PALACIO DE LA MONCLOA. EXTERIOR/DÍA
Artur Mas y Mariano Rajoy se saludan en la escalera de Moncloa. En sus rostros percibimos decisión. Posan para la prensa gráfica con rictus impostado. Todos, hasta el apuntador, saben lo que va a ocurrir dentro pero nuestros protagonistas se comportan como si no lo supiesen, como si lo fuesen a intentar de verdad, como si tuviesen margen de maniobra. Rajoy y Mas: Teatro puro.
El guión de la peliculita (en la que hasta el rey ha tenido un papelillo) podría empezar así pero es demasiado aburrido y ya todos sabemos que la escena final de “esta cosa” se escribirá con amplia probabilidad un domingo de noviembre, un domingo de elecciones. Artur Mas tras la reunión ha cruzado Madrid para llegar a la delegación de la Generalitat en la capital. Una vez allí el presidente catalán ha continuado con la actuación y apesadumbrado ha dicho que “la reunión no ha ido bien”, que así las cosas “es evidente que éste es un punto de inflexión en la legislatura” sin reparar en el detalle de que por delante le quedarían todavía dos años de gobierno. Según el presidente catalán “no hay ninguna decisión tomada” pero advierte que el próximo martes en el debate de política general sus palabras podrían ir más allá de las pronunciadas hoy en Madrid. Mientras, desde Moncloa advertían que alguien en un despacho estaba redactando un comunciado y que, en algún momento, sería distribuido a los periodistas.
Artur Mas parece decidido a tomar su último tren a la mayoría absoluta alejándose de Rajoy para que no le espante a los votantes. A pesar de todo Rajoy lo ha intentado y ha abierto las puertas de su casa para escenificar el teatrillo. “No lo hagas”, imagino que ha dicho Rajoy mientras Mas respondía que siempre les quedará París, o algo parecido.