el presidente del PP para poner a punto nuestro disco duro. 

Y no satisfecho con ello, añade que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es un “cobarde” porque lleva tres días desaparecido sin defender al monarca de los ataques que recibe de Unidas Podemos. Felipe VI ya tiene en Casado quien le defienda, si bien no parece que este amparo sea el que más le convenga. Identificar al rey con la derecha y solo con la derecha no hará más que agrandar la brecha que hoy separa a los españoles de una institución cuyo nombre ha arrastrado más que nadie por el fango del deshonor Juan Carlos I.

Para el PP, no obstante, “el colmo es avalar, callar y otorgar ante las declaraciones incendiarias del ministro comunista Garzón y del vicepresidente populista Pablo Iglesias contra la Casa Real y su majestad el rey”.  Tan cierto es que el ministro de Consumo acusó a Felipe VI de “maniobrar” contra el Gobierno y que Pablo Iglesias pidió neutralidad al jefe del Estado como que en la parte socialista del Gobierno no gustó en absoluto la fiebre tuitera con la que sus socios despacharon una “llamada de cortesía” del rey al presidente del CGPJ y que unos y otros no suman votos en el Congreso ni para cambiar de régimen ni para demoler la Constitución del 78. 

En La Moncloa entienden que los morados tratan de diferenciarse del PSOE para no ver reducido más su espacio electoral y pretenden pasar página cuanto antes para sacar de la refriega partidista a Felipe VI, un monarca que acumula problemas desde que subió al trono, y no precisamente porque se los haya creado el Gobierno, sino su propio padre.

Si la monarquía está en crisis no es porque Sánchez haya considerado inoportuno que el jefe del Estado viaje a una parte del territorio español, sino porque su propia familia se ha encargado de desestabilizar la institución con comportamientos deshonestos y poco ejemplares tras la acumulación de un patrimonio dudosamente justificable y oculto a la Hacienda española en paraísos fiscales.

Ahora el PP anuncia no sólo la petición de reprobación de Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados y la comparecencia de Pedro Sánchez, sino también una lluvia de mociones en los ayuntamientos y en los parlamentos autonómicos en defensa del “orden constitucional, la unidad nacional y las instituciones del Estado, con el rey a la cabeza”, lo que asegura un intenso debate sobre la utilidad de la monarquía en el siglo XXI. Justo lo que persigue Unidas Podemos y quiere evitar Casado. Felipe VI debe estar encantado con esta derecha. Gracias al PP,  durante semanas estará de nuevo en el centro de la disputa partidaria y, por extensión, en las conversaciones de la calle.  

Con amigos como los populares y su obsesión por patrimonializar la figura del jefe del Estado, a Felipe VI no le hace falta Podemos para que se discuta en este país sobre el futuro de una institución que atraviesa, tan solo por sus malos hábitos, el peor momento de las últimas cuatro décadas. Casado se ha coronado. Desde Zarzuela igual deberían explicarle aquello de que hay amores que matan. Y todo ello, claro, en plena pandemia y para quitar el foco de la gestión sanitaria de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, la región con mayor tasa de incidencia COVID-19 y la que más preocupa a los epidemiólogos.

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